México
De cómo Ponchito apareció en Televisa
Andrés Bustamante, vuelto Ponchito, visitaría el estudio de sus cuates en Primero Mundial. Ni un peso de por medio. Ni una firma. Ni un contrato
El plan tiene dos años: durante los Olímpicos de Beijing, nos pidieron —a Víctor Trujillo, en su personaje de Brozo, y a este reportero— que arrancáramos a la brevedad posible una emisión sabatina y dominical del programa Primero Beijing que ya se transmitía de lunes a viernes. ¿Y si traemos a Ponchito? La idea surgió de una junta en la que también participó el productor de la emisión, Rafael Bustillos.
Andrés Bustamante, el genio detrás del despeinado de camisa floreada que se ostenta como dueño del consorcio de comunicación que lleva su nombre, accedió de inmediato, generoso como siempre, a la invitación de sus tres amigos. Pero no se pudo. Duelos, celos, contratos y amagos se interpusieron. En los cuatro quedó la deuda.
Casi dos años más tarde —en los que hubo llamadas, coincidencias, abrazos a propósito de una amistad más allá de la “chamba”— la travesura volvió a surgir. Unas llamadas para concretar un par de vastas comidas fue todo lo que hizo falta: Andrés Bustamante, vuelto Ponchito, visitaría el estudio de sus cuates en Primero Mundial. Ni un peso de por medio. Ni una firma. Ni un contrato. Ninguna historia oscura ni secreta detrás.
Andrés Bustamante no está en Televisa. No forma parte de la cobertura de la empresa con motivo del Mundial —una mala interpretación y una dosis de mala leche al respecto estuvieron por descarrilar por segunda ocasión el arreglo amistoso—, sino que fue invitado de manera especial a ir a una emisión y asistió.
A este reportero le tocó atestiguar el momento televisivo histórico, rebasado por la emoción de un admirador —un fan más— desde hace años de Brozo y Ponchito. La generosidad de Andrés permitió un acuerdo así: el hombre podía negociar a los más altos niveles corporativos por sumas inexploradas y optó por aparecer “de cuates” y constatar que su dimensión permanece intocada más allá de sus largas temporadas fuera de la pantalla. Eso habla del tamaño del personaje. Y del tamaño de otro, también: Víctor, quien lejos de intimidarse o aterrarse, le cedió el escenario, los reflectores, conjugándose con él mejor aún que en esos que suelen llamarse “mejores tiempos” como si el presente no fuera superior.
Este reportero descubrió que un genio cuando no le teme a otro, sino que lo hermana, se muestra aún más grande y es capaz de crear lo que por separado no se podría. Gracias a Ponchito y Brozo por permitirme estar ahí para dar cuenta.
Saciamorbos
Nos aclaran que Peñoles, no AHMSA, obsequió al “Napito” su carta de “trabajador minero” que le permitió heredar el liderazgo sindical.
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