México
Cambiemos de tema
Para reconocer un problema hay que nombrarlo. Un problema existe en el momento que somos capaces de entenderlo y de ponerle nombre. Pero para solucionarlo hay que superarlo
La guerra al narco pasó de ser una cruzada presidencial a la madre de todas las batallas. Por supuesto que no es cierto que en el país no suceda otra cosa ni que lo más importante que suceda en este país sea el narco, pero a fuerza de repetirlo todo el día, todos los días, nos volvimos monotemáticos. El problema de cerrar los temas es que con ello cerramos también las esperanzas. Siguiendo la metáfora de las puertas de Sergio Fajardo, el ex alcalde de Medellín, el problema estriba en que los jóvenes tienen frente a sí la gran puerta del narcotráfico y pocas, o incluso ninguna, más. La tarea del Estado es en este sentido abrir nuevas puertas a los jóvenes para que al menos exista una alternativa distinta al narco. Cuando en términos culturales la ventana al mundo del narco es mayor que la ventana de la literatura (casi ocho a una en nuestra librería ejemplo, que sin duda no es representativa pero sí ilustrativa) el problema es que nos están ganando la batalla cultural, aunque (suponiendo sin conceder) podamos ir ganando la guerra en el campo de batalla y en la calle.
Para reconocer un problema hay que nombrarlo. Un problema existe en el momento que somos capaces de entenderlo y de ponerle nombre. Pero para solucionarlo hay que superarlo. Sólo cuando seamos capaces de ver el país más allá del narco comenzaremos a vislumbrar las soluciones.
Decía un amigo, cuando todos llegábamos al punto de terquedad infranqueable en una discusión, “si no podemos cambiar al mundo, al menos cambiemos de tema”. Mientras los mexicanos no cambiemos de tema, el narco nos seguirá ganando la batalla cultural. Cambiar de tema no soluciona el problema de seguridad, pero sí nos ayudará a verlo en perspectiva. La literatura y la poesía no van a evitar las muertes ni los asesinatos absurdos, ni las injusticias ni la violencia inútil, ni la hipocresía de las autoridades ni el riesgo de los jóvenes, ni el miedo de los padres, pero nos abrirán la cabeza y le darán un sentido distinto al futuro.
Cambiemos de tema.
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