México

Calderón en Washington

Si el diálogo entre presidentes es importante, dialogar con el Congreso estadounidense es un imperativo

Una vez más se dio una visita del Presidente Calderón a Estados Unidos y un encuentro con su homólogo estadounidense, el presidente Barack Obama, y una vez más se escucharon las preguntas. ¿A qué va? ¿Por qué ahora? ¿De qué sirve? y los sospechosismos de la gente que cree que el Presidente va porque “lo llaman de Washington a rendir cuentas” o que va a continuar con el “servilismo de México”.

En general los encuentros presidenciales siempre deben ser bienvenidos. Las reuniones entre los presidentes de dos países son una oportunidad que, bien usadas, permiten destrabar temas que se encuentran congelados en una relación entre dos países.

Es cierto, la relación bilateral entre México y Estados Unidos tiene un andamiaje burocrático inmenso. Son miles los burócratas del Poder Ejecutivo quienes se encargan todos los días de darle continuidad —o de complicar— la relación. Desde los embajadores Arturo Sarukhán y Carlos Pascual hasta los agentes aduanales de ambos lados de la frontera, todos con sus distintas responsabilidades se encargan de mantener esta relación a flote. Y sin embargo, en cualquier relación bilateral, y en específico en la de México y Estados Unidos, se necesita siempre el toque final: el diálogo constante entre los presidentes y la supervisión permanente de ambos.

El de esta semana tal vez haya sido uno de los más difíciles encuentros entre los mandatarios. Se dio en la coyuntura de los asesinatos recientes de dos agentes estadounidenses en territorio mexicano, bajo el contexto de la revelación de los WikiLeaks mexicanos, que ha ido dando a conocer el diario “La Jornada”, y en la desacreditación del embajador estadounidense en México, Carlos Pascual, a quien de plano el Presidente Calderón ha llamado ignorante y pedido su remoción al presidente Obama.

Y tal vez más importante, esta visita se dio también a semanas de que la oposición republicana tomara la Cámara de Representantes en Washington, creando una nueva dinámica del poder en Estados Unidos, ante la cual la relación bilateral con México ya se está viendo afectada. Apenas hace unos días, el liderazgo republicano en el Congreso impidió la autorización al gobierno de Obama para que pudiese llevar un registro de compradores y vendedores de armas de calibre mayor al 22 en cuatro estados fronterizos. Con ello, Obama quería ayudar a rastrear el tráfico de armas que de manera ilegal entra a México.

Sin embargo, y pese a ese contexto, lo más importante de la visita fue que los presidentes de ambos países anunciaron la solución al conflicto que desde hace 16 años existe en torno a la entrada de tráilers mexicanos a Estados Unidos, y el hecho de que el Presidente Calderón se reuniera con John Boehner, el líder republicano en la Cámara de Representantes.

Si el diálogo entre presidentes es importante, dialogar con el Congreso estadounidense es un imperativo. El representante Boehner tiene hoy el control del tráfico legislativo y por él pasarán decisiones fundamentales para la relación bilateral, como si se vota o no una reforma migratoria.

Por último, este encuentro entre los presidentes Calderón y Obama fue de las últimas ocasiones en las que ambos se reunirán antes de que arranque oficialmente el calendario electoral a ambos lados de la frontera. Obama ya está en campaña por la reelección y Calderón enfrentará la sucesión presidencial el año que entra. Ambos presidentes se concentrarán en asuntos domésticos y la relación bilateral será sometida a un enorme escrutinio durante las campañas electorales. La violencia en México será de los temas dominantes en la elección estadounidense, y la guerra contra el narcotráfico dominará tal vez la elección presidencial mexicana. Por ello, el encuentro de esta semana se dio bajo un escenario tenso, pero fue una última ventana antes de que venga el terremoto electoral para ambos presidentes.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando