Jalisco

Tonalá no sabe cuántos ambulantes hay en su Centro Histórico

El alcalde Sergio Chávez acepta que es inexistente un padrón de comerciantes informales; ordena un anteproyecto para reformar el Reglamento de Comercio

GUADALAJARA, JALISCO (12/NOV/2015).- El Ayuntamiento de Tonalá desconoce cuántos comerciantes hay en la vía pública. Las administraciones pasadas han dejado un desorden. Por eso es inexistente un padrón: “Tenemos problemas fuertes porque se han dado permisos a diestra y siniestra, sobre todo en la plaza principal, donde no está justificado y nos genera un desorden”, admite el alcalde Sergio Chávez Dávalos.

Por eso instruyó a la Dirección de Mercados a que realice un censo para saber cuántos ambulantes son. También le pidió movilizar a todos los que no tengan un permiso: “Espero que el censo se concluya antes del 20 de diciembre”.

En este municipio se exhibe el descontrol en dos frentes. El primero es todos los jueves y domingos, cuando la cabecera municipal se convierte en un tianguis; el segundo ocurre durante los cinco días restantes de la semana, en los que las zonas preferidas son los alrededores de la Plaza Cihualpilli, que se vuelve una carrera de obstáculos para esquivar a los ambulantes.  

Ropa, tenis, comida, refrescos, frutas, verduras, bolsas y hasta piratería se ofertan en los principales andadores y en la plaza principal, con puestos semifijos y móviles. Entre los comerciantes instalados en la zona adoquinada se oferta de todo menos artesanías, cuando Tonalá se reconoce como la Cuna Alfarera.

“Antes la venta mayor o los comerciantes salían a vender los días de tianguis, pero ahora gran parte de la semana, prácticamente todo el día (se instalan) alrededor del kiosco… ojalá vendieran artesanías, pero es cualquier tipo de cosas, hasta piratería… muchos tal vez ni tienen permiso”, indica el alcalde, quien también instruyó a la Comisión Edilicia de Mercados para realizar un anteproyecto de reforma al Reglamento de Comercio del Ayuntamiento, en el que se buscarán establecer los días de comercio para cada barrio y colonia, los metros lineales permitidos a cada tianguis y el respeto a bocacalles.

Los cambios se aplicarán en todo el municipio pues, a decir del munícipe, existen tianguis que se ponen hasta por tres días seguidos, cuando debe ser un día a la semana. “El horario también es muy importante”.  

También se creará un Consejo para el Rescate del Centro Histórico en el que tengan presencia los comerciantes de tianguis, funcionarios, la Cámara de Comercio y sociedad civil.

Caminar por el Centro de Tonalá debería ser un viaje por la cultura y las tradiciones, pero los visitantes se enfrentan con más de un centenar de ambulantes, los cuales venden piratería, ropa usada, tacos, pomadas, juguetes y cosméticos.

“El ambulantaje nadie lo controla, cualquiera puede instalarse. En la administración de Jorge Arana empezó está pesadilla y ni respetan las rampas para minusválidos, no hay orden… es un cochinero”, afirma Jorge Salas, comerciantes establecido de jugos, quien paga por colocar una mesa en las afueras de su establecimiento en el andador López Pajar para que no se instalan los ambulantes y tapen su negocio.

Las artesanías tradicionales de papel maché, vidrio soplado y hojalata fueron reemplazados por la venta de discos y películas pirata, por ejemplo.

Algunos ambulantes dicen no pertenecer a ningún sindicato y aceptan que recibieron autorización de la pasada administración; otros aceptan que están adheridos a la CROC y pagan sus cuotas.

ZAPOPAN

Semifijos invaden espacio público

Lejos quedaron los tiempos en que los ambulantes invadían con sus productos y mercancías la Plaza Juan Pablo II. Ahora, éstos son pocos y están dispersos en los alrededores del primer cuadro.  A las 10:00 horas de ayer, en un recorrido por los alrededores de la Basílica y el andador 20 de  Noviembre, solamente se avistaron dos ambulantes.

Uno se desplazaba en bicicleta para vender tamales y elotes; el otro es una señora de 70 años ofrece desde hace más de una década tamales afuera de la Basílica. “No nos dejan trabajar a gusto, aquí me estoy un rato luego otro rato por allá… hay que sacar para comer”, dice la señora oriunda de Nayarit. Lo que gana apenas le alcanza para comer, “nomas me surto y como, es todo, no hay ganancia”. En un par de ocasiones la ambulante tramitó un permiso, pero la mandaron a lugares sin clientela, “relejos”. Aquí, en cambio, sí es un buen punto para vender.

Los demás vendedores están instalados a los pies del recinto que resguarda a la Virgen zapopana. Todos tienen permiso y suman décadas de antigüedad. La religión y artesanía predominan en esta ruta donde compiten entre sí hasta 50 puestos semifijos: artículos religiosos (16), boleadores (15), artesanía huichola (6), gorditas (4), papas y fritangas (3), churros, pan dulce, dulces típicos, revistas, elotes y aguas frescas.  

Otros semifijos están instalados en el paseo 20 de Noviembre: dos puestos de tejuino y dos más de tacos. Sin embargo, algunos comerciantes establecidos, como Ignacio Jiménez Velázquez, que tiene desde hace 40 años un negocio de llaves, están en contra de que les den permiso para instalarse. A Liliana, vendedora de una papelería, le da igual: “No nos afecta porque ya tenemos nuestros clientes”.

Sobre las tres cuadras de Eva Briseño, en la zona aledaña al mercado, se impone otro puñado de 25 comerciantes semifijos (con y sin permiso) que venden desde tamales y churros, bolsas, cintos, lentes y carteras piratas, equipos de audio y hasta relojes marca Mont Blanc y Armani.

“Esos comerciantes representan un riesgo porque las banquetas son muy angostas, vienen los turistas y se llevan una mala imagen”, dice Rosa Medina, comerciante establecida. Es el único reclamo.

Según datos del Ayuntamiento, existen ocho mil 430 comerciantes en el municipio con permiso en espacios abiertos, de los cuales 966 son ambulantes, mil 131 tienen comercios fijos, cinco mil 657 son semifijos, mientras con extensión de giro suman 676. No desglosaron los que están en el Centro.

TLAJOMULCO

Controlan comercio

En el primer cuadro de Tlajomulco, el paseante no evadirá a pedigüeños ni esquivará mantas blancas con mercancía de dudosa procedencia tendida en el suelo. Tampoco eludirá a insistentes vendedores de perfumes, de perros o gatos, ni cambiará 100 pesos por una llave USB con mil 800 canciones. No será abordado con insistencia para que se detenga a comprar esos lentes oscuros ni se pondrá alguien frente a su camino para colocarle en la ropa una estampa religiosa que obligadamente deberá pagar… o para que aproveche la oferta del dos por uno.

En contraste, podrá encontrar papitas con chile y limón, fruta picada, aguas frescas, nieves o de plano una comida preparada. Incluso podrá comprar esos lentes oscuros o una gorra para soportar el Sol… pero será dentro de un establecimiento o de algún kiosco.

Pero sí sufrirá por hallar estacionamiento. También como en Guadalajara, el Centro de ese municipio soporta “costumbres” como el estacionamiento en doble fila, en línea amarilla o, de plano, sobre la banqueta.

TLAQUEPAQUE

Venden sin permiso


“Nadie hará que me quite de aquí, sólo Dios matándome. Él dice que el que trabaja, come”, menciona con decisión Carlos González, ambulante en el andador Independencia del Centro de Tlaquepaque, quien reconoce que no tiene permiso para vender artesanías. “Se ve mal”, pero afirma que es legítimo su negocio por estar afiliado a la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC).

En un recorrido en el cuadrante de Niños Héroes a Carrillo Puerto, y de Constitución a Juárez, se contaron 85 comerciantes en la vía pública (entre ambulantes, fijos y semifijos);  sólo en el Jardín Hidalgo hay 21. Esta área, de acuerdo con el Reglamento de Comercio, es zona restringida. Y gran parte de los vendedores no cuenta con permiso. Durante los fines de semana la cantidad de ambulantes se incrementa.

Sólo algunos son segregados, como Javier Hernández, quien vende dulces en una carreta que mueve cada vez que es reportado por los locatarios de la zona: “No nos dejan trabajar”. Durante el recorrido se observaron a 15 vendedores que usaban carretas o carritos.

GUADALAJARA

El despertar de los “golondrinos”

A las cuatro de la tarde de ayer se reportaron los primeros conflictos entre ambulantes y la Policía de Guadalajara. Una mujer que vendía pilas, menor de edad, resultó retenida tras desobedecer en dos ocasiones a los inspectores para que se retirara.

Esta podría ser la constante de ahora en adelante. Les llaman “golondrinos”. No se instalan, pero caminan mientras cargan sus productos en una mano y gritan sus ofertas a discreción. Cuando ven a policías o inspectores disimulan y se cambian a una zona más segura.

El apodo se lo pusieron los inspectores durante la administración de Alfonso Petersen (2007-2009): una alegoría a las aves que llegan durante los inviernos y se retiran en verano.  

Los “golondrinos” se estacionaron durante más de seis años. Luego del fracaso comercial de Plaza Guadalajara, muchos ambulantes que fueron reubicados en 2006 salieron literalmente de las cavernas (la plaza ha sufrido de filtraciones y cuarteaduras desde su creación) para ocupar esos espacios que defendieron entre 2009 y 2015.

Ayer, el alcalde Enrique Alfaro recorrió las calles del primer cuadro. Lo hizo entre las nueve y las 11 de la mañana. Horas más tarde, cuando parte de los funcionarios terminan sus labores a las 15:00 horas, el operativo se relajó. Es cuando salieron los “golondrinos”, que se ubican en las paradas de los camiones, en los andadores, en las plazas.

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