México
Con qué cara…
Una vez más, los jaliscienses somos testigos de la estulticia de nuestra clase política, de su mezquindad
En primer lugar, las exhortaciones son como las llamadas a misa y, en segundo ¿con qué cara los diputados, que tienen una larga lista de iniciativas pendientes en materia de seguridad y justicia, llaman al Poder Ejecutivo a actuar?
Y no sólo eso: resulta que el acuerdo original era entre legisladores panistas para exigir al presidente municipal de Guadalajara, priista, que asumiera la responsabilidad que le corresponde en la lucha contra la delincuencia. Después del desgarre de vestiduras de rigor, se pusieron de acuerdo para exhortar a todos. Y a los diputados ¿quién? Y ¿servirá de algo? Por favor.
Una vez más, los jaliscienses somos testigos de la estulticia de nuestra clase política, de su mezquindad. Mientras en estados como Nuevo León toda la sociedad se une con un propósito y el llamado es a cerrar filas; aquí se la han pasado echándose la bolita y las medidas concretas no prosperan o avanzan a ritmo tortuguil.
La situación es grave. No se la pueden pasar esquivando el problema, ni consolándose con que en otros estados están peor. ¿Pues qué hemos hecho los jaliscienses para tener esta clase política? Y que no digan que tenemos al Gobierno que merecemos. Nadie vota deliberadamente
por el peor.
La elección de los gobernantes es un acto de buena fe. Y que no digan tampoco que a la sociedad le hace falta exigir. Se exige, en lo individual y a través de organismos no gubernamentales, y todos los señalamientos son descalificados, todos. No me ha tocado ver que alguno sea atendido.
Por supuesto, después de la exhortación la andanada de críticas no se hizo esperar y el presidente del Congreso atina a decir que a partir del lunes próximo se van a reunir (apenas) las comisiones de Seguridad, Justicia y Puntos Constitucionales para concretar un dictamen de por lo menos seis de 15 iniciativas enviadas desde hace ¿siglos? por el Ejecutivo estatal en materia de seguridad. No, no tienen cara.
Cómo me gustaría que cada servidor público hiciera su trabajo, simplemente que correspondiera a los impuestos que pagamos a tiempo todos los contribuyentes cautivos acosados además por la precariedad del empleo y la avalancha de pagos y más pagos: luz, agua, alimentos, tenencia, refrendo, predial, educación, transporte, salud, vestido, vivienda y las pérdidas por la bajísima calidad de los servicios… y las multas y recargos por los retrasos.
Ahí sí no hay concesiones ni treguas, todo el peso de la ley para los morosos. Nadie hay en el Gobierno que haga una exhortación por las mayorías, un punto de acuerdo, mucho menos que emprenda o promueva acciones.
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