Una vida entregada a la atención médica y humanística de ancianos
Es el primer geriatra que ha tenido Jalisco y creyente de que la medicina que se requiere es la que se basa en la persona de forma integral y no sólo en la salud física
GUADALAJARA, JALISCO (23/OCT/2016).- Desde hace 32 años, la medicina es su vida y razón de ser, como él mismo describe la pasión por su profesión: médico geriatra.
Hoy se conmemora el Día del Médico y el jefe del servicio de Geriatría en el Antiguo Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde”, David Leal Mora, lucha porque la medicina no se base únicamente en el aspecto físico y de curación de enfermedades, sino que se practique una medicina humanística que vea a la persona de manera integral.
Con seis años de estudios de medicina en la Universidad de Guadalajara, cuatro años más de medicina interna en el Centro Médico Nacional, que hoy es el Centro Médico Siglo XXI, el doctor David vio la necesidad de voltear a ver a los ancianos, como un grupo potencial de pacientes olvidados, por lo que decidió adentrarse en un tema que poco se estudiaba en ese entonces, lo que lo llevó a estudiar en Estados Unidos.
Es el primer geriatra que tuvo Jalisco y a lo largo de los años ha compartido sus conocimientos en la formación de 38 geriatras. Actualmente hay 50 en Jalisco, pero la necesidad y el ideal de acuerdo al número de ancianos en el Estado, es de 800 especialistas, según la Organización Mundial de la Salud.
Uno de sus lemas al brindar la atención a los ancianos es que, si la persona vivirá un día más, ese día debe ser el mejor de su vida.
Su reto: que la gente llegue a la ancianidad con buena salud, para no tener complicaciones prevenibles en la juventud y que deje de verse a la palabra “anciano” como un insulto o algo peyorativo, sino que se vea con respeto a una persona que ha vivido muchos años y que ahora requiere ser atendido.
Leal Mora, de 58 años de edad, ha participado en el ámbito de la docencia, ha sido miembro de diversas asociaciones a nivel estatal, nacional y mundial, ha recibido numerosos reconocimientos y en su andar ha sumado más de 20 publicaciones científicas.
¿Cuándo eligió a la medicina como profesión?
Mi primera opción para ser profesionista no fue ser médico. Primero era ser arquitecto, luego contador público, luego abogado. Yo en la preparatoria estuve en las áreas médico biológicas y desde el primer día la medicina fue un descubrimiento asombroso y apasionante para mí. Yo envidiaba a mis compañeros que decían que ellos desde niños querían ser médicos, yo no tuve eso, fue una decisión tardía, pero desde entonces a la fecha ha sido para mí algo apasionante, ha sido mi vida y mi razón de ser.
¿Por qué escogió la geriatría como especialidad?
Después de estudiar medicina seguí con la especialidad de medicina interna y los pacientes que más me preocupaban, y que muchas veces era más difícil su evolución, que su convalecencia era muy larga, eran mis pacientes ancianos. Siempre me iba preocupado por los pacientes ancianos, porque se me complicaban. Supe que había algo que se llamaba geriatría, que en el País prácticamente era desconocido y decidí que eso me hacía falta, pero no había donde estudiar, lo que sabía era de revistas extranjeras. Fue entonces que decidí aplicar para estudiar en el Johns Hopkins Geriatric Center, en Baltimore, Estados Unidos.
¿Había geriatras en Jalisco?
Llegué al Hospital Civil a medicina interna y me enfoqué en pacientes ancianos; en aquel entonces la gente me decía, ¿usted es el “gediatra”? porque hasta el término era desconocido; aquí no había geriatras, yo fui el primero.
En Estados Unidos me ofrecieron trabajo de profesor asistente, pero la manera de vivir en Estados Unidos no era muy de mi agrado, además de que allá estaba todo hecho en geriatría y aquí no había nada, por eso me regresé.
¿Cómo ha cambiado la medicina en las últimas décadas?
La transición poblacional se empezó a dar a finales de los años 70, nuestra pirámide poblacional empezó a cambiar más en los 80. Ha disminuido la mortalidad infantil y hubo una época en los 50, que la prioridad de la medicina en este País era la salud de la madre y el niño, había una tasa de natalidad muy alta, mortalidad materna, desnutrición, y las políticas de la medicina pública se enfocaron en ese problema, y hay que reconocer que lo hicieron muy bien.
¿Se olvidó a los ancianos?
El problema fue que con el éxito que se tuvo en la atención en la salud de la madre y el niño, crearon una población que no pensaron que iba a envejecer, y ese éxito ahora se está revirtiendo porque no se planearon políticas para ese éxito de la atención. Y desgraciadamente seguimos anquilosados en ese sistema, en el que no hemos volcado hacia la atención del anciano; nuestros sistemas de salud siguen pensando igual que hace 20 o 40 años, y las necesidades ya no son las mismas.
¿No ha cambiado la visión?
No. El año pasado se ofrecieron a nivel nacional 800 becas de plazas para pediatría y sólo 64 para geriatría; no ha cambiado esa visión y lo que necesitamos es seguir capacitando especialistas para tener una población que ya nos rebasó.
¿Cómo se debe atender a un anciano?
Se debe pensar no sólo en sus enfermedades, sino en su entorno, en sus necesidades, en sus redes sociales, en cómo vive, dónde vive. A mí de nada me sirve darle un medicamento de última generación si no va a poder comprarlo. A mí de nada me sirve darle una educación nutricional si no tiene los recursos. Tengo que educarlo a él y a su familiar, porque cuando hospitalizamos a un paciente, desde ahí empezamos a ver qué va a pasar con él cuando lo demos de alta.
¿Hace falta un cambio en la atención médica?
Desgraciadamente todavía seguimos con una filosofía de una medicina basada en las enfermedades, todavía podemos oír a médicos que dicen “ahí tengo una neumonía, ahí tengo un infarto, ahí un sangrado del tubo digestivo”, ni los nombres de los pacientes dicen. Es una medicina que no debe de existir, la medicina que se requiere es la que se basa en la persona, y ese es el nuevo paradigma en el que nos debemos dirigir. Yo estoy enfrente de una persona que tiene una necesidad de salud, que por eso viene conmigo, pero que aparte de eso tiene otras morales, psicológicas, económicas, familiares y afectivas, y que si nosotros nos enfocamos a la pura salud física, a ese paciente no lo vamos a sanar.
¿Cuál ha sido la experiencia más fuerte que ha vivido en la medicina?
En 1985 me tocó vivir el terremoto en la Ciudad de México, estaba yo en el segundo año de residencia, y esa tragedia marcó mi vida; estaba pasando visita y se vino la catástrofe, fue algo terrible porque no sólo era preservar mi vida sino la de todos los pacientes.
¿Qué fue lo peor que vio ese día?
Ver morir a pacientes, a compañeros míos; el hospital se partió en dos. Pasamos las réplicas sin luz, sin agua, yo creo que es como un hospital de guerra, porque estuvimos trabajando día y noche viendo pacientes heridos, yo perdí un par de compañeros y algunos otros sufrieron las lesiones que los dejaron incapacitados. Como médicos ves la muerte como parte de la vida, uno sabe que el mayor riesgo de morir es nacer, pero ver la muerte en una muerte traumática e inesperada es inenarrable; polvo por todos lados, la gente gritando, fue algo que me marcó. Yo a la Ciudad de México voy sólo lo necesario.
¿Y qué es lo mejor que vive como médico?
A mis pacientes yo les hablo por su nombre y la mayor satisfacción que tengo es que al final se hace una cercanía prácticamente de familia. Yo tengo pacientes que van a mi consultorio a una cita, y realmente el motivo de ir es para platicar de lo que hicieron en su juventud, o de sus aspiraciones, o de sus problemas. Alguien podrá decir que eso no es una consulta médica, y no la es estrictamente hablando, pero es parte de la atención a la persona; platicar con libertad y que haya alguien dispuesto a escucharlos.
LAS FRASES
"El año pasado se ofrecieron a nivel nacional 800 becas de plazas para pediatría y sólo 64 para geriatría. No ha cambiado esa visión y lo que necesitamos es seguir capacitando especialistas para tener una población que ya nos rebasó".
"A mis pacientes yo les hablo por su nombre y la mayor satisfacción que tengo es que al final se hace una cercanía prácticamente de familia. Yo tengo pacientes que van a mi consultorio a una cita, y realmente el motivo de ir es para platicar de lo que hicieron en su juventud, o de sus aspiraciones, o de sus problemas".
"Yo estoy enfrente de una persona que tiene una necesidad de salud, que por eso viene conmigo, pero que aparte de eso tiene otras morales, psicológicas, económicas, familiares y afectivas, y que si nosotros nos enfocamos a la pura salud física, a ese paciente no lo vamos a sanar".
David Leal Mora, geriatra