México

Amargo recuerdo

Los costeños no creyeron de su peligosidad, y ''Jova'' les marcó la vida

GUADALAJARA, JALISCO (16/OCT/2011).- Martes 4 de octubre. Tiempo antes se anunció su llegada, se dijo de calle en calle su nombre una y otra vez. Se les pidió prepararse. Hicieron caso omiso, ignoraron su capacidad destructiva.

Ella llegó a las costas de Jalisco, le dieron un nombre para diferenciar su actuar, lo repitieron repetidas veces y al paso se olvidó. Los incrédulos confiaban en que no reclamaría el espacio natural que poco a poco le fueron invadiendo.

Con fuertes vientos llegó al anochecer, golpeó las construcciones con el ímpetu del lobo, una y otra vez hasta derribarlas; con el paso de las horas, bajó por los montes invadiendo las casas, reclamando su territorio, reclamando compañía; de cinco se supo. con el tiempo probablemente se sepa de más víctimas.  

Acompañada del alba y exigiendo respeto, recordándoles su fuerza les cobijó fríamente y los hizo reunirse en construcciones que soportaran los vientos que le acompañaban, como los hermanos que no escucharon al mayor.

Los días pasan. Algunos habitantes aún juegan, sacan su tabla de surf para disfrutar de su arribo; otros tratan de salir de su camino, toman  unas cuantas pertenencias y las suben a sus autos. Ingenuos, les ha cortado los caminos, les ha separado las familias, ha tomado sus voces, sus ojos. De momento no saben más allá de sus poblados. Sólo entonces algunos han decidido partir hasta que ella se calme, hasta que se vaya; ahora le temen, hasta ese momento entendieron de lo que es capaz.

Satisfecha, sigue su camino. Les deja humedad más allá de sus ojos rasos; dentro de sus casas, en sus calles, en sus techos. De recuerdo, su nombre está grabado entre la arena.

Tres días después, con voluntad y tratando de sacar de entre escombros buen humor, toman lo que pueden recuperar. Algunos dicen su nombre con respeto a cada paso entre lodo y piedras, a cada palada de arena. Ahora sí la recuerdan, y lo dicen: “Jova”. Ya no la consideran un cuento, ya es una amarga realidad.

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