México
De ciudadana común a presidenta municipal
Todo indica que los ciudadanos despolitizados hacen mejor papel que los que se consideran así mismos profesionales en la materia
¡Quién lo iba a creer! Sólo hasta que la vi en el presidium al lado del gobernador del Estado y la escuché rindiendo su primer informe de gobierno, pude valorar una de las situaciones hacia las que está evolucionando nuestro país: ciudadana común se decidió a participar en política para ayudar a solucionar los problemas de su natal Magdalena, Jalisco, y hoy en día es la presidenta municipal, y a juzgar por los resultados, todo indica que los ciudadanos despolitizados hacen mejor papel que los que se consideran asimismos profesionales en la materia.
María de los Dolores Juárez Acevedo es la única mujer que se desempeña —por mandato de la población— como presidenta municipal en la Región Valles, en donde convive con 13 munícipes que la respetan, apoyan, orientan y la tienen consentida, pues cuenta con un entusiasmo contagiante y una férrea voluntad para hacer bien las cosas, pues según dice, “sólo poniendo manos a la obra y demostrando que se tiene capacidad, se puede uno ganar el respeto de los demás, sean o no presidentes municipales”.
Nos conocimos desde la época estudiantil, y aunque ambos intentamos seguir la carrera de abogado —cada cual en su momento—, finalmente cursamos la carrera de Licenciado en Turismo, que en aquel entonces se veía sólo como una carrera “snob”.
En el caso de las mujeres decían era para “mientras me caso”, y en el de los varones, como una oportunidad para conocer el mundo y pasarla muy divertida: craso error, es una de las profesiones más serias e importantes que existen desde aquel entonces y en la actualidad.
Desde siempre jovial y dinámica, nunca participó en otro tipo de política que no tuviera que ver con trabajo, con investigaciones de carácter académico o con actividades que sirvieran de base para que los jóvenes de ahora adquieran la mejor capacitación posible.
Hace algunos años la volví a ver y estaba comprometida con llevar a la Universidad de Guadalajara a su pueblo. “Pues aunque no somos muchos habitantes, es un desgaste mayúsculo estar yendo y viniendo a diario a Guadalajara, yo ya lo viví, y aunque no me quejo, porque fueron años de experiencias inolvidables, debemos entender que no todas las personas tienen los recursos necesarios, ni el carácter para adentrarse en este tipo de aventura, por eso le voy a seguir echando muchas ganas para lograr que tengamos un campus en mi tierra”.
Los esfuerzos realizados en torno a dicho propósito no fructificaron como ella hubiera querido, pero en cambio decidió aceptar el reto de ingresar a la política y demostrar que como mujer y como ciudadana común, tiene mucho que aportar. ¡Amén!
María de los Dolores Juárez Acevedo es la única mujer que se desempeña —por mandato de la población— como presidenta municipal en la Región Valles, en donde convive con 13 munícipes que la respetan, apoyan, orientan y la tienen consentida, pues cuenta con un entusiasmo contagiante y una férrea voluntad para hacer bien las cosas, pues según dice, “sólo poniendo manos a la obra y demostrando que se tiene capacidad, se puede uno ganar el respeto de los demás, sean o no presidentes municipales”.
Nos conocimos desde la época estudiantil, y aunque ambos intentamos seguir la carrera de abogado —cada cual en su momento—, finalmente cursamos la carrera de Licenciado en Turismo, que en aquel entonces se veía sólo como una carrera “snob”.
En el caso de las mujeres decían era para “mientras me caso”, y en el de los varones, como una oportunidad para conocer el mundo y pasarla muy divertida: craso error, es una de las profesiones más serias e importantes que existen desde aquel entonces y en la actualidad.
Desde siempre jovial y dinámica, nunca participó en otro tipo de política que no tuviera que ver con trabajo, con investigaciones de carácter académico o con actividades que sirvieran de base para que los jóvenes de ahora adquieran la mejor capacitación posible.
Hace algunos años la volví a ver y estaba comprometida con llevar a la Universidad de Guadalajara a su pueblo. “Pues aunque no somos muchos habitantes, es un desgaste mayúsculo estar yendo y viniendo a diario a Guadalajara, yo ya lo viví, y aunque no me quejo, porque fueron años de experiencias inolvidables, debemos entender que no todas las personas tienen los recursos necesarios, ni el carácter para adentrarse en este tipo de aventura, por eso le voy a seguir echando muchas ganas para lograr que tengamos un campus en mi tierra”.
Los esfuerzos realizados en torno a dicho propósito no fructificaron como ella hubiera querido, pero en cambio decidió aceptar el reto de ingresar a la política y demostrar que como mujer y como ciudadana común, tiene mucho que aportar. ¡Amén!
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