México

Crónicas desde Colombia

Álvaro Uribe no sólo desmanteló los cárteles de la droga, se enfrentó de lleno a la guerrilla y desmanteló a los paramilitares

BOGOTÁ.- Indudablemente Colombia ha cambiado muchísimo en los últimos 10 años. Era uno de los países más peligrosos del planeta, con una de las fuerzas armadas mas cuestionadas por violaciones de derechos humanos.

Hace una década, los colombianos eran rehenes en su propio país. Era casi imposible viajar a los centros turísticos, playas, ir al campo o a sus “fincas” (ranchos) sin correr grandes riesgos de ser víctimas de las famosas “pescas milagrosas”, en donde la guerrilla podía detener a decenas de personas y seleccionar aquellas que podía intercambiar por dinero.

En esos tiempos Bogotá, como capital, era de las más inseguras del mundo. No sólo por la amenaza de atentados del crimen organizado, pero la delincuencia común también se había apoderado de la ciudad. Ni hablar de la narcoviolencia.

Carros bomba se instalaban en centros comerciales, parques y en cualquier lugar que aseguraba terror y muerte en la población civil. Durante los cinco años que su servidora vivió en Bogotá a principios de los 90, escuche desde mi apartamento la detonación de cinco carros bomba. Una de ellas explotó a menos de una cuadra enfrente de un cine.

En estos 10 años Colombia no sólo enfrentó a poderosos y peligrosas organizaciones de narcotraficantes, sino también dos grupos guerrilleros y varios grupos de paramilitares. Colombia sí fue declarado en su momento como un Estado fallido.

A partir de este sábado, Juan Manuel Santos será el nuevo presidente de Colombia, reemplazando a Álvaro Uribe, quién fue presidente de este país andino por ocho años (dos términos) saliendo con más de 70% de popularidad en las encuestas.

 Durante su administración, Álvaro Uribe no sólo desmanteló los cárteles de la droga, se enfrentó de lleno a la guerrilla y desmanteló a los paramilitares.

Los colombianos pudieron de nuevo viajar por su país, redujo dramáticamente el secuestro y la violencia. Visité esta semana la ciudad de Medellín, considerada una de las ciudades más peligrosas en el mundo pues en 1991 tenía un índice de homicidios per cápita de 381 asesinatos por 100 mil habitantes, en 2007 llego a tener 27 homicidios por 100 mil.

En la ciudad de Bogotá, los homicidios cayeron a menos de 20 por cada 100 mil.

Lo fundamental es entender que este cambio en Colombia no sucedió de un día para otro.

O sea, que para que empecemos a hablar de un México nuevo y transparente, también hay que señalar que la transformación se debió en gran parte a una clase política que decidió ser responsable ante la crisis que vivía su país.

La tragedia de Colombia permitió que surgieran grandes liderazgos en el ámbito gubernamental, político y empresarial.

 Y este es el problema que enfrentamos en México en este momento, las reformas a largo plazo que permitan esta transformación no existen, una clase política responsable menos.

Pero sobre todo, nos tenemos que preguntar ¿donde están nuestros líderes ante este momento? Desaparecidos.
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