Jalisco

Y se desenfundaron los panistas…

Los panistas se insultaron, se acusaron, se amenazaron… Jugaron largas horas al filo de la violencia física

GUADALAJARA, JALISCO.- Como una olla de presión que acumuló calor a lo largo de varios meses y finalmente reventó, el Partido Acción Nacional (PAN) mostró ayer un rostro que nunca se le había visto. El rostro del grito abierto, en plena calle, frente al que pasara por ahí. Los panistas se insultaron, se acusaron, se amenazaron… Jugaron largas horas al filo de la violencia física.

El lunes 6, hubo cruce de llamadas de un bando a otro. Desde el grupo que encabeza Eduardo Rosales al del gobernador Emilio González. De ida y vuelta. “Acepta tus culpas”, habrían dicho de un lado. “Renuncia por dignidad”, habrían replicado del otro.

Los cruces individuales se convirtieron en acopio de huestes. Se armaron contingentes, como si fueran ambulantes disputándose un trozo de calle para vender fayuca, y se prepararon para darse con todo… Por lo menos a gritos.
En la mañana del martes 7, muy temprano, ya corrían las versiones de boca en boca, de celular en celular: Manifestación en Casa Jalisco, hogar de Emilio, a las tres de la tarde; protesta masiva en la calle Vidrio, oficinas de Rosales, a las cinco en punto.

La de las tres pareció suspenderse. La de las cinco siguió en firme y arrancó con unos 500 militantes y funcionarios, que fueron al PAN a gritarle a Eduardo Rosales que debe renunciar. Pero a esa hora revivió el llamado para ir a reclamarle a Emilio a su casa, a exigirle que reconozca culpas. La cita se pactó a las siete de la tarde.

Están atrincherados. De un lado y de otro brincan voceros para gritar más fuerte que el de enfrente. Ya no se acusan de haber perdido la elección, sino de hacer negocio con los cargos públicos. Ya hay amenazas de que todo el que insulte al gobernador perderá su chamba.

Nadie en Jalisco conocía este PAN que sale a la plaza pública a “decirse de cosas”, como solían expresar las señoras recatadas de estos rumbos.

Si fuera un asunto de ganadores y perdedores, es difícil pronosticar quién vencerá. Pero lo que es seguro es que el Estado pierde.

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