México
Cuatro años después
A la distancia va quedando claro que si algo prevaleció fue el autoritarismo
A la distancia va quedando claro que si algo prevaleció fue el autoritarismo. Querían construir un aeropuerto bajo una consulta amañada, y cuando ésta se hizo en serio llegó la negativa, no sólo de los atenquenses, sino también de otras comunidades. Las autoridades optaron, entonces, por ofrecer miserias por tierras que para los habitantes son su historia y su vida. Para las autoridades era un pedazo de tierra más en las que les daba igual colocar un aeropuerto que un centro comercial. Nunca entendieron el valor que para una comunidad puede tener desde el árbol de la esquina hasta el kiosco. Es su pasado y es su forma de vida. Las autoridades se aparecieron bajo el signo de la modernidad sin imaginar que la defensa de la tierra iba a cohesionar aún más a la población.
San Salvador Atenco fue visto durante mucho tiempo como un conflicto entre un Gobierno que buscaba la modernidad y una bola de intransigentes. Los medios tuvimos mucho que ver en todo esto. A la pregunta sobre si son privilegiados por la decisión de la Corte, Ignacio y Felipe prefieren no entrar en la polémica y recuerdan que “la protesta no debe criminalizarse”, cuestionando los intereses que pueden estar detrás de estas opiniones.
Es evidente que de no haberse dado la movilización que se dio, los 12 detenidos seguirían en la cárcel. Más que un acto de justicia lo que se hizo fue liberarlos. La justicia vendrá cuando los responsables de la tortura, las detenciones fuera de la ley, y los violadores y abusadores sexuales de las mujeres de Atenco respondan por lo que decidieron e hicieron.
Ignacio y Felipe, junto con sus extraordinarias mujeres doña Trini y doña Catalina, empiezan a descansar después de más de cuatro de años. Lo que pasó en Atenco no le viene bien a nadie. Lo importante es la reconciliación. Está en todos: en las autoridades estatales, federales y en los atenquenses. En Atenco lo que quieren, como hace nueve años, es que los dejen trabajar, que les respeten su tierra y que los dejen vivir.
¡OOOUUUUCHCHCH! Era el inicio de una celebración contenida. De repente un personaje acaparó la atención. “Ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó”, gritaba. Gabino no estaba en su proclama. Estuvo no más de 10 minutos y desapareció con su larga melena inconfundible.
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