México

Camacho y la izquierda

Pocos han reparado en la trascendencia de la reunificación de la llamada izquierda mexicana

En la vorágine presupuestal que ocupa a la derecha, a la izquierda y al Partido Revolucionario Institucional ( PRI) en el Congreso —y que confirma la pequeña estatura de legisladores y partidos políticos—, pocos han reparado en la trascendencia de la reunificación de la llamada izquierda mexicana.

Tampoco se ha cuestionado lo curioso que resulta —por decirlo suave— que la reunificación que pretende esa izquierda en el nuevo siglo mexicano la coordine un reputado ex priista y ex salinista como Manuel Camacho, artífice de la persecución del Frente Democrático Nacional (FDN), del fraude electoral de 1988, y principal obstáculo para la fundación del Partido de la Revolución Democrática ( PRD) en 1989.

Más aún, parece no importarle a nadie que eso que hoy llaman “la izquierda mexicana” la integren partidos como el del Trabajo (PT) y Convergencia; groseras empresas familiares nada democráticas, verticales, autoritarias y cuyos patriarcas —Alberto Anaya y Dante Delgado— son reconocidos pillos del viejo cuño tricolor. El PT es invento de Carlos Salinas, mientras que Convergencia nació de las venganzas de Dante ante los embates de Ernesto Zedillo. El mismo priismo de los noventa, sólo que revolcado.

¿Y qué decir del PRD hegemónico, el de Los Chuchos? Resulta que es herencia de un partido “paraestatal”, creado por el PRI para simular oposición de izquierda. Los Chuchos vienen del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de Aguilar Talamantes, otro pillo de la política del PRI. Pues todo eso será la nueva izquierda mexicana que tratará de competir con el PRI de Manlio Fabio Beltrones, de Beatriz Paredes y de Enrique Peña Nieto. ¿Qué diferencia existe entre uno y otro?

Entre el PRI de Beltrones, Paredes y Peña y el PRD de Camacho, Anaya, Dante, Ortega y Marcelo Ebrard. ¿No será que el viejo PRI de los años noventa hoy asaltó a la nueva izquierda? ¿Cuántos de los ideólogos de la vieja izquierda hoy tragan sapos y serpientes, hacen como que la Virgen les habla, disimulan ante el fracaso de la izquierda? ¿O cuántos se niegan a reconocer que el PRI se tragó a la izquierda?

Una estampa del Camacho de los años noventa. El entonces vocero de San Lázaro en la LIV Legislatura, Pedro Pablo Treviño —a quien impuso en el cargo Otto Granados—, convocó a su casa a un grupo de periodistas para platicar con “Manuel”, entonces regente del Distrito Federal. Camacho comparecería ante diputados y pretendía “sensibilizar” a los reporteros de la fuente.

Manuel llegó tarde. En la charla habló mal, muy mal y… pestes de la izquierda; de Cárdenas, Muñoz Ledo, Pablo Gómez y de muchos otros. Resentidos que no merecen la menor confianza, dijo. Y habló maravillas del Partido Acción Nacional (PAN), partido confiable y aliado.

¿A cuál Camacho creerle, al de los noventa o al de 2009? Los milagros y el poder. Y así pretenden que la sociedad crea farsas como la toma de San Lázaro por el PT y Convergencia. ¿Ésa farsa es la izquierda?
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