México

De este lado del río

Sabemos lo difícil que es irse a trabajar al otro lado de ilegal, y ahora que están deportando a tanta gente

Son dos características que deben manejar los líderes de todos los tiempos. Se dice fácil, pero la verdad de las cosas, la realidad casi siempre se esconde detrás de los arbustos y de tantas otras cosas que uno debe aprender hacer a un lado si se quiere ver con claridad.

Por otro lado, leer el futuro es un don que sólo los soñadores, por extraño que parezca, lo pueden hacer. Cada vez que se imaginan una cosa la pueden proyectar al futuro, sin importarles, a veces, que lo que piensen tiene que ver con el pasado, pues lo que hacen es imaginarlo e incorporarle esas variables que tienen que ver con “el qué hubiera pasado si tal otra cosa hubiese sucedido”.

Y así pasan de una situación a la otra, proyectada de esta manera, como si fuesen los recuerdos del porvenir, como la novela de Elena Garro.

En la antigüedad eran los oráculos los que cumplían esa función. Hacían cola para verlos en Delfos y había que pasar ciertos trámites y abluciones antes de escuchar a la Sibila que convertía las preguntas en respuestas ambiguas que aplicábamos cada quien a su manera.

A Edipo le dijeron claramente que iba a matar a su padre y que se acostaría con su madre y por eso, creyendo que sus padres vivían en Corinto, decidió irse a Tebas.

No conocía la realidad real: quienes lo habían educado y mantenido en Corinto eran sus padres adoptivos, no los biológicos —Layo y Yocasta— a quien se encontró en una maldita bifurcación y, por quítame estas pulgas, lo mató; su madre se le entregó de pechito después que Edipo contestó los enigmas de la Esfinge que asolaba al pueblo.

La primera, era: “¿Cuál es ese ser que anda ora con dos, ora con tres, ora con cuatro patas y que es más débil cuantas más patas tiene?” Y la otra, saber qué era si “son dos hermanas, una de las cuales engendra a la otra y, a su vez, es engendrada por la primera”.

Por eso nos da envidia Próspero en La tempestad, cuando le dice a su hija Miranda: “Yo, que puedo leer el futuro”, y por eso planea todo y sueña cómo sería la vida para la siguiente generación.

Sabemos lo difícil que es irse a trabajar al otro lado de ilegal, y ahora que están deportando a tanta gente, estos tendrán que encontrar empleo de este lado del Río Bravo.

Es una realidad, y por eso hay que tener la capacidad de promover el empleo correspondiente a la suma del crecimiento natural más el de los recién frustrados —carne de cañón para el crimen organizado— y para el no tan organizado. ¿Qué diría el oráculo?
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