México
— Deuda
Endeudarse significa comprometer probables recursos futuros para solventar una necesidad apremiante, concretar algún proyecto viable u obtener un beneficio legítimo
1.- ¿Para qué quieren tanto dinero?
2.- ¿En qué gastaron el dinero que ya pasó por sus manos en los cuatro años que van de la “administración”?
3.- En el (muy probable) caso de que el préstamo se autorice, ¿quién, cuándo y cómo lo va a pagar?
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Endeudarse, por supuesto, es válido. Endeudarse significa comprometer probables recursos futuros para solventar una necesidad apremiante, concretar algún proyecto viable u obtener un beneficio legítimo. (Ejemplo de lo primero, la salud; de lo segundo, la compra de una casa; de lo tercero, un viaje)... Endeudarse implica, por una parte, la casi certeza de que habrá recursos para pagar el capital y los intereses; por otra, hacer recortes en el gasto corriente. Lo primero, en el caso del Gobierno, se sobreentiende: siempre habrá impuestos, y contribuyentes dispuestos —de grado o por fuerza— a pagarlos. Lo segundo, simplemente se aplica: si ya se dedican mucho menos recursos a los servicios que la autoridad otorga a la población (seguridad, educación, salud...) que al mantenimiento de la burocracia, donde ahora se dan servicios de segunda, se procede a darlos de tercera... (o de cuarta... o de quinta. Total...).
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Cuando el PRI era gobierno y el PAN era oposición, éste —en el discurso, al menos— era intransigente en la exigencia (mejor dicho, en el clamor, porque la exigencia jamás se tradujo en hechos) de que el dinero del pueblo se manejara con escrupulosa honradez. Ahora que se han invertido los papeles, es el PRI, a través de alcaldes y diputados surgidos de sus filas, el que se pronuncia, a voz en cuello, porque el crédito que se solicita no se apruebe si no se justifica plenamente el destino de esos recursos...
Y el ciudadano común, ante la rotunda y categórica declaración en ese sentido de los villanos supuestamente convertidos en buenos, hace suya, desde el fondo del corazón, la frase de José Feliciano:
—¡Quiero ver...!
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