Jalisco

Ya vendrán tiempos mejores para los Rubio

Esmeralda y Jesús no recibieron regalos esta Navidad. ¿Por qué? La economía del país atraviesa por una situación 'difícil', explica Manuel

GUADALAJARA, JALISCO (25/DIC/2014).- Los hijos de Manuel Rubio, Esmeralda y Jesús, no recibieron regalos esta Navidad. ¿Por qué? Manuel lo explica. En sus palabras resulta muy sencillo entenderlo.
 
En la actualidad la economía del país atraviesa por una situación "difícil", dice Manuel.
 
"No me alcanzó. Sí me dieron aguinaldo. Pero la canasta básica ha subido. Lo que era para Navidad se fue en los alimentos y en pagar algunas deudas", dice Manuel mientras espera a que abran la pista de hielo alzada en una ceniza, nublada y fría Plaza de la Liberación.
 
A las 10 y media de la mañana, por Plaza de la Liberación, ese lúdico pabellón del gobierno en turno, desfilan señoras con peinado de salón, personas en situación de calle que tiritan de frío, ambulantes y niños que percuten las pantallas de celulares y tabletas. A esta hora, el esternón de la ciudad adquiere el tono gris, mugroso, de los espacios abandonados.
 
Mientras Manuel habla a la cámara, sus hijos y su esposa dan la espalda. Les da vergüenza.  
 
Manuel cuenta que anoche cenaron pozole y tamales. A las 12, cuando la noche y los sueños se confunden, se dieron un abrazo y se fueron a dormir. No había regalos que abrir.
 
La niña le había pedido una tableta y el niño un celular. Manuel hizo cuentas. Mil pesos de la tableta y mil 500 del celular. Él, como empleado de una empresa que recicla cartón, no puede pagar esas cosas.
 
Manuel gana mil pesos a la semana. No le ajustaba. Y el aguinaldo no daba para tanto.
 
En El laberinto de la soledad, Octavio Paz escribió que la resignación es una de las virtudes más populares de los mexicanos. Manuel se resignó. Esta es la primera Navidad que le pasa esto.
 
Manuel les dijo a sus hijos que en estos momentos no había dinero, que ya vendrían tiempos mejores. Ellos le respondieron que no había problema. Lo entendieron. Pero dice Manuel que sienten un poco de desaliento porque ven que a los demás niños sí les tocó y a ellos no.
 
Durante la Noche Buena, Manuel les prometió a sus hijos que los llevaría a la pista de hielo que está en Plaza de la Liberación.

Ellos no le creyeron. Manuel se levantó a las nueve de la mañana, los despertó, y a las 10:30 ya estaban formados. Cuando abrieran la pista, a las 12, ellos serían los primeros en ingresar.
 
Mientras esperan, Manuel los abraza. Al niño le acaricia el pelo con la mano derecha y a la niña le da besos en la cabeza.

EL  INFORMADOR / GONZALO JAÚREGUI
Síguenos en

Temas

Sigue navegando