La Fuente, 100 años de estar con los tapatíos
La cantina es testigo de la historia contemporánea pública de Guadalajara y Jalisco
Pocas cosas duran 100 años. Una de ellas es La Fuente, la cantina con mayor historia de Guadalajara, ¿cuántas cosas pueden contar 100 años? Visitada por locales y extranjeros La Fuente se ha convertido en un lugar icónico de la ciudad, parada obligada para cualquiera que esté de tour en el Centro de Guadalajara.
Establecida en el número 78 de la calle Pino Suárez, justo a un costado del Congreso de Jalisco y a poca distancia del Teatro Degollado. Su ubicación ha favorecido para que sea visitada por políticos, estrellas de la música, intelectuales, periodistas y cualquier ciudadano que desee tomar alguna cerveza local acompañada de una torta ahogada o un par de manitas de cerdo, mientras escucha las canciones que emanan del piano o que cantan con el mariachi los fines de semana.
Esa cantina cumple 100 años de que comenzara a servir bebidas a los tapatíos en su ubicación original en la calle Hidalgo en 1921, poco después de haber terminado la Revolución Mexicana. Ahí, al interior de ese lugar, se encontraba una fuente que le da el nombre a la cantina, la cual desapareció cuando fue cambiada a la calle de Pino Suárez.
“Estamos muy agradecidos con todas las personas que nos han acompañado en estos 100 años. Tenemos planeado hacer una fiesta para todos nuestros clientes y amigos para los últimos días de diciembre (si el COVID da tregua). No la podemos hacer sólo un día, porque van a caber 100 gentes, pero queremos darle las gracias a la gente, al Gobierno, al público en general, a todos los músicos que han venido, a mi personal. Vamos a ver si se logra, y hacer unos obsequios, una copita, una botanita. Fiesta en La Fuente para todos los mayores de edad”, expresó don Rogelio, encargado del establecimiento.
La cantina llegó antes que el Congreso
Originalmente, y luego de la mudanza de la avenida Hidalgo a la calle Pino Suárez, la finca que alberga La Fuente sólo contemplaba la mitad del lugar que hoy conocen quienes la visitan. Sin embargo, de acuerdo con Rogelio, una vez que compraron la otra mitad que actualmente abarca esta cantina, se percataron de la arquitectura enmarcada por los arcos que tradicionalmente engalanaban las propiedades del Centro de la Ciudad hacia finales del Siglo XVIII. “Nos pusimos a investigar y nos dimos cuenta de que era de Francisco Velarde ‘El burro de oro’, muy amigo de Maximiliano por allá de mil ochocientos y tantos”, contó Rogelio.
Era justamente “El burro de oro” conocido por su inmensa riqueza proveniente desde el abolengo de su familia, la cual era dueña de innumerables propiedades en Jalisco, aunque más conocido era por sus extravagancias enmarcadas por sus tacones de oro y su séquito que lo acompañaba a cualquier lugar al que asistía.
Rogelio también contó que fue encontrado un pozo en la propiedad que compone el restaurante que se ubica a un costado. “Dijimos ‘un túnel’. Es un pozo precioso de cantera, y dijimos ‘aquí está la lana’, pero sólo había agua, nada más. Ahora con las obras del Tren Ligero se secó”.
Añade que “las reparaciones de la cantera que estaba quebrada de los capiteles para abajo, fue restaurada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)”.
El espacio, contó Rogelio, abarcaba hasta el hoy Congreso del Estado de Jalisco, hasta donde se extendía también una farmacia, una ostionería, una papelería, la Cámara de Comercio y departamentos, que desaparecieron con la llegada del recinto legislativo.
“Todo esto tiene historia. Llegó antes que el Congreso, alguien decía ‘¿cómo es posible que una cantina esté a un lado del sagrado recinto?’ y yo les dije ‘el sagrado recinto’ llegó después que la cantina, primero llegó La Fuente”.
La bicicleta, un símbolo de identidad
Aunque la fuente que le da el nombre desapareció cuando la cantina fue cambiada a la calle de Pino Suárez, es la bicicleta que se encuentra en la parte superior del lugar, a un costado de la barra, lo que le da el emblema característico.
Rogelio relata que fuehacia 1957 cuando un empleado ferrocarrilero pasado de copas llegó al lugar exigiendo que lo atendieran de inmediato, sin embargo, al ver la condición en la que se encontraba le negaron el servicio.
El hombre entonces se dirigió con todo y bicicleta al baño, pero al salir se fue sin ella. “Las bicicletas usaban placa, van y lo buscan y no vivía ahí. Entonces colgaron la bicicleta arriba del mingitorio y ahí se quedó. Cuando llegamos nosotros la pusimos ahí arriba y a la gente le empezó a gustar. Muchos conocen la cantina como “La de la bici”.
—¿La bicicleta, se la han querido comprar?
—“Pues sí, pero yo les digo que si me compran la bicicleta les regalo la cantina, y ahí se acaba la plática”.
A quienes la han pretendido, Rogelio, les responde muy tranquilo que también la cantina va con el personal incluido, y entonces “ya les da miedito” y dejan de insistir en su compra.
Mientras llega algún valiente, la bicicleta permanece coronando la barra debajo de uno de los tradicionales arcos de la arquitectura de finales del siglo XVIII, acompañada de decenas de botellas de tequila que enmarcan su color negro.
La música siempre está presente
La Fuente no tiene una rocola de la cual sus clientes puedan elegir la melodía que desean escuchar. Aquí la música se escucha en vivo con grandes intérpretes y ejecutantes de la ciudad. El sonido del piano en solitario o acompañado por contrabajo, violín, violoncello, bajo, saxofón es lo habitual. También se suma a la oferta musical un mariachi las noches de los viernes.
Para todo mal, una cantina, para todo bien, también
¿Quién no llega a la cantina exigiendo su tequila y exigiendo su canción? Así en La Fuente, que durante 100 años de servicio siempre ha procurado la mejor atención a sus clientes que a diario la visitan.
Una fuerte presencia femenina
Para Rogelio, la mujer ha tenido un papel relevante a lo largo de la historia de La Fuente, desde que entraron las primeras mujeres cuando se permitió su ingreso a las cantinas en México, hasta aquellas que llevaron el arte a esta cantina.
“Prohibido el ingreso a mujeres, uniformados y menores de edad”, solía leerse en las cantinas de México hasta alrededor de 1985, cuando el entonces Presidente, Miguel de la Madrid, expidió un decreto en el cual la mujer ya podía entrar a donde ella quisiera.
“En alguna ocasión vino una mujer llamada Elisa Ramírez, conocida mía y estaba a la entrada, estaba leyendo, tenía su tequilita, su cigarro, su cerveza, y llega un inspector y me dice ‘sácala, qué hace ella aquí’ y le digo ‘pues lo que ves, se está tomando su tequila y su cerveza. Es mi cliente, yo sé que por ahí ya hay un permiso para que pueda entrar la mujer’ y me dice ‘pues si no la sacas tú, la saco yo’. ‘Pues atrévete y sácala tú’.
Cuando le dije su nombre en lugar de irse por la izquierda se salió por la derecha de la mampara y hasta la fecha a ella le sigue dando risa”, cuenta Rogelio.
Las fotografías que se ven colgadas en las paredes de La Cantina, Rogelio las compró en una visita a Ajijic, son piezas de la fotógrafa nacida en Chicago, Xill Fessenden.
También está una pintura de Carmen Bordes titulada “La música de la fuente”, mientras que Lucía Maya pintó “casi toda la cantina”, aunque debido al deterioro natural, el material de las paredes se fue perdiendo, únicamente quedó la luna que está detrás de la bicicleta.
Tradición que inicia en épocas revolucionarias
Fundada por Florencio López en 1921, La Fuente hoy en día es uno de los lugares más emblemáticos de Guadalajara, gracias a cada una de las historias que han cobrado vida en este lugar, no sólo de los personajes reconocidos que la han visitado, sino de cada una de las personas que han dado vida a cada día en el que La Fuente ha dado servicio a lo largo de estos 100 años.
Su ubicación original se hallaba en el cruce de la avenida Hidalgo y la calle Liceo, su nombre era La Casa Cañedo, sin embargo, todos conocían la cantina como La Fuente debido a que ahí se encontraba una fuente, contó Rogelio, hoy encargado del lugar. La misma desapareció cuando se mudaron a la calle Pino Suárez a partir de los cambios que se hicieron en el Centro de Guadalajara.
Tal transformación se llevó a cabo en 1946, cuando el entonces gobernador de Jalisco, José de Jesús González Gallo, decidió hacer la cruz de las plazas que hoy conocemos: la plaza Liberación, plaza de Armas, plaza de los Laureles (conocida actualmente como plaza Guadalajara) y la plaza que alberga a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.
Cuando don Florencio López enferma decide dejar a cargo a don José y a Andrés, sus hijos. Es en 1925 cuando compran la primera caja registradora para modernizar a La Fuente, misma que aún puede apreciarse en la parte posterior de la barra y la cual todavía funciona.
Rogelio cuenta que adquirió la cantina en 1983, cuando era agente de ventas. Él era un cliente frecuente del lugar desde 1967, por lo cual, después de la insistencia de su dueño y sus hijos, decidió tomarles la palabra y hacerse cargo de ella para continuar con su historia.
“En 1982 estando Jaime Álvarez, Ramón Wonchee, José Flores, don Toño y yo a la entrada me ofrecen la cantina y me dicen ‘agárrala, no seas pen...itente’ y dije ‘es que yo no conozco de esto’. En 1982 ellos la rentaron a un señor Luis Villa y la perdió porque no cumplió con los requisitos que ellos le decían. Le dejaron la cantina con todo y bodega. Yo cuando la agarré en enero de 1983 todavía había vinos, le pagué casi medio millón de pesos de aquellos, imagínate la cantidad de vinos que tenía”, contó Rogelio.
José, Andrés y Toño López eran hijos de don Florencio, y aunque toda su vida trabajaron en La Fuente y esta les dio para darles una buena educación a sus hijos quienes, con carreras como arquitectos e ingenieros, decidieron no seguir con el negocio familiar, entonces “Lo tres López” se cansaron porque nunca tuvieron empleados que los ayudaran, razón por la cual decidieron traspasar este lugar hoy lleno de historias, dijo Rogelio, quien desde que la adquirió se ha encargado de atenderla personalmente, ayudado por varios empleados, entre ellos “Chuy”, “El Meño” y “El Mingo”, que a lo largo de los años se convirtieron, más que en el personal que llevaba los tragos de sus clientes hasta la mesa, en sus amigos. Actualmente la cantina está abierta desde las 11 de la mañana a las 11 de la noche.
Un punto de encuentro
El exgobernador de Jalisco y exalcalde de Guadalajara, Jorge Aristóteles Sandoval, celebró en La Fuente, el 7 de diciembre de 2018, la entrega de su administración. El exmandatario se dio lugar en esta cantina, acompañado de sus compañeros de Gobierno y amigos, para festejar los seis años que estuvo al frente del Gobierno de Jalisco. A lo largo de la tarde llegaron también distintos secretarios y líderes de las cámaras del Estado, así como curiosos que, por medio de videos en las redes sociales, se enteraron que ahí se encontraba cantando con el mariachi.
“Aristóteles aquí hizo su cierre. Se la pasaron cantando, estuvo muy bien, le decían ‘señor gobernador’ y cuando se dirigió a mí y me dijo ‘oye, que bien se toma aquí’, y yo le dije ‘usted ya había quedado de venir y no vino’ y dijo ‘sí, me salió un compromiso’. Pero aquí estuvieron muy a gusto”, contó Rogelio.
Sin embargo, no ha sido el único personaje que se ha dado cita en este lugar para disfrutar de sus tragos y su ambiente, pues también han pasado por aquí figuras de la música como el Mariachi Vargas de Tecalitlán y Maná, y del cine como MarthaHigareda, Cornelio García, Silvia Pinal e Ignacio López Tarso.
“En el caso de Silvia Pinal cuando vino, la invitaron del Cine Nacional Mexicano. Ella dijo ‘yo no quiero ir, ya estoy enfadada de tantas fiestas, coñacs, buenos cortes y no voy’, y le dijeron que la iban a llevar a una cantina y ella contestó ‘está bien, voy a ir nada más una hora’. Vino ella, su mamá y López Tarso y se- estuvieron de nueve de la noche a dos de la mañana. La mamá de Silvia Pinal se aventó 8-10 whiskys, increíble. Se la pasaron de maravilla”.
También han desfilado por la fuente escritores como Armando Fuentes Aguirre, periodistas como Juan Carlos Legazpi, quien creó la primera columna sobre “La Fuente”. Hoy “Allá en La Fuente”, tiene lugar en esta casa editorial debido a que, se dice, en esta cantina solían escucharse diversos trascendidos sobre la vida política debido a su cercanía al Congreso del Estado.
Otros políticos que pasaron por este lugar fueron el exsenador Manuel Camacho Solís; el exsecretario de Relaciones Exteriores de México, Jorge Castañeda, y Fernando Garza, exalcalde de Guadalajara. “Aquí ha habido de todo, música, periodismo, cultura. Gracias a los medios y los políticos. Por ejemplo, el día que hubo la explosión del 22 de abril todo mundo corrió y aquí La Fuente estaba llena, y yo les decía, ‘¿no les da miedo que explote esto?’ Ese día vino por ejemplo Rivera Aceves, estaban bien a gusto y dicen ‘no, aquí estamos muy bien, muy a gusto, sabemos que en nuestra casa no ha pasado nada?’”, cuenta Rogelio.
“Con nuestro agradecimiento esperamos tener la oportunidad de seguirles atendiendo a todos y cada uno de quienes nos hacen favor de visitarnos a efecto de que conserven el gran sabor de boca que deja el haber estado en La Fuente. ¡Salud, jóvenes!”.