Jalisco

“Todos seguimos hablando náhuatl”: Héctor Mendoza Pulido

El académico imparte esta lengua nativa desde hace más de 15 años en el Cultural Cabañas, donde se ha expandido hacia el latín, el hebreo y el griego

A principios de este año, el Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), publicó en el Diario Oficial de la Federación un catálogo lingüístico que contiene más de 300 variantes de idiomas y dialectos que se hablan en este país.

Para las personas involucradas en la promoción de las lenguas indígenas de México, el documento representa “un primer paso” en el reconocimiento del mosaico “polifónico” nacional, bajo la advertencia de que falta la labor más difícil: su valoración y enseñanza.

Uno de ellos es el profesor Héctor Mendoza Pulido, un creyente convencido de la importancia en el conocimiento de las lenguas y dialectos prehispánicos y de formas “marginadas” de comunicación. Originario de Guadalajara, desde hace más de 15 años imparte clases de náhuatl para la Dirección Escolar de la Secretaría de Cultura, en el Instituto Cultural Cabañas, gracias a lo cual ha expandido su conocimiento hacia formas de comunicación como el latín, el hebreo, el griego, o el sistema braille.

— ¿De dónde provienes y cómo nació tu gusto por lenguas como el náhuatl?

— Mi padre era de Hostotipaquillo y mi madre de Guadalajara, aunque sus familiares vienen de Los Altos. Mi familia es de Jalisco, y como toda persona de aquí, de México, estoy envuelto en una cosmovisión que aún es náhuatl, o tiene mucho de ese pasado, aunque la descubrí de manera tardía y por accidente.

— ¿Fue accidentalmente?

— Sí, en un viaje, una excursión a una comunidad de Jalisco, en un momento en el que me encontraba estudiando una carrera que no tiene ninguna relación con esto  —ingeniería—, y cuando tuve el contacto con el idioma y la cultura, dije: esto es lo mío, e inicié el aprendizaje del náhuatl, aunque de manera lírica.

— ¿Cómo lo formalizaste?

— Cuando regresé a Guadalajara tuve la dicha de conocer a un gran maestro… es más un maestrazo, Alejandro Contreras Alexándersen. Él me enseñó la gramática de la lengua náhuatl, continúa siendo mi maestro; me compartió sus conocimientos, su sabiduría, y ya después hasta sus grupos —suelta una risa—.

— ¿Por qué es importante el náhuatl?

— Porque todos seguimos hablando náhuatl; tal vez con otra gramática y fonética, pero lo seguimos hablando. Todos dicen jitomate, jícama, achichincle, pozole, tamal. O hay gente que se llama Xóchitl, Itzel, o los poblados tienen nombres que provienen del náhuatl. Además, es un idioma bellísimo, es cien por ciento poético. No es ofensivo; es muy elegante.

El náhuatl no es un dialecto; es todo un idioma, es lengua madre. Posee literatura propia, música propia, costumbres propias, que no le pide prestadas a ninguna otra lengua.

— Hay quienes estudian inglés y francés; tú náhuatl, latín o sistema braille…

— Ocurre que mucha gente estudia otros idiomas pensando en los beneficios económicos directos, por ejemplo personas que trabajan en una actividad turística, de comercios internacionales. Sin embargo, aunque la mayoría de la gente interesada en el estudio del náhuatl trabaja en centros culturales o escuelas, no hay una conciencia plena del potencial de acercamiento con nuestras culturas, e incluso de emprender proyectos de turismo alternativo. Por ejemplo, tuve alumnos que ahora están trabajando en cuestiones de esta índole. Diana Padilla, quien da clases en la Autónoma en una materia sobre arte prehispánico, pero también se ha acercado gente que estudia la licenciatura en turismo, o trabajo social y quieren aprender náhuatl porque es una herramienta indispensable para su trabajo.

Vienen también alumnos de la Escuela de Música, de la Universidad de Guadalajara que se van a titular a través de la preparación de una pieza en náhuatl. Y a pesar de esto, no sé por qué en las escuelas, en las universidades, no hay un proyecto, aunque sea semestral, para enseñar a los alumnos cosas básicas del náhuatl, ni siquiera en educación básica, cuando los niños pequeños tienen una facilidad para los idiomas increíble. O ya no hablemos del náhuatl, Olmeca, Maya y sus dialectos, sino de lenguaje por señas, o sistema braille. Las escuelas deberían enseñarnos a tener comunicación con toda la gente que está a nuestro alrededor y más lo necesita. Deberían tener a profesores especializados en la práctica de estos idiomas.

O simplemente en el ámbito de los traductores indígenas. Hay una gran población indígena en este país y a veces no tienen la posibilidad de ser juzgados correctamente ante las instancias judiciales cuando cometen un delito sólo porque no hay traductores capacitados.

— Fuera de este grupo de gente que lo utiliza para su trabajo, ¿quiénes asisten contigo a aprender?

— Pues hay de todo tipo. Jóvenes que se sienten interesados, o personas ya jubiladas que lo ven como terapia ocupacional. Y es que te sorprende estar tan involucrado con el náhuatl, cuando lo estudias y te percatas de que en todo tu presente habita un pasado del que no te habías  dado cuenta. Sin embargo veo que hay más mujeres interesadas en el idioma náhuatl que hombres, como que los varones que acuden son más prácticos y los buscan para desarrollarse laboralmente. Por otra parte, vienen muchos maestros de la Secretaría de Educación Jalisco que quieren transmitir a sus alumnos lo que viene en algunos libros de texto, y que comenzó a publicarse recientemente con el impulso a las lenguas indígenas.

— ¿Cuál ha sido su experiencia más grata como profesor de náhuatl?

— Las experiencias gratas como profesor son a diario, porque el hecho de dar clases me relaja, y no porque tenga problemas, sino porque lo disfruto mucho.

En México, muy pocos tenemos el privilegio de decir que trabajamos en lo que nos gusta, y si nos pagan, pues adelante; claro que me gustaría que me pagaran más  –suelta otra risa-.

Me agrada saber que mi trabajo les sirve a las personas que acuden a auxiliarse, traducir un texto o simplemente aprender el significado de algunas palabras. Gente que se redescubre cuando está en contacto con su pasado; todo eso me llena de satisfacción.

“Héctor”, como lo llaman sus alumnos, a sus 45 años de edad recorre la Plaza Tapatía al finalizar las clases en el Instituto Cultural Cabañas. Entre el cromatismo cultural y la saturación de sonidos provenientes de los comercios y turistas que acuden al lugar por lar tardes, su caminar es pausado, y mira cuidadosamente las imágenes que tiñe con el color de su pasado.

Frase:

Todos seguimos hablando náhuatl; tal vez con otra gramática y fonética, pero lo seguimos hablando. Todos dicen jitomate, jícama, pozole, tamal. O hay gente que se llama Xóchitl, Itzel, o los poblados tienen nombres que provienen del náhuatl (…) es un idioma bellísimo, cien por ciento poético, muy elegante


 


 

 
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