Jalisco
Vivir o no vivir en Guadalajara
Uno de cada veinte habitantes del municipio de Guadalajara ha dejado de vivir en él en los últimos cinco años
Desde hace mucho tiempo se ha advertido, por distintas voces, del peligro que significa para la segunda ciudad de México el no contar con un equilibrio en su desarrollo. Entre muchos otros, dos factores han sido fundamentales en la decadencia: la especulación urbana, que encarece los inmuebles de la ciudad interior y hace galopar hacia la periferia los nuevos desarrollos generando una terrible dispersión. Y, por otro lado, la incapacidad que hemos tenido, como ciudad, para generar nuevas formas de habitabilidad en Guadalajara.
Esta incapacidad recae en las autoridades, los organismos profesionales y académicos, los agentes todos que actúan en la dinámica citadina. No hemos sabido pensar a Guadalajara en términos viables, deseables, e impulsar acciones efectivas. Por un lado, la ciudad central se desangra, pierde calidad de vida, desaprovecha su potencial y expulsa población; por el otro, se continúa expandiendo el territorio urbanizado con cuantiosos daños ambientales, aumento de riesgos, dificultad en la conectividad y dotación de servicios, etc.
En la raíz está un problema que prevalece: al día de hoy no existe un concepto de ciudad —y menos estrategias y políticas concertadas— que cuente con acuerdos y consensos en el ámbito metropolitano. Si no sabemos qué queremos, ¿cómo saber hacia dónde ir? Cada municipio actúa por su cuenta, decreta nuevas reservas urbanas a su aire, carece de la elemental coordinación con los demás y el Gobierno del Estado. Una sola ciudad que se gobierna en pedazos. Ahí están los resultados.
No está por demás recordar que las pasadas administraciones municipales elaboraron, para este preciso efecto, el Plan Intermunicipal de Desarrollo Urbano. Ahí está el documento a la espera de que se le utilice. También está en curso, siguiendo ese planteamiento, el Plan de la Región Metropolitana que lleva adelante la Secretaría de Desarrollo Urbano.
Pero lo fundamental ahí está: la ciudad de Guadalajara decae, y esto afecta directamente la calidad de vida de sus más de cuatro millones de habitantes. El esfuerzo que plantea el Ayuntamiento de Guadalajara con la creación del Instituto Municipal de la Vivienda sin duda es importante y avanza en la dirección correcta. Hay grandes preguntas que contestar: ¿Cómo crear vivienda pertinente en la ciudad central? ¿A quién debe atender esa oferta, y qué modalidades debe tener? ¿Cómo dotar a las demarcaciones urbanas adecuadas de los satisfactores que complementen las nuevas habitaciones? ¿Cómo atraer estratos de población distintos y complementarios? ¿Qué plan maestro atenderá?
La cuestión de fondo es: ¿Cómo reaprender a vivir en Guadalajara?
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