Jalisco

Trabajar desde la prisión, privilegio para unos cuantos

Con un salario de 550 pesos semanales, un reo tiene posibilidad de emplearse

GUADALAJARA, JALISCO (03/SEP/2014).- Por robo a casa habitación, Carlos Alejandro Hernández Guerrero ha estado cinco años y 10 meses tras las rejas del Centro de Readaptación Social de Puente Grande. Todavía le faltan tres años, pero desde que obtuvo un empleo remunerado el tiempo se le ha pasado volando.

Ahora, con su salario semanal de 550 pesos como encargado del taller de costura, siente que está asegurando el sustento de su esposa y gemelas. Carlos, de 25 años, pertenece al 4.78% de los reclusos jaliscienses que cuentan con un empleo: 681 de 18 mil.

Para muchos internos, los ingresos de estas actividades son la fuente principal de sustento de sus familias. Por eso se siente afortunado. “Aquí he aprendido demasiado, de todo lo que tenga que ver con costura no hay algo que no pueda hacer, ya sean pantalones, chamarras, chalecos… Ya no tengo temor de salir a la calle porque sé que puedo hacer algo”.

Actualmente son catorce las empresas con las que se tiene convenio, desde la que confecciona semanalmente 700 fundas para sala con 35 internos; la que empaqueta y exporta dulces de pulpa de tamarindo a Estados Unidos; o la que produce hasta mil bancas al mes para exportarlas a Canadá, entre otras.

Pero para acceder al privilegio de tener un empleo remunerado en prisión, los internos deben cumplir con un perfil: primero deben tener una familia, luego la necesidad económica de trabajar, así como la actitud y las ganas de hacerlo. Pero también se les reconoce a quienes mantienen una buena conducta y apoyan a la comunidad interna del penal.

“Lo que estamos buscando es que realmente haya mano de obra especializada en condiciones industriales, no nada más enseñarles a tejer bolsas sino que el trabajo se realice de manera industrial, que se enseñen a producir en línea, pero sobre todo que adquieran una especialidad en el oficio, para que les ayude a emplearse en el exterior”, señala el titular del INJALRESO, Alejandro Serrano Cervantes.

Pero el funcionario reconoce que existe una escasez de trabajo dentro de los penales, pues no se tiene el espacio ni la capacidad para que todos los internos entren a laborar. “No todos tienen la necesidad de trabajar y no todos quieren, hay mucha gente que su familia les da el sustento, despensa o dinero; regularmente los que trabajan tienen poca visita, no cuentan con el recurso o tienen ganas de trabajar y estar ocupados”.

A un mes de haber iniciado la presente administración, la Fiscal de Reinserción Social reconocía que los reclusorios a cargo del Gobierno del Estado no están ofreciendo una reinserción social completa. Precisamente la sobrepoblación es una de las causas que impiden la adecuada reinserción social de los sentenciados, y es que la población penitenciaria de 18 mil internos duplica la capacitad total de los reclusorios en Jalisco, lo que implica que los servicios de reinserción social se vean disminuidos, siendo el empleo una de las principales materias pendientes.

Para garantizar la plena reinserción social es necesario que el sistema penitenciario se organice sobre la base del respeto a los derechos humanos, del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte “como medios para lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir, observando los beneficios que para él prevé la ley”, según establece el artículo 18 de la Constitución federal.

CRÓNICA
Le toca supervisar la confección de uniformes


Cinco años y 10 meses ha permanecido tras las rejas Carlos Alejandro Hernández Guerrero, de 25 años, por robo a casa habitación. Aún le quedan tres años por cumplir, y eso si le otorgan beneficios.

Todos los días a las 7:00 horas está ya en el taller de costura del Centro de Readaptación Social de Puente Grande, en donde pasa el resto del día hasta las doce de la noche que regresa a su celda. Como responsable del taller, se encarga de supervisar las labores de otros cien reclusos, que actualmente confeccionan 151 mil uniformes que están por entregar al Ayuntamiento de Guadalajara.

“Me gusta mucho este trabajo, cuando llegué aquí el encargado dejó el puesto y me lo ofrecieron, como soy bueno y me siento cómodo con lo que hago, acepté”. Reconoce que le ha tocado aprender de todo y afirma que si de costura se trata “no hay nada que no pueda hacer”. Incluso, al salir de prisión planea montar su propio taller. “Ya no tengo temor de salir porque sé que puedo salir adelante”.

“Aquí estamos trabajando, no falta el compromiso ni las ganas de salir adelante, el trabajo nos ayuda a todos. Me gustaría que hubiera más empresas, aquí estamos muchos con ganas de chambear, no nos descarten solamente porque estamos en el reclusorio”, dice a los empresarios.

Asegura que después de tanto tiempo que ha tenido para pensar las cosas ya no le quedan ganas de volver a lo mismo. “La gente piensa que uno sale de la cárcel y sigue siendo malo, te cierran las puertas sin darte la oportunidad de mostrar lo contrario”.

En la cárcel, dice, nada le falta: “tenemos escuela, deporte, salud, alimentos, las cosas personales que necesitamos, siempre hay algo en que entretenerse”. Lo único que le preocupa es generar un sustento para poder mantener a sus gemelas de un año.

Se siente afortunado, primero por tener un empleo y luego por estar en la costura, trabajo que describe como el más codiciado de todos, “nos llega mucha chamba, acabamos de terminar las mochilas, fue un proyecto muy grande y nos fue muy bien a todos”.

Los 550 pesos que se echa a la bolsa semanalmente le ayudan para darse sus gustos y atender sus necesidades básicas. El resto se lo entrega a su esposa, quedándose con la tranquilidad de al menos poder aportar algo para el gasto familiar.

Ahora por la extensión laboral y la urgencia de sacar los uniformes extendimos el horario y se compensa también en la paga, pues estoy recibiendo hasta mil 400 semanales”.

CRÓNICA
“Al menos me da 550 pesos para no molestar”


Ignacio Villaseñor Sánchez, de 50 años, lleva 6 años y medio en prisión de los nueve que debe cumplir para volver a sentirse libre. Fue acusado por robo equiparado al comprar una camioneta con una cabina robada. “Por un error que cometí, quizás por exceso de confianza aquí estamos pagando, me tocó la de malas”.

A 15 años estaba a cargo de su propio taller mecánico, desde entonces descubrió que esto era lo suyo y años después se graduó de ingeniería mecánica industria por la Universidad de Guadalajara.

Ahora está a cargo de un proyecto para la empresa El Azteca de México que contrata a 100 reclusos para empaquetar pulpa de tamarindo y exportarla a Estados Unidos. “Hacemos una producción de 180 a 200 mil cucharas al día, empezamos desde las ocho de la mañana y nos vamos a las cinco de la tarde, aquí empacamos y etiquetamos el producto”.

De su labor como supervisor, Don Nacho saca para solventar sus gastos, “el rollo de papel, la pasta de dientes, artículos de limpieza”. Reconoce que no gana lo que quisiera, pero “al menos los 550 pesos semanales me dan para no molestar a mi familia”.

Pero aquí el sueldo es variable, todo depende de la velocidad con que el interno mueva las manos, y así puede llevarse desde 200 hasta 500 semanales. En sus tiempos libres, acomoda su celda y lava la ropa. El sábado limpian el lugar donde todos los días empacan la pulpa, y después disfruta de jugar futbol con los demás reclusos.

Al salir, planea reinstalar su taller mecánico. “Cometí un error y no lo volveré a hacer. Es permitido tropezarse pero es válido levantarse, lo más fácil aquí es echarle ganas, tenemos escuela para superarnos, el que quiere salir adelante y dejar sus cosas y las drogas, lo hace, y empieza de nuevo”.

“Aquí estamos trabajando los que queremos salir adelante, los que no están allá perdiendo el tiempo, al igual que en la calle, los que queremos regresar a nuestra vida estamos aquí dando la batalla”.

CRÓNICA
De recluso a encargado de seguridad


Moisés estuvo en prisión seis años por robo a negocio, lesiones a terceros y enfrentamiento con la policía. “Me fui por este camino por las malas compañías”, admite, “oportunidades sí tuve pero desgraciadamente me gustó el dinero fácil”. Y es que a los 18 años comenzó a trabajar en el sindicato del Seguro Social como guardia de seguridad pero le ganó la adicción a la coca, primero, y luego le empezó a entrar a la piedra.

“A causa de eso perdí mi trabajo y me dediqué de llenó con la banda a ver qué salía para tener como los demás buenos tenis, cadenas de oro, buenos carros y dinero”, dice arrepentido.

Luego de recuperar su libertad estuvo tocando puertas y después de varios rechazos, se convirtió en cargador en el mercado Felipe Ángeles, pero apenas le alcazaba su sueldo para sostenerse. “En muchos trabajos no me dieron la oportunidad, así cómo quieren que uno sea diferente”, cuestiona.

Fue entonces cuando se acercó al área de atención de preliberados, “me hicieron mis exámenes psicométricos y me consiguieron un trabajo decente, ya voy a ajustar los tres años laborando en la misma empresa de seguridad privada”.

Ahora se ha comprado un carro y está por sacar su casa del Infonavit. “Me han ascendido, no tengo mal sueldo, al principio ganaba 2 mil pesos quincenales y de ahí me fueron ascendiendo por puntualidad y responsabilidad. Hoy gano tres mil 600 a la quincena”.

Tras seis años y dos días en Puente Grande, tuvo que hacer servicio comunitario, recibir atención psicológica y asesoría laboral durante tres años y medio, para poder así recuperar su libertad absoluta.

“En la cárcel aprendí a valorar la libertad, y la verdad no me quedaron ganas de ganar el dinero fácil, fue mucho el tiempo perdido, si me hubiera portado bien ya tendría mi casa, un mejor carro y muchas cosas más. Sé lo que se siente cometer un error y trato de hacer las cosas bien y ser diferente”.

Sobre su condición como ex recluso, prefiere que sus compañeros del trabajo no lo sepan, y hasta eso, “la empresa lo maneja de manera muy discreta”.

“Cometemos errores, como todos, y no por una mala experiencia vamos a ser siempre las mismas personas”, por lo que pide a la gente que les permitan volver a empezar.

Hoy considera que ha saldado lo que tuvo que pagar, “salí a demostrar que soy un hombre de bien, que sé trabajar, desaparecieron mis vicios y mi familia fue muy importante en todo esto para salir adelante”.

Buscarán crear modelo nacional

Serrano Cervantes adelanta que la meta es llegar a tener entre mil 500 y dos mil internos trabajando exclusivamente para el INJALRESO, como una empresa competitiva a nivel nacional. “Estamos buscando captar proyectos para generar más espacios de trabajo; podemos atender y recibir a más particulares, es muy importante que volteen los ojos al INJALRESO para que conozcan las oportunidades de aportar al beneficio de los internos, buscando disminuir la posibilidad de que la reincidencia pueda recaer en alguno de nosotros y bajar así la tasa de criminalidad”.

Señala que las ganancias que dejen los proyectos iniciados se invertirán en rehabilitación y equipamiento, lo que les permitirá, en los próximos proyectos, empezar a generar ganancias que “nos van a apoyar a seguir trabajando y buscando naves industriales en el exterior que nos ayuden a recibir al interno en su libertad inmediata”.

“Nos hemos abocado a buscar al empresario local, esperamos generar los recursos para ir invirtiendo en más equipo y nuevas formas de trabajo, queremos que sea un modelo de reinserción como tal y a nivel nacional”, dice y agrega que se ha entrado a pláticas con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) para la certificación de oficios, “está en proceso de que así sea y ya va muy adelantado el tema”.

En mayo pasado, el titular de la STPS manifestó que la dependencia emitirá certificados de aval para que los reclusos que hayan sido liberados puedan encontrar un trabajo en cualquier empresa. Refirió que lo buscan es terminar con la discriminación laboral que sufren las personas que no cuentan con una carta de no antecedentes penales.

El titular del INJALRESO adelanta sobre un proyecto que está en la incubadora y que tiene que ver con la rehabilitación de vehículos. “Lo estamos madurando para que sea rápidamente sustentable y pueda emplear al menos a 500 internos en la renovación de los autos que nos lleguen, desde sus llantas, la suspensión, motor, laminado, etc”.

A la iniciativa privada y sociedad les pide acabar con el estigma que se tiene del trabajo realizado por internos. A las autoridades legislativas les sugiere buscar la forma de eliminar la carta de policía, “que se siga conservando el antecedente penal para acciones de carácter judicial pero no para ir a pedir empleo”.

“Tenemos un grave problema aquí en Jalisco, hay gente que dura 20 años en prisión, compurga una pena que ya pagó a la sociedad, y dura otros 20 años pagando con el estigma, la carta es un tema que se tiene que corregir. El primer obstáculo que se pone a la libertad del interno lo pone el Estado, salen, buscan empleo, les piden la carta y no se los dan”.

Los trabajos en prisión

En el Centro de Readaptación Social de Puente Grande se realizan todo tipo de trabajos, desde la confección de mochilas para el Gobierno del Estado, de uniformes para el Ayuntamiento de Guadalajara, hasta sandalias, dulces, fundas para muebles, bolsas, y muebles de madera, que bien pueden encontrarse en lujosas tiendas de la metrópoli o en los aparadores de Centroamérica, Estados Unidos y Canadá.

Los salarios son variables y dependen de cada proyecto, pero en promedio oscilan entre los 300 y 500 pesos semanales, según el titular del INJALRESO. “No podemos hablar de un salario más algo por las restricciones que deben tenerse en este lugar; se empieza con un salario fijo y luego el destajo los motiva a trabajar más”.

Lo más importante es que el recurso le llegue a la familia, dice el Serrano Cervantes. “Empiezan a trabajar a las nueve y salen a las seis, si quieren extenderse ya ellos hacen la propuesta y se solicita un permiso especial. No hay temas de prestaciones, el único derecho que tienen es el de recibir un salario y un fondo de ahorro, que se les entregará al recuperar su libertad”.

Además de trabajar con particulares, el INJALRESO administra sus propios proyectos, como el de las mochilas y uniformes, para la autoridad estatal y del Ayuntamiento tapatío, respectivamente. “La utilidad va para el INJALRESO, el recurso nos dará la posibilidad de aplicarlo para más capacitación, maquinaria, equipamiento, lo que nos hace más competitivos que cualquier otra empresa en la calle”.

Sobre el proyecto de mochilas, menciona que 134 internos alcanzaron una apreciable curva de aprendizaje y ahora, pueden aventarse hasta cinco mil mochilas diarias. “Teníamos 30 máquinas y ahorita tenemos 160, todo el dinero que hemos ganado está aquí invertido, en maquinaria, rehabilitación, capacitación y salarios”.

“Lo que aquí hay es mano de obra, la cosa es enseñarlos a hacer, tenemos ingenieros, arquitectos, médicos, abogados”, admite el titular al reiterar la importancia de la presencia de empresas particulares.

El reto, humanización de las cárceles

Las políticas carcelarias en la cárcel de Punta Rieles, en Uruguay, han incidido de tal forma que desde que fue inaugurada en 2010 registra una reincidencia de dos por ciento, mientras la reincidencia promedio en el sistema penitenciario es de 50 por ciento. Se trata de la primera prisión dirigida por educadores en la que conviven 600 reclusos bajo un programa que prima el trabajo y emprendimiento.

Para los presos uruguayos es posible fundar una empresa, de hecho, media docena de reclusos ha emitido cuatro programas a través de una radio comunitaria y espera obtener su propia frecuencia para 2016. Uruguay cerró el año pasado con una población carcelaria de 10 mil reclusos.

DATOS
Liberados


Seguimiento de la Comisaría de Atención a Liberados y Preliberados:

Liberados activos del fuero común 804

Liberados activos con beneficio del fuero federal 1,009

Liberados activos con el beneficio de suspensión condicional de la pena 1,729

Libertad absoluta Total


Liberados 2007 676

Liberados 2008 605

Liberados 2009 592

Liberados 2010 517

Liberados 2011 472

Liberados 2012 291

Liberados 2013 121

Liberados 2014 0

Total 3,274

La vida después de la cárcel


“El trabajo pos-penitenciario es muy difícil, la gente que sale del centro (carcelario) es muy difícil que se pueda integrar a un trabajo porque no los quieren”, admitió Marisela Gómez Cobos, fiscal de Reinserción Social, a un mes de arrancar la administración actual. La ex directora de Puente Grande ha señalado que las personas que se encuentran en las cárceles sufren de estigmatización y discriminación.

Así pues, el estigma que genera el paso por la cárcel dificulta que el interno, una vez liberado, sea contratado y que tenga una vida social plena. Por ello, la Comisaría de Atención a Preliberados y Liberados de la Fiscalía General trabaja con los liberados y preliberados en sus necesidades básicas y materiales, el nivel psicosocial y las competencias del ámbito laboral, para que el usuario pueda reintegrarse con mayor facilidad y seguridad a la sociedad.

“Empezamos a trabajar con ellos para que de inmediato puedan obtener un empleo, afortunadamente la mayoría de los que están con el beneficio de la libertad salen con un fiador laboral”, explica el comisario de la Fiscalía, Carlos Solano Mendoza.

Pero la tarea no es fácil, pues en la sociedad sigue permeando la visión de que la persona liberada no tiene solución, “una persona marginada de la sociedad que no merece confianza”. De hecho en lo que va del 2014 apenas 41 liberados fueron contratados por empresas; y si entre 2007 y 2014 obtuvieron libertad absoluta tres mil 274 personas, en el mismo periodo la Fiscalía logró integrar a empresas a 638 ex reclusos.

La dependencia actualmente le da un seguimiento a tres mil 500 ex reclusos que les fue otorgada la libertad anticipada hasta que alcancen su libertad absoluta. “Nos aseguramos de que todos salgan con trabajo, el supervisor de conducta investiga si están o no trabajando, se les da un determinado tiempo para que por sí mismos lo busquen y sino de aquí los canalizamos a la bolsa de trabajo”, explicar Solano Mendoza.

“Cuando llega se le hace un diagnóstico de sus necesidades sentidas y no sentidas, los apoyamos para que se preparen para un trabajo calificado que les represente un mejor nivel de vida. Les facilitamos estudios de secundaria, prepa y licenciatura y los metemos a cursos de capacitación, desde electrónica, computación, herrería, mecánica, y otros oficios; y desarrollo de habilidades sociales”.

Actualmente, 110 liberados se encuentran estudiando primaria y secundaria; 50 estudian la preparatoria, y 16 cursan sus estudios en CECATIS. A su vez, se ha conseguido la financiación de proyectos productivos a través de FOJAL. Desde 2008 a la fecha se ha gestionaron dos millones 657 mil pesos en 133 créditos.

“En lo que va de la administración llevamos 141 mil pesos con 11 créditos, les apoyamos con el trámite de las licencias municipales, permisos, espacios en tianguis, y en empresas. El principal reto es que los liberados no reincidan”.

El comisario pide a los empresarios locales acercarse y darle la oportunidad de demostrarles que las personas son confiables, que pueden dar resultados y reinsertarse totalmente a la sociedad.

LA CIFRA

24 Empresas en Jalisco son las únicas que abren oportunidades a ex reos

50% De los reos reinciden, según datos revelados por Alejandro Serrano de Injalreso

681 Reclusos en penales de Jalisco son los únicos que tienen posibilidad de empleo en prisión

3 mil Reos empleados en prisión es el objetivo de Injalreso para este sexenio

18 Mil reos en total se encuentran en las prisiones de Jalisco. 3% tiene empleo en prisión

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