México
Como siempre
No era profunda ni perfecta, nada para pensar en una auténtica reforma del Estado tan necesaria y urgente, pero era algo
No era profunda ni perfecta, nada para pensar en una auténtica reforma del Estado tan necesaria y urgente, pero era algo. Sin embargo, los tiempos electorales pesaron mucho más… como siempre.
Sin embargo, con los cambios aprobados en la Cámara Alta por lo menos se daba el aval para la discusión en los estados de la República de la reelección de munícipes y se abrían espacios para la participación ciudadana en lo que se ha dado en llamar “democracia participativa”, una especialidad de la democracia que tiene su origen en la falta de representación social que le corresponde a la clase política.
Sobre el envío al mismo cementerio de las iniciativas de reforma laboral y a la Ley de Seguridad Nacional, pues es algo para celebrar, porque ambas incluían disposiciones severamente cuestionadas por la sociedad civil, como, entre otras, la militarización del país y la posibilidad de cancelar garantías individuales de manera discrecional.
Está bien entonces que no se hayan aprobado estas dos últimas, pero igual siguen pendientes reformas, urgentes también, relativas al sistema de seguridad y justicia en México, salvo la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita y de Financiamiento al Terreno, mejor conocida como ley contra el lavado de dinero.
Independientemente del contenido de las iniciativas y de si fue bueno o no posponer su discusión, una vez más somos testigos del modus operandi del Poder Legislativo, que no representa a la sociedad, aunque ése sea el mandato constitucional, sino a los partidos políticos que lo tienen tomado para sus intereses. Y también nos confirma la falta de eficacia del Ejecutivo federal en la presentación de iniciativas de ley de diversas materias.
En el caso específico de la reforma política, se presentó con bombos y platillos en diciembre de 2009 y, si bien los legisladores avanzaron en su discusión todo ese tiempo (a la velocidad de un caracol), pues de todas maneras no pasó en este periodo ordinario, y el proceso electoral para las elecciones de 2012 arrancará en octubre de este año, es decir, a un mes aproximadamente del inicio del siguiente periodo ordinario de sesiones, cuando además los legisladores ya tendrán encima el paquete económico.
Quién sabe: todavía se podría convocar a un periodo extraordinario, pero lo más probable es que se deje así, por tiempo indefinido, porque elecciones hay siempre en todo el país y, para los partidos, todas son importantes, todas son termómetro y significan, invariablemente, la posibilidad de recuperar o acumular poder… como siempre. La pregunta es: ¿hasta cuándo tolerará esto la sociedad mexicana?
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