México
Cómo vivió el ''Jefe Diego'' su secuestro
Desde el primer momento de su captura, el apodado ''Jefe Diego'' informó al grupo armado quién de sus familiares debía llevar la negociación del rescate
Las tijeritas halladas eran las que siempre portaba para afinarse la barba y nunca se inyectó ningún chip que le hubieran extirpado, como se especuló. Así que no pocas veces pensaron que no lo encontrarían nunca, que probablemente a los criminales se les habría “pasado la mano” en el forcejeo de su captura y lo enterrarían en algún sitio que jamás sería descubierto.
Hasta que recibieron la primera comunicación días después supieron que había sobrevivido y estaba atrapado por guerrilleros profesionales del secuestro, seguramente una escisión del “Ejército Popular Revolucionario” (EPR) llamada “Ejército de Liberación Nacional” (ELN), homólogo de los colombianos.
Se los reveló el secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna. Lo dedujo por el modus operandi de los delincuentes y sobre todo al comparar las imágenes de otras víctimas de ese grupo con la primera foto del ex senador, distribuida bajo el alias de “Los Misteriosos Desaparecedores” el 20 de mayo: fondo negro de plástico, torso desnudo, ojos vendados con pañoleta.
Según contó Fernández de Cevallos a íntimos y autoridades de primer nivel, 90% de los siete meses que duró su secuestro los pasó acostado, porque el espacio a donde fue confinado no le permitía otra posición. Para no perder movilidad hacía ejercicios. Le daban un bote con agua y una esponja para bañarse, y en otro bote con una bolsa de plástico cubría sus necesidades fisiológicas. En contraste, lo alimentaron bien y atendieron cualquier molestia de salud que le aquejó.
Desde el primer momento de su captura, el apodado “Jefe Diego” informó al grupo armado quién de sus familiares debía llevar la negociación del rescate. Cuentan que en un intento por acelerar el arreglo declaró a los criminales un listado de su patrimonio y les dijo: “Esto es lo que hay, vamos cerrándolo de una vez”.
Según las mismas fuentes, para su liberación le dieron una tarjeta telefónica y lo soltaron en despoblado, a media hora a pie del punto más cercano. Que fue recuperando el caminar, literalmente pasito a pasito, hasta toparse con la primera caseta telefónica desde donde llamó para que fueran por él. En lo que llegaban, se acercó a la peluquería del lugar y se cortó el pelo “porque no podía yo parecer un pordiosero”, pero no la barba “para dejar constancia del tiempo que pasó”.
El dinero en efectivo que se entregó a cambio de su libertad —estiman autoridades que han seguido este tipo de plagios de alto impacto— ya está seguramente en Estados Unidos desde donde se envía por goteo en remesas.
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