México
¿Americana yo?
El tema de que los tacos, es los primero que extrañas cuando se abandona México, no es leyenda urbana, es una realidad
Acostumbrar el paladar al país de las hamburguesas y las papas fritas, resulta toda una aventura. En México, encuentras todo rápido… vas a la tienda de la esquina y problema resuelto para mitigar el hambre.
En Estados Unidos nada sabe igual. Por más esfuerzo que se haga, de verdad, el sabor de lo que quieran: tacos, tamales, tostadas, lo que sea, no se compara con lo que se elabora en México.
El otro día recordaba mis momentos de batalla laboral en Estados Unidos, que fueron pocos porque no aguanté. En aquella ocasión estaba en el comedor de la empresa tratando de quitar los chícharos atómicos (por aquello de que no son naturales) del platillo con arroz que compré en un lugar de comida rápida; una compañera originaria del Distrito Federal se sentó frente a mí con su contenedor de hielo seco, lo observó cuidadosamente, lo abrió y no quiero decirles la envidia e impotencia que sentí al ver lo que se iba a devorar… un chile relleno, con queso gratinado encima, acompañado de arroz en salsa verde.
“Dios, si existes, demuéstramelo y abre los caminos para poder alcanzar una de estas delicias”, pensé.
Aclaración: la gente de ascendencia mexicana que tiene tiempo viviendo en territorio americano, aprende a identificar los lugares en donde a través de la comida, recuerdan a su México lindo y querido.
“Compañera, ¿dónde compró su comida?”, le pregunté. No alcancé a retener el nombre raro del lugar, pero de inmediato me remontó a las cocinas económicas de México, a cualquiera que vende a 35 pesos el guisado con el agua fresca.” ¿Y cuánto le costó?”, insistí. ”Ocho dólares”, me contestó.
¿Ocho dólares?, ¿quién se está haciendo rico con estos antojos nostálgicos que recuerdan lo que algún día comí sin mayor problema?, reflexioné. Saquen cuentas, el salario mínimo en Estados Unidos varía de un estado a otro, pero la hora puede pagarse entre los cuatro, ocho y si bien te va, doce dólares. ”Chile por hora”, pensé y sin albur.
Así que, buscar el sazón mexicano es una tarea que requiere tiempo, y adaptarse al estilo de vida americano, llega a ser divertido… algunas veces.
Como aquella otra vez que tuvo que ver con la leche en estado de descomposición que tomé durante varios días. Corría el día 11 de diciembre y seguía renegando que hasta la leche sabía mal, diferente. Y sí… si me hubiera acordado que en Estados Unidos la fecha se escribe primero el mes, luego el día y al final el año.
El bote decía “the milk I bougth was expired 12/08/09”, es decir, “consúmase antes del día ocho”.
Total… así está México en la memoria de miles de compatriotas en Estados Unidos: tan lejos, tan cerca.
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