Jalisco

Una fiesta para ladrar y babear de gusto

La Vía RecreActiva, y los parque de la ciudad fueron testigos de la celebración en honor a los mejores amigos del hombre: los perros

GUADALAJARA, JALISCO (23/JUL/2012).- Defensores del hogar y de su dueño cuando es necesario. Psicólogos silenciosos. Terapeutas que babean. Amigos fieles. No conocen horario para su trabajo y muchas veces ni reclaman un “gracias” por hacerlo. Una palmada en la cabeza, un poco de atención todos los días y su ración de croquetas son buena paga para ellos: los perros, quienes ayer celebraron “su día” en diversos rincones de la ciudad.

Con sus mejores galas, bien peinados algunos (muy pelones otros), los canes y sus amos pasearon ayer por Guadalajara en lo que fue designado en el calendario como su “día de fiesta”. La Vía RecreActiva, los parques de la urbe, las jardineras de los barrios, el asfalto o hasta el patio fueron testigos de la celebración. Aunque también hubo espacio para las “fiestas de gala”.

En un terreno adyacente al Parque Metropolitano, una empresa de comida para perros montó un “gran festival” dedicado a los mejores amigos del hombre en su día. Familias sonrientes, parejas felices y algunos solitarios con cara de haber tenido una fiesta el día anterior hicieron fila para acceder durante una hora al “reventón” canino. Todo sacrificio valía la pena para que las mascotas “celebraran” como se merecen su día.

Los “suertudos”

Para los vecinos del parque y los curiosos, observar el colorido festival de perros debió resultar, cuando menos, curioso. Una gran feria donde los juegos estaban diseñados para que los canes se divirtieran, hicieran ejercicio, corrieran de un lado a otro, conocieran a otros de su especie, nadaran y hasta hicieran gala de sus habilidades atléticas.

Con la lengua de fuera, la respiración agitada, los ojos bien abiertos, dando saltitos de alegría y corriendo como si el mundo se fuera a terminar en unos minutos, los canes demostraron que saben disfrutar de una fiesta masiva de una forma más “civilizada” que sus humanos. No hubo peleas entre los asistentes de cuatro patas, salvo quizás algunos ladridos. Todos convivieron independientemente de la raza, el tamaño, el color y el sexo. Los canes esperaban pacientemente su turno para acceder a la zona de pelotas, atrapar el frisbee, meterse a la alberca o saltar a través de la llanta. Corrían por todos lados, sí, pero no chocaban entre ellos. Se compartían el agua y la comida con un orden envidiable. Aguantaron en las filas sin hacer caras por el calor o la espera. Hasta dejaron que sus dueños los vistieran de forma tan estrafalaria que Lady Gaga parecía recatada junto a ellos.

Fue el día del Perro. Todos con nombre, algunos hasta con apellido. Fue el momento en que celebraron Towi, Chuky, Chocho, Bubu, Frida, Neshka, Manchitas, Jelipe, Lennon, Magnus, Mandy, Nala, Nanny y Jack.

Los ausentes

El Día del Perro se celebró en todo México, pero eso no significó que todos hayan estado de fiesta. Celebraron algunos, pero incluso en los alrededores del Parque Metropolitano hubo ejemplares de los “mejores amigos del hombre” que se la pasaron sin amigos, y en el peor de los casos, huyendo del ser humano.

Fue el día también del “solovino” que llega a las casas, negocios y talleres en busca de comida. También del perro de azotea, que está condenado a una vida en las alturas y en espacios reducidos. De los cientos de perros perdidos, esos que todo el mundo reconoce por las fotografías de los “Se busca”. Y, en general, del problema de salud pública y respeto a los derechos animales que significa, como reclaman y recomiendan todos los veterinarios, esterilizar a tiempo a las mascotas de la casa, para evitar que se reproduzcan y que, en el futuro, los cachorritos que uno le regaló al amigo o al vecino sean abandonados, mueran atropellados o, en el mejor de los casos, procreen nuevos perros callejeros.

Fue el día de los defensores del hogar y de su dueño cuando es necesario. Psicólogos silenciosos. Terapeutas que babean. O simplemente, de los amigos más fieles del hombre.

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