México

Coyotes convertidos en dragones

Cualquiera creería que no es lo mismo pasar 10 guatemaltecos por Chiapas que internar un avión con 15 iraquíes o 60 chinos

Salim Boughader, restaurantero mexicano de ascendencia libanesa, fue sentenciado en 2008 por encabezar una red que internaba iraquíes y libaneses a Estados Unidos. El arresto respondió al trabajo de investigación del Departamento de Estado norteamericano, porque Salim había traficado a miembros de Hezbollah de Tijuana a San Diego. Cualquiera creería que no es lo mismo pasar 10 guatemaltecos por Chiapas que internar un avión con 15 iraquíes o 60 chinos por los aeropuertos más vigilados de México. De alguna manera sí lo es.

Hace unos días arrestaron a 15 agentes de migración del aeropuerto de Cancún por haber permitido la entrada a 35 personas chinas con pasaportes falsos, que volaron de su país hasta Cuba, entrando vía Cancún con destino final en Guadalajara.

Quintana Roo es el centro de operaciones de las mafias de traficantes de personas desde hace una década. Las mafias cubanas se instalaron en la isla de Cozumel hace años y más tarde se vincularon a los narcotraficantes mexicanos que les venden el paso franco por sus propias rutas, incluida la protección de altos mandos migratorios. Sus centros operativos son los puertos aéreos de Cancún y Ciudad de México.

En 2007 llegaron a Cancún 35 chinos indocumentados en el vuelo 063 de Air Europa. Embarcaron sin problema en Madrid. De todos los agentes de Migración arrestados ninguno ha sido sentenciado, y las redes de traficantes quedaron intocadas. Por esa razón es que Cecilia Romero, la comisionada del Instituto Nacional de Migración (INM), informó antier “no en todos los casos hemos logrado concretar una denuncia como ahora, y no siempre se puede integrar una averiguación previa de manera adecuada”. Ella intuye el resultado, sabe que basarán la “investigación” en los dichos de quienes no conocen a los traficantes, porque ellos son sólo un eslabón de la red internacional. Las investigaciones casi siempre se quedan en los eslabones perdidos.

Bastaría investigar a los miles de empresarios reconocidos que recurren a la mano de obra grupal ilícita, particularmente restauranteros, hoteleros, maquiladores y constructores. Comprar ilegales “desechables” bajo pedido les permite evitar contratos y el pago de prestaciones, saben que no se organizarán ni les protegerá un sindicato ante jornadas laborales de 14 horas, que dormirán en el piso de barracas improvisadas y que no hablan el idioma para pedir ayuda.

La laxitud ante los delitos cometidos por empresarios que contratan ilegales bajo pedido no es exclusiva de nuestro país, sin embargo este fenómeno de aviones cargados de personas chinas se diferencia de la migración ilegal tradicional. Los migrantes latinos contratan coyotes y cuentan con la corrupción para pasar la frontera, se juegan la vida ante la pobreza y la falta de oportunidades. El caso de los chinos tiene el mismo origen económico, pero los patrones delincuenciales son diferentes. La demanda específica de un número determinado de trabajadores con ciertas características se origina en empresas que generan la esclavitud.

Contratan charters y pagan a brokers que manejan una empresa criminal a la luz del día. Lo cierto es que los buenos criminólogos de la Procuraduría General de la República (PGR), que sí los hay, podrían investigar el lavado de dinero, a las aerolíneas, el enriquecimiento subrepticio de ciertos empresarios, de agentes migratorios y de administradores de los aeropuertos. Allí está el secreto a la vista de todos; lo demás es amarrar al coyote y dejar libre al dragón.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando