México

De lecturas varias

Manuel Ancira Verea fue un espléndido caricaturista. Su memoria la debemos sobre todo a José Guadalupe Zuno, amigo y compañero de generación y también extraordinario dibujante

Los tapatíos, por lo general, no escriben; lo cual, también por lo general, es una lástima. En esta sociedad ágrafa pero que tuvo una notable tradición oral y cuya elite, además, en buena parte leía, se han perdido cientos de historias que habría valido la pena conservar.

Puede tener que ver con que los tapatíos hayan también ido perdiendo en grado deplorable lo que la jerga elegante llama “identidad”, que quiere decir que se sabe quién es uno.

Manuel Ancira Verea fue un espléndido caricaturista. Su memoria la debemos sobre todo a José Guadalupe Zuno, amigo y compañero de generación y también extraordinario dibujante. Ambos formaron parte del Centro Bohemio, y Zuno dedica a Ancira un capítulo de su Historia de la ironía plástica en Jalisco donde reproduce unas cuantas de sus caricaturas.  

Recordando por su tono Casos y cosas de Ixca Farías, Zuno, estupendo crítico de arte, concluye que los dibujos de Ancira se cuentan entre “la más fina y delicada de las artes caricaturescas que se han producido en nuestra ciudad”, y lo muestra en las reproducciones, desafortunadamente pocas.

Manuel Ancira Verea y Teresa Campos Kunhardt se casaron a principios de 1923. En su larga vida, que llegó hasta la década de 1970, viajaron por el mundo: fueron de los primeros tapatíos en conocer la India, África, China, que por entonces sonaban muy lejanos y donde pocos de nuestros paisanos viajaban.

Entre sus parientes se comentaba hasta muchos años después que los Ancira, en su viaje de bodas, fueron secuestrados por unos bandidos chinos. Y aquí es donde da coraje el tapatío mutismo: evidentemente Manuel y Teresa deben haber contado con lujo de detalles su aventura, pero ni ellos ni nadie de sus contertulios la pusieron por escrito.

Sólo quedó después de tanta plática sabrosa una memoria vaga que casi murió con sus últimos contemporáneos. ¿Habrá Manuel dibujado algo durante su cautiverio, o inmediatamente después?

Por suerte internet permite averiguar (como cualquier biblioteca si se sabe usarla) muchísimas cosas. Cuenta el periodista estadounidense John B. Powell (My Twenty-Five Years in China, Nueva York, Macmillan, 1945) que Manuel Ancira y su mujer protagonizaron junto con él y otros 17 rehenes occidentales, un episodio muy notable de la historia china del siglo XX. El 6 de mayo de 1923 una banda de asaltantes hizo descarrilar el llamado Blue Express, de Nanking a Pekín, y tomó como rehenes a los pasajeros.

Pronto liberaron a la mayoría de las mujeres (que incluían a una cuñada de John Rockefeller jr.) y los niños. Los tapatíos Manuel Ancira y Teresa Campos quedaron en poder de los bandidos más de seis semanas. El incidente involucró a todas las potencias de la época y está reportado en montones de documentos. De ahí salió la película Shanghai Express, de Josef von Sternberg, con Marlene Dietrich (1932).  

Pero no existe la crónica tapatía.
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