Jalisco
Unidos por el futbol
Todavía hay muchas personas que no captan la importancia que tiene el futbol, para estimular y fomentar el nacionalismo
Muchas personas nos dimos cuenta de la importancia que tuvo el triunfo de la Selección de España en el pasado Mundial de Futbol. Pero especialmente en lo referente a la exhortación al nacionalismo y unidad del pueblo en una misma camiseta, que a su vez es la suma de los dos grandes equipos de la Península Ibérica, el Barcelona y el Real Madrid, junto a refuerzos de otros equipos.
Todavía hay muchas personas que no captan la importancia que tienen los deportes, particularmente el futbol, para estimular y fomentar el nacionalismo.
Hace algunos días escuchaba a un comentarista de radio burlarse de la poca importancia que tiene en una nación una camiseta de futbol. Desde luego es la lectura incorrecta de un fenómeno que va mucho más allá de lo que se aprecia en las hordas de fanáticos y aficionados.
El futbol nació con un especial espíritu y vocación territorial, con el esmero de identificar al equipo con el terruño, para que se convierta en parte de la identidad de sus habitantes. Por consiguiente, en este “jueguito” se refugian muchos simbolismos favorables para congregar una misma forma de ser, para unificar un sentimiento gregario con múltiples factores del inconsciente colectivo, de esa misma masa humana.
El Campeonato Mundial hizo que toda España festejara junta su triunfo, sin importar las diferencias entre vascos, catalanes, andaluces y capitalinos. Todos se sintieron españoles y abrazaron la misma bandera. Un sueño que muchos políticos y líderes han acariciado sin poder lograr ni una mínima parte de lo que han hecho estos futbolistas.
Este episodio histórico quedará guardado en los archivos del colectivo como una integración deseada, pero inesperada o sujeta a los vaivenes del balón. Pero tan significativa e importante que no se podrá lograr por otros caminos que no sea el júbilo por un triunfo deportivo de estas dimensiones.
Los reyes, los políticos, los artistas, los grandes empresarios y el pueblo unido han rendido su tributo a los héroes que han hecho semejante hazaña.Los medios de comunicación se han dado vuelo con el evento y han sacado todo el provecho posible para sus propios intereses. Por eso el futbol ha cobrado tan elevados índices de audiencia en todo el mundo.
La televisión española trasmitió todo el festejo como si se tratara de un acontecimiento inigualable, como ha resultado ser. Ahora no era un tema bélico, ni la muerte de alguien destacado, ni el suceso político y religioso del siglo.
Los que saben del poder político que está detrás del futbol, lo saben utilizar para sus propios intereses; los que no, sólo lo ignoran o lo critican. Aún no han descubierto la capacidad que tiene de unir a los opuestos o de aligerar la carga de las grandes crisis de los pueblos.
Por eso desde los romanos se sabe que en tiempos difíciles el pueblo responde con pan y circo, hoy el futbol ha demostrado que es capaz de mucho más que un circo lleno de catarsis. Es capaz de unir a una España desarticulada, como lo observaba Ortega y Gasset.
Todavía hay muchas personas que no captan la importancia que tienen los deportes, particularmente el futbol, para estimular y fomentar el nacionalismo.
Hace algunos días escuchaba a un comentarista de radio burlarse de la poca importancia que tiene en una nación una camiseta de futbol. Desde luego es la lectura incorrecta de un fenómeno que va mucho más allá de lo que se aprecia en las hordas de fanáticos y aficionados.
El futbol nació con un especial espíritu y vocación territorial, con el esmero de identificar al equipo con el terruño, para que se convierta en parte de la identidad de sus habitantes. Por consiguiente, en este “jueguito” se refugian muchos simbolismos favorables para congregar una misma forma de ser, para unificar un sentimiento gregario con múltiples factores del inconsciente colectivo, de esa misma masa humana.
El Campeonato Mundial hizo que toda España festejara junta su triunfo, sin importar las diferencias entre vascos, catalanes, andaluces y capitalinos. Todos se sintieron españoles y abrazaron la misma bandera. Un sueño que muchos políticos y líderes han acariciado sin poder lograr ni una mínima parte de lo que han hecho estos futbolistas.
Este episodio histórico quedará guardado en los archivos del colectivo como una integración deseada, pero inesperada o sujeta a los vaivenes del balón. Pero tan significativa e importante que no se podrá lograr por otros caminos que no sea el júbilo por un triunfo deportivo de estas dimensiones.
Los reyes, los políticos, los artistas, los grandes empresarios y el pueblo unido han rendido su tributo a los héroes que han hecho semejante hazaña.Los medios de comunicación se han dado vuelo con el evento y han sacado todo el provecho posible para sus propios intereses. Por eso el futbol ha cobrado tan elevados índices de audiencia en todo el mundo.
La televisión española trasmitió todo el festejo como si se tratara de un acontecimiento inigualable, como ha resultado ser. Ahora no era un tema bélico, ni la muerte de alguien destacado, ni el suceso político y religioso del siglo.
Los que saben del poder político que está detrás del futbol, lo saben utilizar para sus propios intereses; los que no, sólo lo ignoran o lo critican. Aún no han descubierto la capacidad que tiene de unir a los opuestos o de aligerar la carga de las grandes crisis de los pueblos.
Por eso desde los romanos se sabe que en tiempos difíciles el pueblo responde con pan y circo, hoy el futbol ha demostrado que es capaz de mucho más que un circo lleno de catarsis. Es capaz de unir a una España desarticulada, como lo observaba Ortega y Gasset.
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