Jalisco

Sólo la capital del país superaba a Guadalajara

Tras la Segunda Guerra Mundial, México vivió una transformación positiva gracias a la industrialización. Guadalajara y Jalisco crecieron ante el modelo de sustitución de importaciones, pero al paso del tiempo, fuertes empresas sucumbieron ante la globalización

Tercera parte

GUADALAJARA, JALISCO.-
Circula una anécdota de Eugenio Garza Sada, destacado empresario regiomontano, fundador del Tecnológico de Monterrey, en torno a la iniciativa privada de Jalisco: “En una reunión en el Club de Industriales en Monterrey en 1964, con motivo de un Congreso de Facultades de Filosofía y Letras —recuerda el historiador José María Muriá—, don Eugenio me dijo: ‘Jalisco tiene mal futuro’. Pero le contesté que estaban dolidos porque nosotros ya teníamos un millón de habitantes, porque éramos una cuidad bella y pacífica, porque el equipo de futbol del Guadalajara les ganaba a todos, porque teníamos el primer cardenal (José Garibi Rivera, primer mexicano en alcanzar tan alta distinción) y porque teníamos al campeón mundial de box (José Becerra). Y me respondió: ‘Hay dos tipos de empresarios. Su función principal es ganar dinero y generar riqueza, pero unos ganan dinero buscando el modo de crear riqueza y otros pretenden ganar más dinero ahorrando; los empresarios tapatíos son de éstos’”.

En esa reunión, añade el académico del Colegio de Jalisco, el filántropo remató: “He conocido empresarios (de Guadalajara) que viven en auténticas residencias y trabajan en verdaderos muladares. Visite los baños de las empresas o fábricas… ahorran hasta en papel del baño”.

La creación

Guadalajara nació como una ciudad modesta, pero a partir de 1560 comenzó el despegue al convertirse en la capital de la Nueva Galicia, hecho que la revistió de importancia política y burocrática por ser la sede de la Audiencia y Cancillería Real, máximo tribunal de la Corona española en el territorio del Virreinato de la Nueva España.

El magnetismo de la ciudad se demostró con la llegada de familias ricas dedicadas a la minería —destaca el historiador Jaime Olveda Legaspi—, muchas de ellas de la Península de Baja California y lo que es hoy Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango y Nayarit; tras asentarse aquí, establecieron nuevas empresas. Luego se convirtió en una capital educativa con el Seminario de Guadalajara (1696).

Tras los cambios en la política administrativa de la Corona en el siglo XVIII, en el sentido de cómo administrar las colonias —reformas borbónicas—, se estableció una mayor libertad para el comercio y la producción, al tiempo que se impulsaron las inversiones.

Para Angélica Peregrina Vázquez, directora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Delegación Jalisco, la ciudad prevalece en este siglo como centro redistribuidor de comercio, personas y todo tipo de bienes en la ruta Cádiz, Veracruz, México y Guadalajara.

Cuando el país se organizó como República en 1824, surgieron las entidades federativas. Cada una tuvo su capital y cuidó su territorio. Guadalajara redujo de manera importante el área de influencia. El reacomodo detonó rivalidad. Hermosillo, Culiacán, Tepic y Colima, entre otras ciudades, protegieron sus mercados, pero tras la llegada de un flujo importante de extranjeros en 1830 y la participación de capital local en fábricas textiles, la ciudad volvió a repuntar.

Académicos coinciden en que el inmigrante español Francisco Martínez Negrete y Ortiz de Rosas, era uno de los empresarios más importantes en esa época. Comenzó en el comercio, pero se asoció con el industrial José Palomar (uno de los pioneros de la industrialización de Jalisco) y adquirió la propiedad de La Experiencia y otras empresas comerciales, agrícolas y mineras. Su familia se involucró en el Banco de Jalisco, la Compañía de Tranvías de Guadalajara, la fábrica textil Río Grande y la Compañía Industrial de Jalisco.

La industrialización se afianzó, básicamente, en telas y papel, pero a partir de 1885 comenzó una etapa de diversificación industrial hacia otros productos como pastas y cerveza, entre otros alimentos. Sin embargo, la llegada del ferrocarril en 1888 le dio un nuevo repunte a la economía. La circulación de las mercancías se abarató y permitió que el turismo visitara Guadalajara. Los hoteles desplazaron a los mesones para albergar a turistas y a empresarios que venían a hacer negocios. La ciudad tuvo una imagen industrial, aunque no desplazó la imagen comercial, por lo menos en ese siglo. Hubo cambios en todo, una transformación urbana y el fortalecimiento de la economía. Guadalajara exportaba telas, pieles de res para calzado, mezcal, harina y azúcar, entre otros.

Sólo la capital del país superaba a  Guadalajara en los indicadores de desarrollo.

¿Quién era más rico?


En el ámbito económico, la dictadura de Porfirio Díaz (Presidente de México entre 1876 y 1911, aunque su Gobierno tuvo una interrupción entre 1880 y 1884) trajo al país modernización y progreso, que se cristalizaron en la inversión extranjera.

Los franceses que se afincaron en la ciudad incursionaron en el comercio de telas e hilos importados; vendían ropa en los portales de Guadalajara y poco a poco mejoraron económicamente hasta instalarse en las mismas tiendas de los portales. Fundaron Fábricas de Francia, Nuevo Mundo, Nuevo París y varios almacenes comerciales. Fue una migración en cadena entre 1850 y 1930, en la que los extranjeros lograron hacer una considerable fortuna y regresaban a su país a vivir de sus rentas.

La historia se repitió con alemanes que radicaron aquí. Ellos optaron por la industria e importación de maquinaria (Teodoro Kunhardt, Carlos Behn, Herman Petersen y los Schondube, entre otros). Los españoles, en tanto, prefirieron las fábricas textiles (Fernández del Valle, Fernández Somellera y Martínez Negrete).

A diferencia de los extranjeros, ¿cuál era la importancia de la élite tapatía en los siglos XVIII y XIX?

Sergio Valerio Ulloa, doctor en Historia por la Universidad de Guadalajara, responde: “La principal riqueza de Jalisco era la agricultura. Las grandes fortunas eran las de los hacendados. Pero si comparamos la riqueza de los hacendados jaliscienses con los franceses, la fortuna de los primeros era mayor. Por ejemplo, Nicolás Remus era dueño de la Hacienda Bellavista, en Villa Corona y Acatlán de Juárez; tenía un ingenio azucarero, 24 mil hectáreas y producía ganado, tequila, azúcar, maíz y trigo. También tenía una casa en el Centro de Guadalajara, en el cruce de las calles Colón y Juárez, una tienda en el Mercado Corona y era inversionista en la compañía telegráfica, en el Banco de Jalisco y en los tranvías Guadalajara-San Pedro. Era hacendado y comerciante y su fortuna, a través de los testamentos, era de un millón 500 mil pesos en 1886. Su hacienda costaba 650 mil pesos y, para hacer un comparativo, la Fábrica Textil de Atemajac estaba valuada en 50 mil pesos (una de las mejores fincas en el Centro de Guadalajara costaba entre 20 mil y 30 mil pesos).

“En un rango más bajo, los empresarios franceses tenían fortunas de 500 mil pesos, aproximadamente, por lo que en términos de acumulación, los hacendados locales eran más ricos que los extranjeros. Los Orendáin, Sauza y Cuervo eran de los hacendados más importantes. La élite de Guadalajara era de las primeras del país”.

Destaca que la Cámara de Comercio, Industria y Minería (hoy Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara), fue la primera organización empresarial en 1888. El Centro Patronal (después llamado Centro Empresarial de Jalisco, perteneciente a la Coparmex), nació en 1930. El Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco se creó en 1962.

Los más poderosos


En la actualidad, el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios reúne a los ejecutivos de las empresas más importantes del país. Sin embargo, en este grupo no hay jaliscienses. Figuran Emilio Azcárraga Jean (Televisa), Gastón Azcárraga Andrade (Grupo Posadas), Alberto Bailleres (Industrias Peñoles y PH), José Antonio Fernández  (FEMSA), Dionisio Garza Medina (Alfa), Roberto Hernández (Banamex-Accival), Juan Sánchez-Navarro Peón (Grupo Modelo), Adrián Sada (Vitro), Carlos Slim Helú (Carso Global Telecom) y Roberto Servitje (Bimbo), entre otros.

La historia

1542
Fundación

Guadalajara era una ciudad modesta porque no tenía mar.

1560
Capital de Nueva Galicia. Sede de órganos de Gobierno
Guadalajara se convierte en la segunda (ciudad) más importante después de la capital del país, a pesar de que Puebla tenía más población y contaba con un territorio más grande, pero no tenía una Audiencia ni era sede de un Obispado (constituido en 1548).

1560-1690
Capital económica, centro distribuidor de mercancías
Nadie le hacía sombra a Guadalajara; el comercio era la principal actividad económica. Aunque no fue una ciudad minera, se benefició de esta actividad porque las familias que se enriquecieron en el Norte del país mediante la explotación de minas, se vinieron acá para casarse con ‘buenos partidos’; se traían todo su capital y lo reinvertían en comercio, agricultura o ganadería.

1696
Capital educativa
 
Se funda el Seminario de Guadalajara, vienen las familias adineradas.

Siglo XVIII
Modernización

Se empedraron calles, se iluminaron con lámparas de aceite, se construyeron jardines y plazas, hubo nuevas instituciones, nueva política de salubridad, recolección de basura y empezaron a construirse las casonas.
Aquí vivía la gente que luego tuvo casas comerciales a raíz de la fundación del Departamento Naval de San Blás, en la segunda mitad del siglo, cuando comenzó el vínculo comercial con Manila, Filipinas y Panamá.

1830
Afluencia de extranjeros
Se registra una importante migración de Inglaterra, Francia, Alemania y España.

1840
Industrialización

Con participación de capital local, se establecen las fábricas textil (La Prosperidad Jalisciense) y de papel (El Batán), tras el declive de la minería de plata en Bolaños.

1910-1930
Baja inversión

La Revolución trastocó el orden. “Los hijos de los grandes empresarios ya no fueron igual de efectivos para la empresa, salvadas las proporciones. A veces gastaban la fortuna que les había sido entregada y no fueron capaces de mantener a flote estas industrias; acabaron por vender”, apunta Angélica Peregrina.
Entre 1945 y 1970 vendría otro repunte importante en la ciudad.

FUENTE:
Jaime Olveda, Angélica Peregrina y Sergio Valerio Ulloa


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