México
— ''Ciudad hostil''
Podrá decirse: ''Es que, ¿quién podría prever que, a raíz de un simple altercado, cuasi una nimiedad, uno de los participantes reaccionara con tanta violencia?''
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Las dos preguntas están conectadas, por supuesto, con el “incidente” de la madrugada del sábado en un bar, sito a tiro de piedra —decir que “de granada” sería una ironía excesivamente sangrienta— del emblema de Guadalajara (la Glorieta Minerva), cuyo pedestal ostenta una leyenda que en la actualidad parecería, ésa sí, una obra maestra del humor negro: “Justicia (?), sabiduría (?) y fortaleza (?) custodian (?) a esta leal (?) ciudad”.
(El comentario de cualquier tapatío, de bote-pronto, al leer esa divisa, sería la frase consabida: “Demasiado collar para tan poco perro”).
Podrá decirse: “Es que, ¿quién podría prever que, a raíz de un simple altercado, cuasi una nimiedad, uno de los participantes reaccionara con tanta violencia?”... En efecto: es demencial que alguien decida dirimir una reyerta de taberna lanzando una granada de fragmentación, a sabiendas de la estela de sangre —en el caso, seis muertos y cerca de 40 heridos— que su explosión puede causar.
Sin embargo, independientemente de la tragedia, el ciudadano común no puede menos que aterrarse ante varias circunstancias: primera, la impunidad; la facilidad con que el autor —o los autores— de la agresión pudieron huir, sin que nadie los interceptara, los persiguiera o aportara algún elemento que permitiera su identificación; segunda, la pachorra de los investigadores, que se limitaron a anunciar que “se estudiará” (un día de éstos...) el video captado por el circuito cerrado de televisión, para explicar los hechos y (con suerte...) determinar quiénes fueron los autores; tercera, la tibieza —por no decir la sangre de atole— de las autoridades, al declarar que “se solicitará” a los dueños de los bares, que si son tan amables, que si tienen a bien, que si no sería mucha molestia, que avisen si hay necesidad de pedírselos de rodillas, que “mejoren sus estrategias de seguridad”, y que, por su sacrosanta madrecita (los que tengan), instalen detectores de metales y cámaras de televisión que permitan reducir el riesgo de que “incidentes” como los que se están volviendo comunes, se repitan.
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Menos mal, como dijo “sabiamente”, a raíz de los granadazos y “narcobloqueos” de hace un par de semanas, el secretario general de Gobierno, que “hasta en Estados Unidos” hay ciudades con índices de violencia más aterradores que Guadalajara.
¡Bonito consuelo...!
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