Jalisco

Una década de…

Las elecciones de ayer muestran que cantar victoria no es lo más sensato

Las 14 elecciones estatales de este domingo 4 de julio, además de representar un hito en la vida institucional del país por el contexto de sacudimiento, por la inusitada marca de la violencia, por la involución que se percibe en el marco de la transformación democrática que por largas décadas han construido generaciones de mexicanos, se dibujaron en el calendario como las de la conmemoración de una década desde que se produjo la alternancia en el Gobierno federal.

El viernes 2 de julio se estaban cumpliendo los primeros 10 años desde que un partido distinto al PRI llegó a la cúspide del poder en México. Borroso en el recuerdo, a pesar de que en la vida de un país una década es apenas una página en la historia, se mira aquel domingo en que el presidente Ernesto Zedillo y el consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) anunciaron a la nación que Vicente Fox Quesada sería el nuevo primer mandatario, por voluntad libre y soberana de los electores que habían acudido con entusiasmo, calma y paz a las urnas a depositar su voto.

Para millones que vieron en aquellos comicios la oportunidad de hacer del voto útil su instrumento más poderoso para transformar las instituciones del país, el objetivo pasaba por “sacar al PRI de Los Pinos”, pero de ninguna manera se estacionaba ahí, porque las exigencias que se habían acumulado eran tales que no bastaba una epopeya personal o partidista para hacer los cambios radicales: democracia, transparencia, rendición de cuentas, justicia, erradicación de la pobreza, participación ciudadana en la vida institucional, libertad de expresión, equidad, respeto a los derechos humanos, y otros pendientes a cual más relevantes, se habían acumulado durante 70 años de autoritarismo, exclusión e injusticias.

Entrevistado por El Universal a propósito de aquella efeméride recordable y celebrable para millones de mexicanos, el ex presidente Vicente Fox no admite las críticas de políticos del PRI “que han dicho que el cambio valió madres y que no valió la pena”, y dice que su administración, “supera y con mucho”, los sexenios anteriores en todos los indicadores del desarrollo. “Superamos al del señor Zedillo, al señor Salinas, al del señor de la Madrid, al del señor López Portillo al del señor etcétera, etcétera”.

Muy orondo, ufano porque se considera el mejor mandatario de las últimas décadas, el guanajuatense les pide a los priistas que no presuman lo que no hicieron, y que si han de regresar al poder lo hagan con una clase política renovada y sin dar marcha atrás a las conquistas que él asume como propias, aunque en realidad han sido más producto del empuje ciudadano.

Apenas admite que en estos momentos México tiene problemas severos y requieren una solución, porque “el crimen organizado no puede seguirse campeando (sic) por todo el país”.

Pero, errático y egocéntrico como casi siempre, Fox se desboca al afirmar que su elección “cambió instituciones y nos llevó a la vigencia plena de la democracia en el país, al ejercicio de la libertad que no existía antes y (…) nos llevó a una gran transparencia y rendición de cuentas de todas las instituciones”.

El momento, el contexto, la perspectiva de las elecciones de ayer muestran que cantar victoria no es lo más sensato.

(vwario@hotmail.com)
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