México

Arcadio Poveda: un apasionado de las estrellas

Personaje fundamental de la astronomía en México; su primer artículo de divulgación científica lo publicó a los 15 años

CIUDAD DE MÉXICO (15/AGO/2011).- A sus 81 años, el doctor Arcadio Poveda, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Premio Nacional de Ciencias en 1975, miembro del Colegio Nacional desde 1985 y uno de los astrónomos más reconocidos del país, no deja de hacer investigación ni divulgación, ni de dirigir tesis.

“Sigo activo, afortunadamente, porque la salud me lo permite. Esta es mi vocación, y mientras pueda continuaré ejerciéndola”.

Su interés en la astronomía surgió en la adolescencia, cuando su padre le explicaba, mientras paseaban despreocupadamente por la playa de Puerto Progreso, Yucatán, que las estrellas tenían nombres, que había catálogos de ellas y, también, que las distintas fases de la Luna causaban las mareas.

“Aunque en mi casa de Mérida, donde nací, había libros de medicina, anatomía, patología, debido a que mi papá, Arcadio Poveda Cárdenas, era médico, los que más me interesaban eran los de divulgación científica, los de física”.

Cuando el joven Poveda iba a entrar en la secundaria, la familia se trasladó a Puerto Progreso por el trabajo del padre. Allí estudió en la única secundaria que había: la Karl Marx. En el verano, cuando la población de la ciudad llenaba las playas de Puerto Progreso, la familia Poveda volvía a Mérida.

“Mis vacaciones las pasaba leyendo y visitando la biblioteca pública y, en particular, una librería histórica: ‘La literaria’, que tenía una sección de libros de divulgación científica. Allí encontré uno de George Gamow: Nacimiento y muerte del Sol, que la gran editorial española Espasa-Calpe había traducido y publicado inmediatamente”.

El libro de Gamow trataba temas como la fuente de energía de las estrellas, los átomos y sus núcleos; e incluía comentarios sobre los últimos experimentos de Otto Hahn y Lise Meitner, en Alemania, relacionados con la fisión del uranio y las reacciones en cadena.

“Gracias a ese libro entendí lo que a nivel de divulgación había de esos temas entonces”.

El primer artículo


Los Poveda ya estaban viviendo otra vez en Mérida cuando el 6 de agosto de 1945 estalló la bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

“Yo tenía 15 años y estaba en tercero de secundaria, pero gracias a mis lecturas de Gamow tenía una idea aproximada de la física involucrada en esa bomba. Cierto día les expliqué a mis papás ‘esa cosa misteriosa’ de la bomba atómica, de la fisión del uranio, de las reacciones en cadena”, comenta el investigador universitario.

Sus padres estaban sorprendidos. De repente, su papá le dijo que si escribía un artículo sobre eso y su madre, maestra normalista, se lo corregía, él podría llevárselo a su amigo el “Gato” Lara, director del Diario del Sureste, para que lo publicara en el periódico.

El joven Poveda, entonces, se puso a escribir su primer artículo de divulgación científica, titulado “La bomba atómica, su mecanismo” y, después se lo dio a su madre, que lo corrigió, y ésta a su padre, que le añadió una nota en la que informaba que el autor tenía 15 años de edad. Cuando salió publicado, su madre les mandó una copia de él a tres de sus hermanos que vivían en la Ciudad de México.

“Uno de ellos, un abogado muy culto, me regaló un libro sobre la vida de Madame Curie. Disfruté mucho ese libro, lo leí y lo releí, y fue sembrando en mí un nuevo universo, una nueva posibilidad. Yo quería repetir un poco la vida de doña María Sklodowska, Madame Curie, e irme a estudiar física a París, estar en el Barrio Latino, en una buhardilla..., en fin, algo muy romántico”.

Por supuesto, sus padres no lo enviaron a París, pero uno de sus tíos, el médico Rubén Ricalde Gamboa, le ofreció hospedaje si decidía irse a estudiar a la Ciudad de México.

“La bomba atómica, su mecanismo” llamó mucho la atención, y al ingresar el joven Poveda en la preparatoria de la Universidad de Yucatán, los profesores ya sabían quién era.

“El de física me dijo en la primera clase: ‘Para que usted se divierta, pero tenga cuidado’, y me dio las llaves de los laboratorios de física. Me tuvo la confianza y yo estuve a la altura de esa confianza. Me divertí en los laboratorios. Me quedaba en ellos durante horas”.

En esos años, el Gobierno del Estado invitó a Mérida a varios intelectuales de la Ciudad de México, uno de los cuales era el doctor Carlos Graef Fernández, un físico egresado del Instituto Tecnológico de Massachusetts (ITM), que dio unas conferencias magistrales sobre física nuclear y la bomba atómica, astrofísica y cosmología.

Al final de cada conferencia, perseguía a Graef Fernández para hacerle preguntas.

Al investigador le llamó muchísimo la atención que el joven tuviera alguna información sobre esos temas.

“Al enterarse de que yo quería estudiar física, astronomía y matemáticas, me explicó que en la Ciudad de México, en la recién creada Facultad de Ciencias, podría estudiar física y matemáticas, no astronomía, pero que podría ir al Observatorio de Tacubaya y al recién creado Observatorio de Tonantzintla, en Puebla. También ofreció ayudarme con alguna beca”.

Estadía en la Ciudad de México


“Todas las mañanas tomaba el autobús Roma-Mérida-Chapultepec para ir al Palacio de Minería, porque ahí era donde se daban las clases. La Facultad de Ciencias no tenía un edificio propio, estaba ‘arrimada’ a Ingeniería”, rememora Arcadio Poveda.

Movimiento espacial
Disociación de sistemas dobles

CIUDAD DE MÉXICO.-
Una de las investigaciones de Poveda tiene que ver con estrellas dobles y múltiples, en particular con el proceso de disociación de esos sistemas estelares: A medida que viajan por la galaxia se encuentran con otras estrellas, objetos masivos (como nubes moleculares) y hoyos negros, y en cada encuentro experimentan una perturbación, un tirón gravitacional.

La suma de las perturbaciones hace que se incremente la energía de amarre de esas estrellas. Cabe decir que esta energía, que mantiene unidas a estas estrellas, es negativa.

Las perturbaciones que experimenta la estrella binaria mientras navega por la galaxia van modificando esta energía y tienden a hacerla menos negativa, hasta que llega un momento en que se vuelve positiva y aquéllas se disocian y cada una sigue su camino. “Desde hace mucho tiempo estoy interesado en este problema; a veces lo dejo y luego lo retomo, como ahora, cuando estoy en la etapa de encontrar nuevos resultados, en particular cómo la distribución inicial de las separaciones se modifica como resultado de estos encuentros, cómo las estrellas binarias se van disociando con el paso del tiempo, tanto las que están en el disco de la galaxia como las que se mueven en su halo”.

Estudia las velocidades con que se mueven las estrellas en esos dos entornos. “El disco de la galaxia es esa banda blanquecina que vemos en una noche oscura y despejada, y que llamamos Vía Láctea o Camino de Santiago”.
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