México
19-S, tragedia que cambió a México
Ese 19 de septiembre se acabó la pasividad social que, por décadas, esperó que todo fuera resuelto por ''papá'' Gobierno
Hace 25 años, la mayor tragedia natural vivida por la capital del país detonó el mayor cambio social y político que haya experimentado México en el más reciente medio siglo.
En efecto, el terremoto del 19 de septiembre de 1985 no sólo desató poderosas fuerzas geológicas, sino una formidable fuerza social contenida por décadas —y reprimida en el entonces cercano 1968—, que se convirtió en la bujía social más importante en la segunda mitad del siglo XX.
Y es que ese 19 de septiembre no sólo nació la cultura de la protección civil —como resultado de una tragedia que enlutó a miles de mexicanos—, sino que de los escombros, cenizas y entre muertos surgió una sociedad civil desconocida hasta entonces y que —como no había ocurrido— se expresó solidaria con los afectados de la tragedia, sin importar credos, clase social, preferencias políticas. Sociedad volcada a favor de la sociedad.
Ese 19 de septiembre se acabó la pasividad social que, por décadas, esperó que todo fuera resuelto por “papá” Gobierno. En su lugar surgió la más formidable fuerza ciudadana no sólo capaz de desplazar a los inútiles burócratas del poder, sino de tomar en sus manos el rescate de víctimas y enarbolar la más severa e impensable crítica por la pasividad oficial.
Ese 19 de septiembre surgió la organización ciudadana simiente de la revuelta electoral de 1988 —que luego de la masacre de 1968 fue la segunda llamada para los gobiernos autoritarios, del partido único, renuentes al cambio democrático—, y que se convirtió en motor de la transición democrática que terminó por echar al PRI del poder en el año 2000.
El 19-S mexicano fue el año en que los medios de comunicación comenzaron a romper las ataduras que los mantenían sometidos al poder político, y desde entonces empezó la lucha frontal de una generación periodística por el rescate de derechos y libertades básicas; derecho a la información pública transparente, confiable, verídica, y libertad de expresión sometida entonces. Hoy, esas libertades y esos derechos son una realidad.
El 19-S nació la semilla social del voto contra el PRI, voto que a partir de 1997 en el Distrito Federal y en 2000 en todo el país, rechazó al PRI y lo cambió por el PRD y el PAN, respectivamente.
Y si la movilización detonada por el 19-S catalizó el voto contra el PRI en los siguientes 15 años, hoy se aproxima otra tragedia, no de naturaleza geológica sino política; que PAN y PRD están a la puerta de un cataclismo. Es decir, que toda la fuerza social que hace 25 años empujó al PRI fuera del poder, hoy podría votar su regreso. Y eso, en el PAN y PRD, se llama fracaso.
Pero además, en estados como Chihuahua, el periodismo ha muerto a causa del bárbaro poder criminal. Y ese fracaso es de todos.
En efecto, el terremoto del 19 de septiembre de 1985 no sólo desató poderosas fuerzas geológicas, sino una formidable fuerza social contenida por décadas —y reprimida en el entonces cercano 1968—, que se convirtió en la bujía social más importante en la segunda mitad del siglo XX.
Y es que ese 19 de septiembre no sólo nació la cultura de la protección civil —como resultado de una tragedia que enlutó a miles de mexicanos—, sino que de los escombros, cenizas y entre muertos surgió una sociedad civil desconocida hasta entonces y que —como no había ocurrido— se expresó solidaria con los afectados de la tragedia, sin importar credos, clase social, preferencias políticas. Sociedad volcada a favor de la sociedad.
Ese 19 de septiembre se acabó la pasividad social que, por décadas, esperó que todo fuera resuelto por “papá” Gobierno. En su lugar surgió la más formidable fuerza ciudadana no sólo capaz de desplazar a los inútiles burócratas del poder, sino de tomar en sus manos el rescate de víctimas y enarbolar la más severa e impensable crítica por la pasividad oficial.
Ese 19 de septiembre surgió la organización ciudadana simiente de la revuelta electoral de 1988 —que luego de la masacre de 1968 fue la segunda llamada para los gobiernos autoritarios, del partido único, renuentes al cambio democrático—, y que se convirtió en motor de la transición democrática que terminó por echar al PRI del poder en el año 2000.
El 19-S mexicano fue el año en que los medios de comunicación comenzaron a romper las ataduras que los mantenían sometidos al poder político, y desde entonces empezó la lucha frontal de una generación periodística por el rescate de derechos y libertades básicas; derecho a la información pública transparente, confiable, verídica, y libertad de expresión sometida entonces. Hoy, esas libertades y esos derechos son una realidad.
El 19-S nació la semilla social del voto contra el PRI, voto que a partir de 1997 en el Distrito Federal y en 2000 en todo el país, rechazó al PRI y lo cambió por el PRD y el PAN, respectivamente.
Y si la movilización detonada por el 19-S catalizó el voto contra el PRI en los siguientes 15 años, hoy se aproxima otra tragedia, no de naturaleza geológica sino política; que PAN y PRD están a la puerta de un cataclismo. Es decir, que toda la fuerza social que hace 25 años empujó al PRI fuera del poder, hoy podría votar su regreso. Y eso, en el PAN y PRD, se llama fracaso.
Pero además, en estados como Chihuahua, el periodismo ha muerto a causa del bárbaro poder criminal. Y ese fracaso es de todos.
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