México
Contó el ejército con reslpado social en México 68
Luego de la toma de CU, la Presidencia recibió correspondencia de ciudadanos con diversas posturas, muchas en contra y otros más en favor de reprimir el movimiento
“Maldito asesino”. Con bolígrafo, otra mano sentenció: “Perro asqueroso”.
Sin embargo, al recrudecerse los enfrentamientos de estudiantes con granaderos y soldados, a partir de la toma de Ciudad Universitaria, la Presidencia de la República recibió miles de telegramas y de cartas de aprobación a Díaz Ordaz, a quien sus adeptos lo calificaban de patriota, por aplastar “a los comunistas”.
Las quejas por el baño de sangre que ya se daba en septiembre, y que amenazaba con ir a más, también se dirigieron al Palacio Nacional, muchas sin nombre y dirección del remitente, y todas fueron enviadas, a su vez, al secretario de Gobernación, Luis Echeverría para darles seguimiento.
Había quienes bendecían a Díaz Ordaz y le expresaban su respaldo; en el extremo, se expresó la condena al uso de la fuerza contra los estudiantes, con indignación o también en una manera cortés de súplica a no seguir con la violencia.
En las cajas 501 y 502 del fondo documental de la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, del Archivo General de la Nación (AGN), están resguardados los miles de telegramas y cartas que le escribieron al mandatario desde colonias residenciales, barrios populares, desde las ciudades de la República, ejidos, rancherías.
Los mensajes de extranjeros, desprovistos de rabia anticomunista o clamor por una salida pacífica, defendieron el respeto a las garantías individuales y avisaron de la cancelación de visitas a México, como reprobación al derramamiento de sangre.
En los últimos días de septiembre, cuando ya habían transcurrido 64 días de conflicto, empezó a subir la tensión en el movimiento estudiantil, que sin diálogo ni respuestas positivas a sus seis demandas, se negaba a claudicar.
En la caja 501 se conserva el telegrama de Salvador Abascal, del 19 de septiembre: “Lo felicitamos mis once hijos, mi esposa y su servidor por última medida tomada (ocupación militar de la CU) para conjurar amenaza comunista”. Y sugiere “que con la debida energía domine usted situación”.
El anticomunista Salvador Borrego, envió unas líneas “Como mexicano, celebro que la universidad haya sido rescatada por el Ejército. Respetuosamente”.
Más telegramas celebran los golpes asestados al movimiento estudiantil: “Medida atinada, señor”. “La agitación de malos mexicanos quedó aplastada”. “El reino de la paz, justica, honradez, única bandera de su gobierno”. “Acepte mi modesta adhesión a su conducta altamente patriótica”. “Aplaudo intervención”. “México necesita orden”. “Me pongo a sus órdenes, incondicionalmente”, referían.
La caja 502 también conserva testimonios de aceptación y rechazo al uso de la fuerza.
Decenas de formatos, reproducidos en mimeógrafo, fueron enviados con la “protesta enérgica ante bochornosa actitud Ejército contra Universidad”.
El 3 de octubre, al calor de la masacre, Salvador Sauvinet Bonhora, asegura: “El pueblo verdadero felicita a vuestros colaboradores por haber cumplido por fin con su deber”.
No obstante, para Miguel Alessio Valenzuela Heredia, ese mismo día, “urgen medidas más enérgicas contra cerebros (que) dirigen actos terroristas (en) esta ciudad”.
El 8 de octubre, el señor Raúl Monterrubio lamenta: “Lo de Tlatelolco, muy grave. Reclama careo minucioso y castigo ejemplar. Gracias señor Presidente”.
Un manuscrito del ejido La Carreta, de San Fernando, Tamaulipas, enfrenta a Gustavo Díaz Ordaz, el 17 de octubre: “Protestamos por represalia contra el movimiento estudiantil y solicitamos de usted su intervención para que cese toda agresión”.
Y los mensajes siguieron llegando, aun en diciembre, con un tono recurrente: “No ceda por ningún motivo, ante ese pliego absurdo (de los) revoltosos”.
Eran las cartas y telegramas que recibía el presidente, protagonista, también del 68.
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