México

De criminales a exterminadores

Los 72 masacrados no eran parte de una banda rival, tampoco competían ‘‘por el negocio’’, y menos eran desertores o ‘‘chivatos’’

Las bandas del crimen organizado ya no sólo trafican y menudean con drogas, no sólo secuestran y controlan la piratería; no sólo comercian con indocumentados y manejan la trata de personas; no sólo hacen jugosos negocios con autos robados y sus partes…

No, resulta que ante la floreciente impunidad, los criminales han evolucionado de primitivos grupos violentos que peleaban por el control de corredores de paso y plazas, a poderosas bandas que controlan municipios y estados, hasta llegar a los cárteles que se valen del terror y la compra de autoridades de todos los niveles del poder público.

Pero hoy existe una nueva categoría en el crimen organizado. La de aquellos que se valen del exterminio de personas, como respuesta a todo aquel que se cruza en su camino y no se adhiere a su causa; sea como consumidores o distribuidores de droga, halcones, solapadores o sicarios. Y ése es el caso de las 72 personas masacradas en el municipio tamaulipeco de San Fernando, a los que mataron por no aceptar “ser parte del negocio”.

Los 72 masacrados no eran parte de una banda rival, tampoco competían “por el negocio”, y menos eran desertores o “chivatos”. Bueno, ni mexicanos eran. Cometieron el pecado de caer en manos de una banda criminal que intentó reclutarlos y que, al no lograr sumarlos a su causa, los masacró. ¿Por qué? ¿Por qué ese desprecio por la vida del que no está en la causa propia, aun sea una causa criminal?

Porque al parecer el poder de las bandas criminales llegó al límite de la razón y —por ello— cruzó el umbral de la causa superior. Ninguna vida vale si no está al servicio “del negocio”, de la causa superior, de esa raza superior que parecen creer ser los barones del crimen y la droga. La vida del que estorba, dice que no, del desertor, no vale y debe ser eliminada.

¿Qué es, si no exterminio, el ataque a centros de rehabilitación, donde han masacrado a decenas de jóvenes que luchaban por salir de la droga? ¿Qué es, si no exterminio, la masacre de jóvenes en fiestas? ¿Qué es, si no exterminio, el asesinato del candidato y virtual gobernador de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantó?, ¿Qué es, si no exterminio, el crimen del alcalde de Santiago, Nuevo León, Edelmiro Cavazos? ¿Y cuántos casos de exterminio existen, que no conocemos?

Lo más grave es que nadie, en el Estado mexicano, parece preparado para el exterminio desatado por los criminales mexicanos; acaso parientes de los creadores de los campos de exterminio nazi.

En el camino

Marcelo levantó los huevos, en señal de advertencia a Juan Sandoval. Y es que Marcelo sabe de qué lado masca la iguana. Sin duda se vive lo más candente de la disputa entre el GDF y la Iglesia Católica. Pero de eso hablaremos luego.
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