Jalisco

Venden autopartes bajo la mirada policial

A un mes del Operativo Lince, la famosa zona de partes robadas funciona entregando facturas

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GUADALAJARA, JALISCO (18/JUL/2010/).-
Funcionó el Operativo Lince, cuando menos para evitar la venta de piezas robadas. Ésa es la conclusión a la que se llega al visitar la célebre calle 5 de febrero hoy en día, en su tramo que va de la Calzada Independencia hasta Belisario Domínguez. Es la zona famosa por la venta de autopartes, legítimas y robadas, nuevas y usadas, originales y apócrifas. La enorme cantidad de motociclistas que antes circulaban por ahí, llevando no sólo autopartes sino también la fama de trasegar con piezas robadas, se ha reducido a apenas un par de veintenas. Han dejado paso a policías de Guadalajara, que circulan de dos en dos por toda el área. La presencia policiaca es muy notoria; quizá en parte porque la afluencia de personas ha bajado estrepitosamente. Hay muy poca gente y los policías se notan mucho. La baja en la afluencia no gusta mucho a los locatarios.

La bota del oficial va quedando bien lustrada con las ágiles manos del boleador. “¿Y sí ha funcionado el operativo, oficial?”, es la pregunta obligada para ganar cercanía. “¡Uy sí, cómo no!, todo lo que vaya a comprar, pídalo con nota o factura, que si no, puede tener problemas”, señala el uniformado, adscrito a la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Guadalajara. “El operativo ha sido junto con otras dependencias, algunas federales”, comenta otro oficial que le hace compañía al primero. Lo dice en voz alta porque el tráfico de la calle Ángeles es cuantioso al mediodía del viernes.

Es raro que el gobierno encuentre a los aliados ciudadanos indicados para sacar adelante sus iniciativas. Aquí lo hizo: son los comerciantes con negocios establecidos formalmente. Estamos ya en la calle 5 de febrero. Los letreros de la calle son rojos; los del interior de varios de los comercios fijos son amarillos o blancos. El contenido, empero, es el mismo: “En contra del robo de autopartes”, “Compre seguro”, “Los comercios establecidos ofrecen productos lícitos. No se arriesgue”. Mismas frases; rojo, amarillo y blanco; gobierno y comercios formales.

Bajó la venta

Al ser viernes apenas pasadas las 12 del día, resultaría comprensible que no hubiera mucha gente rondando la zona. Tampoco es de esperarse, sin embargo, que esté desértica. Lo está. “Ha bajado mucho la gente que viene. Les da miedo por todo lo que se dice de la zona”, apunta Martín, quien nos aborda mientras pasábamos por enfrente de su negocio. Trabaja ahí pero está ya en el dintel de la puerta de la tienda, cargando una mochila. Va como en fuga de las bajas ventas. “Pero esperemos que sea para bien”. De los siete u ocho comercios visitados, no fueron más de cuatro en los que vimos compradores.

“Nos las traen de Monterrey. Aquí todo es usado pero te lo damos con nota, siempre lo hemos hecho así”. Es José, joven, moreno, de complexión gruesa. Se refiere a las autopartes de la tienda donde trabaja, casi en la esquina de 5 de febrero con Matías Romero. “A nosotros no nos da pendiente, ya sabemos que tenemos todo en orden”.

Hay una tensión entre los que circulan en motocicletas por la zona y quienes tienen comercio establecido. Los primeros son objeto de sospecha por parte de todo mundo, son los de mala fama. Los segundos, los “legales”, se manejan con un cierto aire de pureza: no se permiten ni siquiera hablar sobre la posibilidad de vender sin nota o factura.

Con el perjuicio de la duda por parte de distintas autoridades gubernamentales, los motociclistas que “mueven autopartes”, se desplazan con cautela, no pierden de vista a los policías, se ven enojados. Saben que están en riesgo. Contemplan con resquemor a los extraños que rondamos por la zona. Atrás quedó su insistente presencia ante cualquier potencial cliente que apareciera por el lugar; ya no se da el asedio colectivo al virtual comprador.

Los cambios en la dinámica social y comercial de la zona, más que deberse estrictamente al operativo del 9 de junio, en el que fueron arrestadas más de 100 personas, encuentran su explicación en la gran cantidad de policías que campean el lugar con actitud vigilante. “Para más información, tiene que ir al módulo que está en las oficinas del Ayuntamiento junto a la Central”, me dice un oficial ante mis insistentes preguntas. Son muchos y bien coordinados. Quienes están alejados del módulo central, es decir, los que rondan cerca de la Avenida Belisario Domínguez, hablan con soltura. “Sí, ha sido muy bueno el operativo. Si va a comprar, tenga cuidado”, dice uno de ellos, abierto. Quienes están en las inmediaciones de las oficinas temporales de la policía en la zona –los más- tienen mayores reservas para hablar. “Tiene que ir con quienes estén en el módulo”. El del módulo:
“Tiene que pedir permiso en Comunicación Social”. Me fui.

Los policías han sosegado la zona. Quedó atrás la etapa de los decomisos pero la presencia policial sirve para que el recuerdo de éstos no abandone la memoria de quienes se han acostumbrado a vivir fuera de la ley. La policía como símbolo del poder estatal y de orden. El problema es que los comerciantes establecidos, sus aliados, pierden dinero día con día. A ver cuánto tiempo aguantan como aliados de las autoridades.

German Petersen

Tendencia creciente

Las denuncias por robo de autopartes y a interior de vehículos tenían una tendencia creciente en la Zona Metropolitana de Guadalajara. En Guadalajara, donde en la segunda semana de junio se implementó el Operativo Lince para combatir el robo y la venta ilegal de autopartes, las averiguaciones previas por robo de autopartes y a interior de vehículos este ilícito se habían incrementado 65% durante la primera quincena de mayo con respecto al mismo periodo de abril, mientras que en junio existe una disminución de 8%, pero la cifra es aún 28% mayor que la de mayo.En Zapopan y Tlaquepaque las averiguaciones por estos delitos doblaron durante la primera quincena de mayo con respecto al mismo periodo de abril, y para junio, en la ex Villa Maicera se redujo la cifra en 58% durante ese lapso, mientras que en Tlaquepaque disminuyó a la mitad.

Los datos de la segunda quincena de junio, después del Operativo Lince aún no se pueden consultar.

Para saber

El robo de autopartes, sin violencia, se castiga en función del monto de lo robado. Va desde una multa de 260 pesos y prisión de seis meses hasta 10 mil 400 y diez años de encierro. Si el robo incluye violencia el castigo puede ser hasta de 15 años con multas que superan los 52 mil pesos.

Comprar también tiene castigo. Acarrea penas de seis a 13 años de prisión y multas de que van de los cinco mil  a los 52 mil pesos. El hecho de ignorar que es robado no exculpa al comprador, aunque baja la pena.

Fuente: Código Penal del Estado de Jalisco

Testimonio

Revisan las compras


No es mi primera vez buscando estéreos en la zona de cinco de febrero. Mi primer reproductor musical hace más de diez años lo compré en una tiendita de audio en la calle Ángeles y sucesivamente he comprobado que el precio de los reproductores para automóviles está por debajo del mercado y puedes encontrar las marcas que quieras, con las funciones que desees y con amplio surtido. Me han robado mi estéreo en seis ocasiones, desde lugares tradicionalmente de clase acomodada como Providencia o el Country hasta sitios de aglomeraciones como el Estadio Jalisco o en el Parque Agua Azul.

Esta vez me decidí a volver a la zona de 5 de febrero a comprar un estéreo que tuviera entrada de USB. Desde que llegué, no ví ningún ciclista motivándome a comprar en su establecimiento o algún sujeto con trapo preguntándome si andaba buscando espejos, rines o polveras. La avenida Ángeles lucía desierta con establecimientos cerrados y clausuras por doquier. Por fin, llegué al área que tradicionalmente venden audios, cerca de Calzada del Ejército. La zona estaba rodeada por patrullas vigilantes de cada movimiento, acercamiento y conversación. Me decidí comprar un estéreo con valor de mil 200 pesos. Antes de instalarlo en mi automóvil, un agente se acercó sospechoso de la transacción a pedir por la factura y los datos de compra. El oficial revisó meticulosamente los documentos y tras comprobar que el material vendido no tenía un origen ilícito, se retiró.

Cuando el chavo que instala estaba cerca de terminar su labor, el policía me preguntó cómo me había enterado de la existencia de este lugar, a lo que yo respondí que era un cliente frecuente desde hace más de diez años.
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