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Muchos extrañan esos tiempos en donde ver un niño regordete era sinónimo de mucha salud

Muchos extrañan esos tiempos en donde ver un niño regordete era sinónimo de mucha salud, y aquellos flacuchos eran fustigados constantemente porque esa delgadez significada de plano una mala alimentación, cosa que podía ser solucionado con una buena cucharada de aceite de hígado de bacalao.

Pero la venganza de los flacos ha llegado. Con el nuevo programa que busca frenar la obesidad en el país, a los llenitos les tocará... ¡sudar la gota gorda!

Y aunque la gente en la calle aconseje a todos aquellos con unos kilitos de más que “entre más lejano el cerdo, menos probable el chicharrón”, estos últimos responderán que “la gordura fomenta la paz: un gordo más, un soldado menos”.

Y los pretextos van a aumentar. Cualquier excusa es buena para comer de más o para abandonar la dieta.

Hacer ejercicio puede acelerar el calentamiento global, muchos dirán.
Pero donde todos se pondrán a pensar es en aquél dicho tan cierto que canta: “el amor entra por la cocina”, y ahí sí, a los kilitos de amor, nadie les dice que no.
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