Jalisco

Un tranvía llamado deseo

¿Cuál es la mayor virtud del tranvía? Que no se llama Macrobús

¿Cuál es la mayor virtud del tranvía? Que no se llama Macrobús. Parece una tontería, de hecho lo es, pero en política las tonterías son importantísimas. La política es el arte de revolcar el gato. En política un felino salvaje puede ser un león o un triste gato callejero (quién me dice que mi gato, recogido de un lote baldío, no es un felino salvaje, y de los peores). Algo similar sucede con los sistemas de transporte. El tranvía tiene una virtud enorme frente al BRT. Mientras uno es un camión grandote, el otro da el gatazo de un metro chiquito. Parece una tontería, de hecho lo es, pero es esta tontería la que puede salvar el proyecto de movilidad en una situación política en la que los actores entraron en tal nivel de desgaste que la salida requiere un revolcón.

Cuando los ayuntamientos dijeron “No”, hace ocho días, no tenían idea de qué iban a proponer. Los viajes a Atlanta y Tucson sólo sirvieron para sacar a pasear a los políticos. Lo que vieron allá lo hubieran podido ver por internet, y nada importante salió de ahí. En esta semana cada alcalde jaló para su lado. Incluso al interior del ayuntamiento de Guadalajara no había consenso de qué iban a proponer. Mientras unos sacaban del cajón proyectos ya desechados por incosteables, otros hablaban de que el Maglev seguía siendo la mejor opción “porque había que tener visión de futuro” (y Maglev es lo que más se parece a lo que sale en las caricaturas de los Thundercats). Los funcionarios de Guadalajara arrancaron por su lado con todo el protagonismo provocando la molestia de Zapopan y Tlaquepaque, y a punto estuvieron de generar una crisis entre priistas. Finalmente, lo que hicieron fue simplemente cambiar el material rodante y montar un tranvía sobre la misma Línea Dos del Macrobús.

El tranvía es más lento, tiene menos capacidad y es más costoso que el BRT. Además, tiene exactamente los mismos problemas de barrera urbana, si no es que un poco más. Eso sí, es mucho más bonito, más cómodo (cuando no va lleno) y da el gatazo de modernidad. Su principal virtud sin embargo, es que puede generar un acuerdo donde no lo había, y eso no es poca cosa. Si hay voluntad de las partes, Gobierno del Estado y ayuntamientos, quedarán dos temas a resolver: el financiero y el político, o dicho de otra manera, cómo repartir los costos y compartir las utilidades. El costo del tranvía, sin que exista aún un proyecto ejecutivo, puede llegar hasta ocho mil millones de pesos. El Estado y los ayuntamientos sí tienen la capacidad para hacerlo tomando deuda.

El tema delicado es el reparto de utilidades políticas: si los ayuntamientos no le dan al gobernador una salida no solo digna, sino de ganancia, el incentivo para el acuerdo, ahora del otro lado, será mínimo. Digamos que para construir este tranvía llamado deseo más importante que el túnel en el Centro es construir el puente con el gobernador, y ese también tiene costo.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando