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De lecturas varias

The Spectator es una de las mejores revistas semanales inglesas y también de las más tradicionales

The Spectator es una de las mejores revistas semanales inglesas y también de las más tradicionales: fue fundada en 1828 y en sus 183 años se ha ocupado sobre todo de temas de la actualidad política, económica y social tanto británica como internacional desde una perspectiva afín a la del Daily Telegraph o The Times, publicaciones cercanas al Partido Conservador. Muchos políticos tories han ocupado el puesto de director de la publicación, como el actual alcalde de Londres, Boris Johnson.

Entre sus colaboradores hay columnistas permanentes y eventuales, pero siempre están entre las mejores plumas de Gran Bretaña.

The Spectator también tiene una sección cultural amplia, con excelentes reseñas de música, teatro, cine, artes plásticas y literatura. La crítica de libros es notable; no hay críticos de planta, sino que se acude a especialistas según cada tema. Hay secciones permanentes de ajedrez y bridge, unos crucigramas endemoniadamente complicados y una sección de concursos para los lectores con temas variopintos: “elija usted un personaje literario conocido, conviértalo en doctora corazón de algún periódico y plantéele un problema” fue uno de los recientes. Los ganadores escogieron como doctoras corazón a D.H. Lawrence, Oscar Wilde, e.e. cummings (así se escribe: todo en minúsculas) y John Le Carré. Por supuesto que los premios, que son casi simbólicos (van de unas 25 a 50 libras), los ganan quienes hayan escrito mejor y con más gracia.

Una sección clave de la revista es un bloque de artículos pequeños que se titulan “Life”, donde los varios autores, que son fijos, simplemente cuentan cosas, dan opiniones y no buscan más que entretenerse y entretener al lector. Entre los colaboradores de esta sección sin duda la estrella es Taki, un personaje peculiar y estupendo escritor. Se trata de un griego nacido en 1937, hijo de un armador, educado en Suiza, campeón de karate y de tenis. De joven fue a dar a la cárcel por asuntos de drogas, luego se dedicó al periodismo y a pasearse en su yate por el Mediterráneo, a esquiar en Gstaad y a enfiestarse en Nueva York, París y Londres. También se casó con una aristócrata alemana, se ha peleado con mucha gente y es una de las plumas más afiladas, divertidas y ocurrentes del periodismo. Está desde 1977 en The Spectator y probablemente sea lo primero que lee la mayor parte del público de la revista.

Taki es arbitrario, caprichoso, inteligente, chistoso, majadero y culto. Escribe exactamente lo que le da la gana, ha metido en problemas a la revista porque es políticamente incorrectísimo, abomina la vulgaridad, profiere enormidades y muy seguido tiene toda la razón.

Suscribirse a The Spectator es un proyecto para la jubilación, porque como es semanal es casi imposible seguirle el ritmo. Pero afortunadamente tiene una página de internet (www.spectator.co.uk) donde, con cierto retraso (es de acceso semigratuito; lo de la semana en curso no sale de inmediato), se puede leer prácticamente todo.
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