México
De Temaca a Tenacata
Los dos pueblos se hacen presentes a cada rato en los ''medios'' locales. ¡Malo para ellos! Bien claro nos queda que lo mejor hoy día es que nadie se ocupe de uno
En este caso ambos sitios están en peligro de muerte, mas no de muerte natural. Los dos están a punto de ser asesinados por seres de carne y hueso instigados por la voracidad que hace a los hombres —y también a las mujeres— pensar solamente en ellos aunque sea en detrimento de todos los demás.
Sin embargo, quienes están perpetrando el crimen, seguramente aprovecharán esta “Semana Mayor” —porque es de la mayor holganza— para ponerse a mano con Dios. Se los verá en templos y rezarán con entusiasmo, pues todos hacen alarde de ser buenos católicos pasándose por el arco de triunfo los preceptos fundamentales de Aquel, cuya muerte conmemoran con tantos aspavientos.
Temaca, nombre cariñoso de Temacapulín, es un poblado precioso sito en esa comarca que no sabemos bien a bien si es alteña o cazcana, con muchos, muchísimos años de existencia, el cual perecerá ahogado para darle agua a los empresarios cuates de Vicente Fox, en la ciudad de León. Para ello se han esgrimido muchos argumentos, pero de lo que nadie habla es del proyecto original de la presa, con 25 metros menos en la cortina, que acumularía agua suficiente para el regadío racional y dejaría en paz y en mejores condiciones de vida a Temaca, con todo y su añeja iglesia y el famoso Cristo al que tan bellamente le cantó Alfredo R. Plascencia.
Por fortuna, queda un rayo de esperanza en las voces que todavía se oyen de “¡salvemos a Temaca! frente a la prepotencia y la estulticia gubernamental que no atina a decir nada más coherente de que “de que va, va”.
Tenacata es el nombre cariñoso con que nos referíamos a Tenacatita, una de las playas más lindas del Océano Pacífico, al que solíamos ir un par de veces al año a pasar buenas temporadas sin alterar en lo más mínimo lo que ahora se denomina el “ecosistema”. Nadie recuerda ya que en sus aguas se bañó la reina de Inglaterra, Isabel II, después de que su staff hizo un cuidadoso estudio de las temperaturas y la limpieza del agua, las corrientes y el entorno natural. Llegó en su yate de vacaciones, atracó y zarpó.
¡Pues un buen día apareció una reja! Nadie pasa ahora, de no ser con autorización, no del Gobierno, sino de un honrado y pío empresario tapatío que, además ocupa y ha ocupado cargos representativos de su comunidad.
Así: sin más, se procede al secuestro de una playa mexicana a efecto de esconder —¡claro!— un fraccionamiento que, por su ubicación entre el terreno federal de la playa y el federal de un estero, habla muy mal de la honradez de nuestros líderes económicos.
Por fortuna, también, hay un rayo de esperanza en la defensa de los ejidatarios, pero ni en este caso ni en el otro podemos ser optimistas: la danza de millones es demasiado grande.
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