México
De lecturas varias
Arturo Pérez Reverte es un autor a quien hay que reconocer su honestidad, además de otras virtudes
Arturo Pérez Reverte es un autor a quien hay que reconocer su honestidad, además de otras virtudes. Cuando publica algo, puede ser a veces excelente, a veces regular, pero lo que es indudable es que está escrito con esmero y gran respeto a la inteligencia tanto propia como del lector. Podrá no ser Dumas o Hugo o Pérez Galdós, pero es un estupendo artesano que hace su trabajo a conciencia (lo cual no es poco decir) y que ha logrado obras memorables: El maestro de esgrima, La tabla de Flandes, La piel del tambor, La reina del sur, El club Dumas, La carta esférica, la divertidísima (y excepcionalmente cortita) Sombra del águila... Hay a quienes su visión del Capitán Alatriste y su época no acaba de convencer, y quienes se saltan páginas repletas de hechos de armas o impenetrable jerga marítima, pero en términos generales la carrera literaria de este antiguo corresponsal de guerra es de lo más sólido y a la vez popular en el panorama de lengua española, pese a sus detractores, a los cuales además les da muchísimo coraje que sea miembro de la Real Academia (es de suponer que, como Liberace cuando se le preguntó si no lamentaba no ser un pianista “serio”, contestó que claro que sí: “I cry all the way to the bank”).
Será cuestión de ver si Pérez Reverte cumple con las expectativas de sus lectores en el librote que acaba de publicar este año, El asedio. De entrada, la mesa está bien puesta: la novela ocurre durante el sitio del ejército de Napoleón al puerto de Cádiz, entre principios de 1810 y mediados de 1812. El escenario es la ciudad vibrante, rica e intrincada que durante siglos dominó el comercio trasatlántico y donde están reunidas las Cortes que redactarían la primera Constitución liberal del orbe hispánico. Los personajes son complejos y pintorescos: el artillero francés que estudia la composición, trayectoria y alcances de los obuses y bombas que dirige contra la ciudad desde el otro lado de la bahía, el comisario de policía que anda tras las huellas de un asesino, la armadora al frente de un próspero negocio mercante, el taxidermista-espía, el desencantado capitán corsario... Los ingredientes son de calidad y el escenario es una ciudad que se antoja conocer, donde se despliega una historia que tiene mucho de novela negra y que Pérez Reverte pinta con gusto y enjundia. A ver qué tal.
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