México
A confesión de parte…
La LIX Legislatura de Jalisco ya tiene su propio ‘‘chivo en cristalería’’
El diputado del Partido Verde, Enrique Aubry de Castro Palomino (hombre de alcurnia importado de tierras mexiquenses), ha soltado expresiones y revelaciones a diestra y siniestra que han desnudado lo poco que les quedaba cubierto en sus cuerpecitos a sus colegas legisladores. No resiste la tentación de soltar una declaración tronante o comprometedora en cuanto tiene un micrófono enfrente.
La semana que está terminando se la ha llevado con unas palabras que acalambraron de inmediato a la legislatura completa, a otros actores políticos y a los medios de comunicación, al soltar delante de los reporteros que cubren el Congreso del Estado: “Creo que se va a armar el debate cuando salga este tema. ¿Por qué? Pues porque el Partido Acción Nacional (PAN) está esperando cuatro (consejeros electorales) para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y tres para ellos. ¿Para qué? Para que haya un rompimiento con los partidos que estamos aliados”.
Algo sabía Aubry que le hizo concluir de manera tan determinante que panistas y priistas (por iniciativa de los primeros) querrían llevarse todo en la renovación del Consejo del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco (IEPCJ), que debe realizarse en el propio Congreso antes de que concluya el mes de mayo, que es cuando terminan su encargo los actuales siete consejeros.
Los panistas, puntualizó el diputado verde (en más de un sentido de la palabra), pretenden así dejar fuera del reparto de posiciones, tanto al Partido de la Revolución Democrática (PRD), como al propio Partido Verde. Y aunque las expresiones de Aubry no dejan lugar a dudas ni admiten retractación posible, luego intentó matizar al decir que la distribución de las siete posiciones del IEPCJ no es un reparto de cuotas, sino “una búsqueda de consenso”. ¡Ajá!
Ha trascendido que los siete consejeros en funciones (algunos de ellos que ya han hecho huesos viejos en el organismo electoral) quisieran quedarse en sus cargos, lo cual no es novedad. En todo caso, lo que es llamativo, si bien no sorpresivo, es que desde el seno del poder público que debe normarse la vida institucional del Estado, es decir el Legislativo, surja una descarnada (no me creo mucho lo de la ingenuidad) confesión de que ahí está —como ha estado desde hace tiempo— el teje y maneje partidista para repartirse, por cuotas, la integración de los hipócritamente llamados “organismos ciudadanos”.
Finalmente los diputados admiten que no nos han visto la cara.
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