México

A 10 años de Fox

Las siete décadas del PRI en Los Pinos se derrumbaron con una elección un slogan: ‘‘Ya, Ya, Hoy, Hoy’’

El 2 de julio del año 2000 inició una nueva era para México. Por décadas, miles de mexicanos habían trabajado a todos los niveles para lograr una tarea que parecía imposible: romper el monopolio del PRI en el Poder Ejecutivo.

Fox, tal vez el mejor candidato presidencial que México haya visto a la fecha, reunió los casi 16 millones de votos que llevaron al PAN a Los Pinos.

Las siete décadas del PRI en Los Pinos se derrumbaron con una elección un slogan: “Ya, Ya, Hoy, Hoy”.

Fox dio esperanzas con el arranque de su gobierno, creó expectativas sobrehumanas y el sueño de que México ya era ahora sí una verdadera democracia, en la que la alternancia en la Presidencia era ya posible, en la que la participación política aumentaría, la represión bajaría, la libertad de expresión florecería y el respeto a los derechos humanos sería la norma y no la excepción.

Fox llegó a la Presidencia con el impulso y el mandato de sacudir el sistema, de cambiarlo, de romper con los compromisos con el viejo régimen y tenía los elementos para convertirse en un agente de cambio excepcional.

Contra el sector más conservador de la sociedad, Fox impulsó iniciativas nacidas en la sociedad civil, como la creación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. Contra el sector más conservador de su partido, el Conapred y Censida impulsaron una campaña nacional contra la homofobia, producto del trabajo de Jorge Saavedra, Arturo Díaz Betancourt y José Luis Gutiérrez, campaña avalada por el doctor Julio Frenk en 2005.
 
En materia de derechos humanos, la política exterior de Fox sacudió también al viejo régimen. Jorge Castañeda, el máximo agente provocador de la diplomacia mexicana, incorporó el tema como piedra angular de su política exterior.

Diez años después del arribo de Fox a Los Pinos, su legado está en entredicho. En entredicho no sólo por no haber sabido manejar las expectativas creadas entre la sociedad, pero también por las propias expectativas que él y sus funcionarios crearon. En entredicho, sobre todo porque Fox se fue traicionando la forma en la que llegó.
 
El desolador panorama que hoy enfrenta México, las casi 23 mil muertes que lleva el sexenio actual, las violaciones a los derechos humanos señaladas informe tras informe, el retorno a los rituales del PRI que ya se ve de regreso en 2012, la política de (in) seguridad coronada como el eje rector del actual Gobierno, como una cabezada de caballo con un antifaz que no le permite ver a los lados, un presidente que por más que sale a defender su mensaje, no convoca, no escucha y se encierra en lo mismo.

Antes de dejar la Presidencia, desde Madrid, Fox profetizó encolerizado: “Les digo que me van a extrañar después de que me vaya, después de 2006”. La autoprofecía irónicamente se cumplió.
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