Jalisco

Sordomudos en Jalisco marchan para exigir inclusión social

Personas con discapacidad auditiva realizan una marcha para dar a conocer las dificultades que viven en servicios públicos y privados

GUADALAJARA, JALISCO (20/SEP/2014).- Luis Ernesto Paz Murillo tiene 23 años y en sus manos lleva su voz. Con movimientos continuos de sus manos, sus dedos y sus brazos, describe los retos que implica ser sordo en un mundo donde todos gritan para conseguir algo. Y enumera: Un pago en el banco es casi imposible. Tramitar permisos y licencias municipales es una odisea. Un recluso sordo o un paciente en emergencias tiene el doble de trabajo que una persona común y corriente: en un mismo instante luchan por su vida y por hacerse entender dónde les duele o qué tipo de ayuda requieren.

Sordos e invisibles para el sistema educativo.  Luis tiene la edad para egresar de una facultad pero apenas cursa el quinto semestre de bachillerato. Se ha retrasado no porque sea mal estudiante, sino porque el sistema educativo en Jalisco le impide avanzar al mismo ritmo que lo haría una persona que no tenga sordera. No está enfermo, dice, sólo reclama sus derechos.

Todo esto lo entendemos gracias a Rodolfo Torres, hijo de sordos y con una voz que cualquier locutor envidiaría. La vida es puras ironías, porque su voz no la han escuchado las personas que más lo aman en la vida.  

Este sábado, unas 200 personas sordas, y la mayoría sin acceso a cualquier lengua sonora, salieron este sábado para marchar y reclamar por la indiferencia en la que viven.

A Luis, como a sus compañeros, les gustaría tener el derecho de una educación superior. Él, por ejemplo, le gustaría desarrollarse en el ámbito de las artes gráficas y la animación por computadora. Pero de momento el sueño está interrumpido porque no hay una oferta educativa que contemple a las personas con estas características.

Rodolfo es intérprete del lenguaje a señas mexicanas. También es profesor de la Universidad de Guadalajara. Y espera que el siguiente año se pueda concretar el proyecto de educación incluyente en el nivel superior que impulsa desde la Benemérita Institución.

En Jalisco existen aproximaciones sobre personas con este tipo de discapacidad. Son 75 mil personas que no oyen, pero escuchan con sus ojos. Una población que si se multiplica por sus familiares y amigos, daría como para llenar el Estadio Azteca. Pero ahí están, sordos e invisibles para las autoridades y para el sector privado.

A Luis le gustaría que así como hay una línea telefónica donde el común de los mortales reporta la falta de servicios públicos, también hubiera una manera de que la población con sordera se pudiera hacer escuchar. Sí, aunque suene irónico de nuevo.  

EL INFORMADOR/ OMAR GARCÍA
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