México

26 de julio

Es una mentira hablar de democracia si no se empieza a base de la justicia social, del desarrollo económico de los pueblos

Hoy se cumplen 51 años. 1959. Primera vez que el movimiento rebelde de Fidel Castro celebraba su aniversario en el poder. Salimos del elevador en el piso 12 del hotel Habana Libre y caminamos a la suite donde se hospedaba el general Lázaro Cárdenas.

Seguí a Fidel, que llamó a la puerta cerca de la medianoche.
No recuerdo quién fue el que abrió, si Alejandro Carrillo, Gonzalo Martínez Corbalá o Cuauhtémoc Cárdenas. Un par de minutos más tarde vuelven con el recado: el general Cárdenas está dormido. ¿Estaba dormido en realidad, o era una pequeña venganza por no haber sido recibido por Fidel en el puerto aéreo? Lo cierto es que Castro dio media vuelta y regresó al ascensor. Le dije: el tiempo que iba usted a estar con el general Cárdenas me lo dedicará a mí, porque he venido desde México para entrevistarlo. “No puedo, chico, tengo mucho quehacer”. Por alguna razón que ignoro, la puerta se abrió en el piso 8 y ahí, entre las dos hojas de la puerta abierta, hablamos más de una hora.

—¿Usted cree que del 7 de enero, cuando hablamos en Matanzas, a hoy, existe alguna diferencia en Cuba?

—Creo que hay más entusiasmo ahora que el que había el 7 de enero. Hay más fe, sobre todo una fe sólida en el pueblo, ésa es la base de lo que se ha hecho en estos seis meses.

—Se ha dicho en el extranjero y sobre todo en algunos órganos de México que hay una fuerte oposición a su gobierno.
—Yo invito a los que opinen de tal manera que vengan aquí, a Cuba, para que nos señalen dónde está la oposición y sobre todo para que hagan cualquier “survey”. No hay absolutamente ninguna oposición, porque es tan abrumador el respaldo mayoritario, que hace imperceptible el núcleo de oposición que es el uno punto cuarentitantos por ciento. Es menos de 2% la parte que está contra la revolución.

—Comandante Castro, ¿la reforma agraria va…?
—La reforma la estamos haciendo fundamentalmente a base de producción, a base de crédito abundante, de asistencia técnica y equipo mecánico. Es un verdadero torrente de tractores el que llega continuamente a Cuba. Vamos a movilizar más tractores para la reforma agraria que tanques desembarcó Eisenhower en Europa, en Normandía cuando la Segunda Guerra Mundial.

—¿Cuáles son las principales influencias extranjeras que se mueven contra la revolución cubana?
—De influencias extranjeras aquí ya no queda nada, aquí no influye más que el espíritu revolucionario. Hay influencia de los intereses extranjeros, norteamericanos, fundamentalmente, perjudicados por la revolución. Los racistas, todos los colonialistas son nuestros enemigos. Toda esa gente son nuestros enemigos. ¿Quiénes son nuestros amigos? Los hombres demócratas, liberales, revolucionarios de América Latina, los que piensan conscientemente en que América debe tener un destino distinto del que ha tenido. Todos hemos sido colonias, fuentes de materia prima y pueblos subdesarrollados en la miseria y en hambre, en la zozobra de política permanente, consecuencia de la falta de desarrollo económico. Claro que no puede haber democracia en medio del hambre, porque los pueblos saltan entre gobiernos democráticos débiles amenazados por las castas militares, y las castas militares en el poder, ¿qué hacen?, imponen el terror; luego se salta del terror a las etapas de libertad en que todo se exacerba, las pasiones, las aspiraciones y en esa situación no puede haber democracia. Si los pueblos no son económicamente independientes, si los pueblos no están económicamente desarrollados, no puede haber democracia, porque no puede haber democracia sobre el hambre, porque puede haber oligarquía, grupos militares dominantes, pero no puede haber democracia; el pueblo no cuenta para nada.

Es una mentira hablar de democracia si no se empieza a base de la justicia social, del desarrollo económico de los pueblos. Nosotros decimos: aquí sí hay democracia. Aquí pueden venir a aprender lo que es una democracia griega, antigua, porque en la plaza pública se resuelven los problemas de un régimen de opinión. Una democracia directa en el siglo XX que los teóricos de la doctrina política consideraban que no era posible en estos tiempos. No hay ni siquiera una democracia representativa, es una democracia directa: el gobierno directo del pueblo.

Posiblemente, cuando se establezca la democracia representativa aquí, no tenga el pueblo la influencia que tiene hoy en definir su propio destino. Nosotros no estamos preocupados por otra cosa que los intereses del pueblo y por la opinión del pueblo”.
Hoy, exactamente hoy, a medio siglo más un año, comprobamos que la historia corrió por cauces muy diferentes al contenido de aquella charla. No fue como se pensaba. Se acerca la hora del juicio decisivo.

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