México
Compradores de mujeres
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) se atrevió a hacer lo impensable
pederastas en la capital.
Lo que hace la PGJDF es parte de una campaña global que apenas comienza.
Durante décadas las leyes han sido elaboradas para crear confusión, pero sobre todo para proteger a los clientes y a los lenones. En muchos estados del país el lenocinio es, y fue durante años, una falta administrativa, no un delito. Policías extorsionadores, jueces suavecitos y ministerios públicos amables, políticos y periodistas no solamente han sido históricamente parte de la cadena de protección de la explotación sexual; también son clientes. Víctor Malarek revela que en las redadas a sitios de prostitución ilegal, 90% de las arrestadas son prostitutas y víctimas. Según el especialista, existe una hermandad masculina en todo el mundo que avala, protege y persiste en normalizar el hecho de que millones de hombres consideren normal, bueno y romántico comprar adolescentes y niñas para tener sexo.
El perfil de las víctimas ya está bien estudiado. Cada vez son más pequeñas por una simple razón: son más fáciles de controlar y les resulta más difícil explicar lo que sus victimarios les hacen. Particularmente en una cultura adultocéntrica que no les cree a las y los menores de edad.
La agencia CIMAC está estudiando a los tratantes y clientes. ¿Quiénes son y cómo piensan? Sus orígenes y costumbres revelan que el desprecio a la dignidad de mujeres y niñas es central en el fortalecimiento de esta industria delictiva.
De 80 mil clientes en el Distrito Federal (estimando que hay tres tarifas base: 300, 200 y 100 pesos) y que en promedio cada chica trabaja siete clientes diarios cinco días a la semana por 52 semanas, las ganancias llegan a 2.4 mil millones de dólares. Si como todo negocio tiene una utilidad real de 20%, esto equivale a 480 millones de dólares. La PGJDF dio en el clavo, esperemos ahora la reacción de esta poderosa industria.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) se atrevió a hacer lo impensable: comenzó a cerrar moteles, hoteles y loncherías manejadas por tratantes que explotan a niñas y adolescentes menores de edad. Uno de los casos que más conmoción causó es el de una pequeña de cuatro años vendida por su madre a
Lo que hace la PGJDF es parte de una campaña global que apenas comienza.
Durante décadas las leyes han sido elaboradas para crear confusión, pero sobre todo para proteger a los clientes y a los lenones. En muchos estados del país el lenocinio es, y fue durante años, una falta administrativa, no un delito. Policías extorsionadores, jueces suavecitos y ministerios públicos amables, políticos y periodistas no solamente han sido históricamente parte de la cadena de protección de la explotación sexual; también son clientes. Víctor Malarek revela que en las redadas a sitios de prostitución ilegal, 90% de las arrestadas son prostitutas y víctimas. Según el especialista, existe una hermandad masculina en todo el mundo que avala, protege y persiste en normalizar el hecho de que millones de hombres consideren normal, bueno y romántico comprar adolescentes y niñas para tener sexo.
El perfil de las víctimas ya está bien estudiado. Cada vez son más pequeñas por una simple razón: son más fáciles de controlar y les resulta más difícil explicar lo que sus victimarios les hacen. Particularmente en una cultura adultocéntrica que no les cree a las y los menores de edad.
La agencia CIMAC está estudiando a los tratantes y clientes. ¿Quiénes son y cómo piensan? Sus orígenes y costumbres revelan que el desprecio a la dignidad de mujeres y niñas es central en el fortalecimiento de esta industria delictiva.
De 80 mil clientes en el Distrito Federal (estimando que hay tres tarifas base: 300, 200 y 100 pesos) y que en promedio cada chica trabaja siete clientes diarios cinco días a la semana por 52 semanas, las ganancias llegan a 2.4 mil millones de dólares. Si como todo negocio tiene una utilidad real de 20%, esto equivale a 480 millones de dólares. La PGJDF dio en el clavo, esperemos ahora la reacción de esta poderosa industria.
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