México
De lecturas varias
Los bienpensantes deben estar furibundos, aquí como allá, pero fue un muy bienvenido oasis en una época en que los noticieros (y no sólo en México) se han transformado en nota roja permanente
Los bienpensantes deben estar furibundos, aquí como allá, pero fue un muy bienvenido oasis en una época en que los noticieros (y no sólo en México) se han transformado en nota roja permanente. Se vio cómo se pueden hacer las cosas con pulcritud, buen gusto, disciplina y entusiasmo, y cómo la gente queda encantada con un espectáculo así. No deja de tener cierta función didáctica que las masas puedan ver algo que no responde a la estética de Hollywood, donde los protagonistas no exhiben la vulgaridad de los “famosos”, cómo se da a una ocasión festiva como es una boda la debida solemnidad, cómo es posible que la gente tome la calle de buen humor para gozar el espectáculo sin romper vidrios ni apalear policías. Si es pan y circo, pues es pan y circo de la mejor calidad.
Para los ingleses sin duda fue un reventón memorable y que en algo borra la desgraciada historia de la madre del príncipe y su desastroso matrimonio, un caso que no ha dejado de estar presente en las revistas del corazón desde hace años. La Reina debe haber suspirado con alivio de lo bien que salió todo y el buen papel que parece que hará la nueva princesa.
Saber celebrar y hacerlo con gracia y dignidad es reconfortante para quien lo hace y también para los espectadores. Por desgracia, suficiente tiempo habrá luego para volver a sumergirse en las atrocidades y desgracias de la cotidiana dieta periodística.
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