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De lecturas varias

En Francia el año nuevo trajo una cosecha de 510 nuevos títulos en las librerías , 49 de los cuales corresponden a autores nóveles

En Francia el año nuevo trajo una cosecha de 510 nuevos títulos en las librerías (en enero de 2010 habían sido 491), 49 de los cuales corresponden a autores nóveles (contra 71 el año pasado).

La avalancha de enero no es tan grande como la de septiembre (700 títulos esta última vez), probablemente porque los premios literarios se dan en el otoño, pero no deja de resultar impresionante vista desde las tierras flacas del panorama editorial en lengua española (para el cual ni siquiera existen los datos equivalentes).

En días recientes Le Figaro se ocupa de los diez autores con mayores ventas en Francia en 2010, que en conjunto superaron la asombrosa cifra de ocho millones de ejemplares. Se basa en un estudio de la empresa GfK que toma en cuenta todos los libros de cada autor, no sólo su obra más reciente, e incluye las ediciones de bolsillo (que superan con mucho las de formatos más caros).

Este punto es importantísimo, pues varios de ellos deben su gran volumen de ventas al hecho de que tienen títulos de años atrás que siguen reimprimiéndose. Encabezan la lista tres autores que venden cada uno más de un millón de ejemplares: Katherine Pancol, Marc Levy y Guillaume Musso.

El resto de los superventas son Michel Houellebecq (quien ganó el Goncourt 2010), Anna Gavalda, Fred Vargas (a pesar de que no publicó ninguna novela el años pasado), la prolifiquísima Amélie Nothomb, Eric-Emmanuel Schmitt, Maxime Chattam y Tatiana de Rosnay. Por supuesto que huelga decir que los libros que más venden no son necesariamente los que dejan una marca más duradera en la república de las letras: muchos de los autores de mayor éxito en décadas pasadas ya ni siquiera se leen hoy en día. Pero de cualquier forma lo que sí revelan sin duda alguna las cifras del Figaro es la vitalidad de una industria editorial y de una masa crítica de lectores.

Por otra parte, la escena literaria francesa sigue siendo, como ha sido tradicionalmente, movida y escandalosa: entre los últimos chismes está por ejemplo la decisión del muy criticado ministro de cultura, Frédéric Mitterrand, de borrar a última hora del calendario de las conmemoraciones literarias
del 2011 la de los cincuenta años de la muerte del  enorme escritor (y mal bicho) que fue Louis-Ferdinand Céline (1864-1961), cediendo a la presión de los lobbies de la biempensantía.

Si a ésas vamos, habrá que borrar del panteón literario a la mayoría del personal. Pésimo precedente de blandenguería “políticamente correcta” que esperemos que la racionalidad y la inteligencia de la tradición francesa impidan que prolifere.

Pero bueno, quién les manda haber puesto al bastante limitado sobrino de Mitterrand en el Ministerio de Cultura...
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