México

A quién afecta Gómez Mont

Al país no. El secretario puede cumplir con sus funciones frente a iglesias, medios y gobiernos estatales sin tener militancia

Ayer renunció al PAN el secretario de Gobernación, el copiloto del Gobierno federal. La noticia revolvió el estómago de las redacciones, de los partidos y de muchos políticos, pero más que eso, generó una ola de especulaciones sobre las razones que tiene Fernando Gómez Mont para renunciar al partido de su familia.

No importa. No importa si es porque César Nava, el dirigente nacional, lo enfureció. No importa si es porque no comparte la visión electoral del partido para este año, o porque le propusieron o propuso un trato indecente que lo obligó a guardar silencio sobre sus motivos (no dice nada de éstos por “discreción profesional”). No importa.

Me explico. En política se corre el riesgo de explicar la realidad con las motivaciones personales, pero éstas dejan de tener importancia en el instante mismo en el que los actores convierten sus motivos en acciones. Gómez Mont renunció. La pregunta ya no es por qué. La pregunta es a quién afecta.

Al país no. El secretario puede cumplir con sus funciones frente a iglesias, medios y gobiernos estatales sin tener militancia. Al Gobierno federal tampoco. Los partidos que tenían buena interlocución (para efectos de negociación parlamentaria) podrán seguirla teniendo si el nombre del secretario no cambia.

El PAN sí pierde, pero la pérdida no alcanza dimensiones históricas. Primero porque Gómez Mont no está en su cargo por su trayectoria en el partido, sino por la zona VIP albiazul en la que lo coloca su apellido. Nunca le importó antes la vida partidista en su desempeño profesional, y hoy tampoco. Por eso el PAN pierde un militante distinguidísimo, pero no un operador ni un dirigente.

A Nava no le quita interlocución con el Gobierno federal. Él la tiene directamente con el Presidente. En todo caso, más allá del partido, la decisión le afecta individualmente porque queda como provocador directo de la decisión de Gómez Mont y, en ese sentido, a Felipe Calderón le afecta porque mete ruido en el equipo, no en el del gabinete, sino en la “familia”.

Esto qué quiere decir. Que a pesar de que es la primera vez que sucede en la historia de México, el copiloto (este copiloto) bien podría quitarse la camiseta y seguir a bordo. Su renuncia no afecta al partido y no afecta la vida institucional. Pero eso sí, le pega a Nava y le mete ruido a los hilos de Calderón. Ahí está el quid y por eso esta renuncia es el primer paso de su salida.

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Este caso es una más de las miles de señales que hay para entender que Ciudad Juárez se rompió. No se trata de un grupo contra otro, del narco o de asesinos a sueldo. Ya es violencia gratuita en la ciudad con más protección policial en el país.
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