Jalisco

Vecinos ven decadencia en barrio de San Juan de Dios

Comerciantes señalan que la zona es cada vez más insegura

GUADALAJARA, JALISCO (04/NOV/2014).- San Juan de Dios, escribió el arquitecto Guillermo García Oropeza, es el corazón de la Guadalajara popular. Duro y bravo, mercado, cantina, arrabal, iglesia milagrosa, sitio de desvelada, fulgor del pecado, tianguis, feria de todos los días, encrucijada, plaza de toros, baratillo, fonda y cenaduría, es el concentrado y vivo núcleo de la ciudad de todos.

Pero Roberto Rodríguez, comerciante de la zona desde 1975, no piensa lo mismo. Para él, desde hace cinco años, en San Juan de Dios se puede descubrir la épica del delito y redescubrir la del ambulantaje. El viernes pasado comprobó que en el barrio se puede pasar fácilmente del asombro al espanto; del tráfico esclerotizado a los autos incendiados; del paseo banquetero al desvalijamiento de tiendas de conveniencia.

Jorge Rocha, dueño de una tienda ubicada sobre Avenida Javier Mina, asegura que el barrio está en plena decadencia. Opina que sobre el banquetón, en López Cotilla y en Obregón, es recurrente que un joven le arrebate la bolsa a una clienta, ahuyentándola de la zona por un buen tiempo. Jorge está molesto. El fin de semana pasado fue quincena y, debido a la violencia, las ventas se vinieron abajo.

Desde hace año y medio, María Méndez, vecina del barrio, ve más vendedores ambulantes y menos gente en las tiendas. Ve menos policías y más delincuentes. Como ella, Ángela Martínez, empleada de una zapatería, resalta que la zona es cada vez más insegura. Sentada a su escritorio, ha visto cómo los ladrones arrancan a las personas las cadenas y los aretes sin que los policías logren capturarlos.

Zaira García dice que hace dos años los alrededores de San Juan de Dios no eran tan conflictivos. En la tienda de cosméticos en la que trabaja a veces ingresan personas violentas que, bajo el efecto del alcohol o de alguna droga, causan problemas y los comerciantes ambulantes le ayudan a sacarlos.

Salvador Saenz, por su parte, afirma que siempre ha habido ambulantaje en los alrededores del mercado, pero a veces se desborda. Dice que el tercer nivel se construyó con la finalidad de meter allí a los ambulantes, pero muchos vendieron y la corrupción y la necesidad se encargaron de devolverlos a las calles.
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