Jalisco

La metamorfosis de los tianguis en la ciudad

Estos espacios comerciales callejeros no han dejado de evolucionar con los años; su naturaleza temporal les permite adaptarse de forma constante a los cambios de gustos del público

Por años, los tianguis en la ciudad han sido parte fundamental de las familias mexicanas, y por supuesto, de las familias jaliscienses, pues en ellos podemos encontrar a bajo costo, y a la vuelta de la esquina, los insumos necesarios para el hogar que van desde alimentos, frutas, verduras, limpiadores, entre muchas otras cosas más. 

Pero en ellos también podemos encontrar ropa, calzado, música, libros, herramientas, y así poco a poco y con el paso de los años se van sumando nuevas opciones, como, por ejemplo, puestos especializados en teléfonos celulares, videojuegos, electrónica, y más.

Esto ha sido parte de la transformación de los tianguis, que datan de los mercados tradicionales cuyas raíces se trasladan a la época prehispánica de México, donde se ofrecían distintos productos que las mismas familias elaboran.  

Antes de la llegada de los españoles, las civilizaciones indígenas de Mesoamérica, como los aztecas y los mayas, practicaban el intercambio y el comercio en mercados al aire libre. Estos mercados prehispánicos se llamaban “tianquiz(tli)” en náhuatl, de acuerdo con la División General de Divulgación de las Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, siendo esto el precursor de lo que hoy conocemos como tianguis. 

Con la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, se produjo un proceso de mestizaje y una fusión de las tradiciones indígenas con las costumbres europeas, lo cual incluyó el comercio y los mercados, que se convirtieron en un elemento esencial de la vida en distintas colonias de México. 

A lo largo de los siglos, los tianguis se mantuvieron como una parte importante de la cultura y la economía mexicana. A menudo se realizaban en plazas o espacios públicos, donde los vendedores locales ofrecían una amplia variedad de productos, desde alimentos frescos y artesanías hasta ropa y productos diversos. 

Sin embargo, de la misma forma en la que se fueron transformando las ciudades fueron cambiando también los tianguis, teniendo que proceder a su ordenamiento a fin de lograr una sana convivencia entre las personas habitantes de las colonias en las que se instalan y sus comerciantes. A continuación, hablaremos de algunos de ellos.

“El Baratillo”, uno de los espacios clásicos y diversos en cuanto a la venta de mercancías. EL INFORMADOR/Archivo

“El Baratillo”, el viejo de Guadalajara

“Lo nuevo, lo viejo y lo usadillo, todo cabe en el Baratillo”. Sí, uno de los tianguis más conocidos de la ciudad es sin duda el tianguis “El Baratillo”, un espacio de más de 60 cuadras al Oriente de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), que cada domingo se instala para ofrecer un sin número de productos y artículos, que algunas veces son inimaginables. 

En los alrededores de los más de seis kilómetros de extensión se encuentran puestos de todo tipo, un auténtico universo de cachivaches, curiosidades y novedades: semillas, cereales, alimentos, ropa nueva y usada, zapatos, bicicletas, muebles, herramientas, antigüedades, juguetes, discos, por mencionar algunos.

De acuerdo con la Dirección de Tianguis y Comercio en Espacios Abiertos de Guadalajara, “El Baratillo” se conforma por cuatro mil 500 puestos; sin embargo, hay decenas sin registro, según los locatarios que sí pagan un permiso al Ayuntamiento. 

Según la historia, este espacio ha tenido distintas sedes a lo largo del tiempo y se afirma que datan del nacimiento de Guadalajara hasta llegar a establecerse en la zona que hoy todos conocen.   

De acuerdo con el maestro en Ciencias de la Arquitectura, David Alejandro Saracco Álvarez, sus primeras apariciones en la historia datan de 1570, cuando se le ubicaba a un costado de la Plaza San Agustín, donde hoy se encuentra el Teatro Degollado, según cita en su tesis “El Baratillo, Ocupación Efímera informal en el espacio público al Oriente de Guadalajara”.  

También relata que el espacio habría tenido otras sedes, como la Plaza de Armas, la Plaza Universidad, la Plaza de Santo Tomás, la Plaza de Santo Domingo (en lo que hoy sería la Plaza del Templo de San José) y posteriormente se trasladó a la zona de San Juan de Dios, poco antes de 1850. 

También se menciona su ubicación histórica en la zona de Analco, pero fue hasta el periodo entre 1956 y 1958 que este histórico tianguis comenzó a ubicarse al Oriente de la ciudad. 

Fue así que, a partir de los años 60, comenzó a volverse recurrente la instalación dominical de “El Baratillo” en los alrededores de la zona donde se ubica hasta hoy, por lo que, de acuerdo con la investigación de Alejandro Saracco, este tianguis tiene más de 450 años de existencia, y al menos 60 años de la ubicación que conocemos actualmente.  

Sus cambios, señala en su tesis, se debieron a cuestiones de ordenamiento de sus calles y de la ciudad, así como de la vialidad de las mismas. 

A lo largo de las administraciones municipales se ha buscado mantener en orden este espacio, debido a que su dimensión permite que, en algunos casos, se oferten productos ilegales, como la venta de animales (incluyendo especies exóticas), solo por poner un ejemplo, ante lo cual suelen montarse diversos operativos. 

Tan solo entre octubre de 2021 y abril pasado, el Ayuntamiento de Guadalajara retiró más de 720 ejemplares de distintas especies, de las cuales alrededor de 500 fueron aves, algunas de las cuales estaban en peligro de extinción. 

El encanto de los tianguis. Productos de todo tipo y a diversos precios son parte de la fascinación de estos espacios.

Furor por la ropa “de pacas” de EU

De los tianguis que se han vuelto más populares en los últimos años han sido los tianguis “de pacas”, como el tianguis de San Juan Bosco y el tianguis de Mezquitán, donde si bien se ofertan otro tipo de productos, son bien conocidos por albergar puestos donde se venden grandes montañas de ropa americana, zapatos, blancos, entre otros, a bajos costos. 

Sin embargo, debido a ello suelen ser dos tianguis en los cuales la alcaldía suelen poner ojo para corroborar que operan de forma legal, ya que suele ser común que en ellos se oferte ropa de segunda mano sin registro en la alcaldía o piratería, ante lo cual de manera periódica el ayuntamiento, a través de direcciones como Inspección y Vigilancia y de la Comisaría de Seguridad Pública, se avocan a la visita y supervisión de estos espacios. 

También se documentan acciones especiales que los han llevado a su mejor ordenamiento, como, por ejemplo, cuando el Ayuntamiento de Guadalajara solicitó a quienes administran el tianguis que se delimitaran con pintura los espacios del tianguis de Mezquitán para impedir que se bloqueara la entrada a una escuela primaria que ahí se ubica, además de supervisar que no se bloquearan las entradas y salidas al Tren Ligero. 

Otra de las acciones más recordadas de este espacio fue cuando se sumaron agentes de los tres niveles de gobierno para emprender un operativo antipiratería, pues esta se castiga bajo el Código Penal Federal. Más de 100 elementos, logrando decomisar alrededor de 70 toneladas de ropa apócrifa. 

En agosto de 2021 se sumó un operativo al tianguis de San Juan Bosco, en el cual se impidió que este creciera una cuadra más ante la llegada de comerciantes irregulares que pretendían ponerse en regla, sin embargo, la Dirección de Inspección y Vigilancia y la de Tianguis y Comercios, tras analizar el tema determinaron que no se ampliaría, y que no se tenían entonces espacios disponibles, por lo que se seguiría trabajando bajo el sistema de faltas, es decir, permitir, bajo pago de derechos provisionales, la instalación de puestos en los espacios de aquellas personas que faltan por diversas circunstancias.

El Tianguis Cultural se distingue por su ambiente bohemio. EL INFORMADOR/Archivo

El Tianguis Cultural renace

El Tianguis Cultural de Guadalajara está por cumplir 28 años el próximo mes de diciembre. Nació en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) cuando un grupo de jóvenes decidió comenzar a vender algunas mercancías para obtener recursos con los cuales pagar sus estudios.

El tianguis tuvo tanto éxito que se extendió hacia la Plaza José Rolón, ubicada frente al Ex Convento del Carmen con los puestos de 20 personas. 

Pero aquí también creció, llegando a tener 150, el cupo máximo de la plaza, además de que comenzaran a surgir molestias entre las personas vecinas y religiosas del templo ubicado en la plazoleta, y fue entonces que decidieron moverlo, tras diversas negociaciones con las autoridades, a la Plaza Juárez en 1998, donde se encuentra hasta el día de hoy, con más de 500 puestos. Solamente los límites físicos del espacio han impedido que siga creciendo.

“Este proyecto nace ante la necesidad de poner en práctica una puesta cultural pública y gratuita por medio de un espacio abierto en el que se vertieran toda clase de manifestaciones creativas. Sitio que tendría la característica de convocar un sector de la población tapatía -generalmente joven-, y que afirmara un estilo de vida, ya sea por medio de los productos que se expusieran, o bien, por la información y características de los mismos eventos”, señala el sitio de la organización, hoy fundamentada como una asociación civil. 

Sus fundadores fueron Alejandro Zapa, de la Editorial Arlequín; Sergio Fong, de la editorial Alimaña Drunk; Olga Rivera y David De Anda, pertenecientes a la organización Ultravioleta, y José López Delgadillo “El caballo”, artista gráfico. 

Debido a diversos desencuentros entre el Ayuntamiento de Guadalajara y los asistentes al Tianguis Cultural (comerciantes, intelectuales y visitantes), para octubre de 2002 se publicó el primer reglamento para su operación, donde se establecieron puntos como horarios, límite de exposición, reglas de instalación, higiene, seguridad, conservación de giros permitidos, entre otros puntos. 

Una de las reorganizaciones más recientes se dio en 2016, cuando las autoridades tapatías regresaron a realizar labores de socialización y administrativas para devolverle el vocacionamiento “cultural”, y en la cual, por ejemplo, se llevó a ubicar a los puestos de alimentos en un solo espacio para que no estuvieran dispersos por el tianguis, además de garantizar que se cumplieran las disposiciones de no vender piratería o productos de procedencia ilícita.

TELÓN DE FONDO

¿Por qué es necesario ordenar los tianguis?

Si bien se trata de espacios tradicionales que datan de la historia antigua, los tianguis conviven con el hábitat de las personas de las colonias en los que se instalan, quienes tienen el derecho de desenvolverse de manera habitual para llevar a cabo sus actividades rutinarias.

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