México
— ''Atantéyense...''
En la capital del país y en algunas ciudades, se gastará en pólvora, oropel y papel de china por toneladas omo si en este país no hubiera carencias
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En la capital del país y en algunas ciudades en que se escribieron capítulos verdaderamente significativos de la insurgencia, se gastará en pólvora, oropel y papel de china por toneladas, con tan de estimular el orgullo implícito en la mexicanidad, como si en este país no hubiera carencias; como si ese dispendio, para el que se ha tenido el descaro de anunciar que se gastarán algunos miles de millones de pesos, no ofendiera la intención de Morelos cuando postulaba, en “Los Sentimientos de la Nación”, la necesidad de reducir, al menos, el abismo “entre la extrema indigencia”, que a la fecha encarnan muchos millones de mexicanos, y “la extrema opulencia”, que encarnaría —el ejemplo perfecto— Carlos Slim.
En Guadalajara (donde el cura Hidalgo proclamó la abolición de la esclavitud, según nos enseña la Historia Patria, antes de la derrota en el Puente de Calderón, que muy pocos historiadores consignan), amén de las simplezas rutinarias, el “plato fuerte” de la celebración será un alarde de imaginación y de sensibilidad patriótica, cuyo autor intelectual, según fuentes generalmente bien informadas, desde el momento mismo de concebir tan descomunal “ideota”, se encuentra internado en el área de terapia intensiva de cierto nosocomio, con un derrame cerebral complicado con fractura de la base del cráneo y —por si fuera poco— caspa...
El portentoso numerito consistirá en la confección de una torta ahogada de 600 metros de largo, que posteriormente degustarán unas 17 mil personas.
(No se reprochará, pues, a los gobiernos del Bicentenario que no acaten al pie de la letra la sabia lección de los césares romanos: “Al pueblo, pan —aunque sea poquito...— y circo”.
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El anuncio del ágape que con tan significativa ocasión aguarda a los tapatíos, obliga a hacer la advertencia que la ilustre consorte de un tal “Pitacio” al que le daba por las exageraciones, hizo a su marido alguna vez que tomó vuelo para aplastar a sus contertulios con la referencia al tamaño de las enchiladas que confeccionaban en su pueblo:
—Atantéyate, Pitacio, porque a la mera hora no vas a saber de dónde vas a sacar la cazuela en la que vas a zambutir la torta de 600 metros, para que de veras quede bien ahogada.
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